Ciertamente, con posterioridad a la conmoción mundial originada por el trágico derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York, George W. Bush convirtió al presunto autor del hecho, Osama Bin Laden, en el hombre más famoso y buscado del planeta. Ese mismo delincuente que con financiamiento del Imperialismo Yanqui expulsó al reformista Gorbachov de Afganistán en 1988, reapareció en 2001 como responsable del crimen más abominable en la historia de Estados Unidos. Sin embargo no es secreto para nadie la existencia de investigadores y analistas que afirman hasta el presente que todo se debió a una demolición controlada mediante explosivos colocados dentro de las torres, es decir, un probable auto-ataque para legitimar la campaña antiterrorista global y el saqueo a pueblos del Oriente Medio cuyo único pecado ha sido su riqueza petrolera.
En cualquier caso, lo que le consta al mundo como
acontecimiento inolvidable es que teniendo menos votos populares que su rival
Albert Gore y después de varias semanas de disputa judicial, el recién nombrado
Presidente Bush experimentaba bajísima popularidad, y fue su célebre
declaración guerrerista: “Están con nosotros o están con los terroristas” lo
que lo elevó a la condición de gran líder chauvinista capaz de manipular al
sufrido pueblo estadounidense hacia el odio y la venganza contra enemigos
ficticios: Antes los comunistas, luego los árabes. Este año nuevamente Bin
Laden (vivo o muerto) reaparece como trofeo, esta vez para revivir
electoralmente a un histriónico presidente (Obama) y ganador del Premio Nobel,
además de “justificar” la continuación de la guerra contra supuestos dictadores
y terroristas, aunque ello cueste la muerte de millones de indefensos. No cabe
duda que por los favores recibidos, Bush y Obama pudieran decir hoy: “Thank you
very much, Mr. Bin Laden”.
(*)Constitucionalista y penalista. Profesor
universitario.
jesussilva2001@cantv.net
http://jesusmanuelsilva.blogspot.com