Pelo malo y otras maldades

Recientemente, la directora Mariana Rondón obtuvo un premio en el festival de San Sebastián por su película “pelo malo”. El galardón fue recibido en medio de una serie de ambigüedades políticas de la artista, que se refirió a Venezuela en términos de la polarización y resaltó su intranquilidad por lo que ella entiende es un asunto que nos hace daño, separa al pueblo y pare usted de contar. A mí en lo particular, me molestaron sus comentarios, no solo porque sean una sarta de escualideces dichas durante sus cinco minutos de fama para jalar mecate en la industria del cine y ver si consigue un financiamiento en Hollywood como “disidente del régimen”. Me molestó, porque uno siempre se alegra por los éxitos de un venezolano en el extranjero, aunque éste sea un furibundo opositor, y, esperaba (ingenuamente) que sus comentarios giraran en torno a hacer comentarios positivos sobre La Villa del Cine, que es un programa nacido en revolución y gracias al cual, se financió esta película que hoy cosecha frutos. No se trata de que se convierta en revolucionaria de la noche a la mañana pero se trata al menos, de proyectar en el exterior, las bondades del instituto, el talento humano y el financiamiento que te ayudó a hacer tu película, eso es lo mínimo que se espera de un venezolano que viaja al extranjero financiado con recursos económicos de TODOS los que pagamos nuestros impuestos o vemos nuestra renta petrolera invertirse en programas como la Villa del cine.

El caso de Mariana, es el mismo de otros artistas y profesionales. Tenemos médicos que estudian seis años medicina en una universidad pública financiada con recursos del pueblo, luego, hacen dos años más en un hospital del Estado, para al final graduarse y decir “yo me quemé las pestañas” y bajo esa premisa, cobrar setecientos bolívares por ver un paciente (ven diez al día) sin reportar esos ingresos al fisco, porque si alguien les obliga a dar factura, ponen la cara como si les hubieran mentado la madre.

En ningún momento estoy pidiendo a los opositores que dejen de adversar lo que quieran, pero precisamente la polarización de la que inoportunamente habló Mariana, es fomentada por la gente que, como ella, escoge un momento estelar para repetir lo que ya dijo Globovisión y CNN hasta la saciedad en vez de agradecer a la Villa del cine por el apoyo recibido, dejando de lado el esfuerzo de todos los cineastas técnicos y venezolanos en general que aspirábamos una palabra de agradecimiento de su parte.

La segunda crítica va para la Villa del cine, ¿Por qué eso no les pasa a los judíos que manejan la industria cinematográfica de Hollywood? ¿Alguien ha visto una película sobre el Holocausto financiada por los Sionistas Judíos que muestre a los comunistas, homosexuales, a los testigos de Jehová o a los negros que mato el nazismo? Según esas películas, las únicas víctimas son los judíos. ¿Cómo controla la industria eso? ¿Hay alguna película gringa de la industria cinematográfica que muestre los asesinatos de sindicalistas colombianos a manos de esbirros de la coca cola? No creo que a nadie se le haya ocurrido un tema tan interesante como para no haberlo propuesto para ser objeto de financiamiento. Como el arte es a-político, quizá se lo proponen a Coca cola y les patrocina un documental. Tal vez, siguiendo el apoliticismo de los financiamientos en la Villa del Cine, Apple decida patrocinar un documental sobre la muerte de africanos y el daño ambiental durante el proceso de extracción de coltán, tan apreciado en la microelectrónica.

Llamamos a nuestros compatriotas de la Villa del cine y del ministerio de la cultura a reflexionar sobre el hecho de que no existe arte a-político porque hasta el más inofensivo persigue un fin. Incluso el que trata de no decir nada, con su silencio político dice mucho.



@marcosmelendezm

marcosleonardove@yahoo.com


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