Plomo cerrado

El imperio cruje y los pueblos rugen

Libia, país hermano, golpeada por los imperios decadentes convertidos en perros de presa del último imperio, resiste heroicamente. Un líder árabe, a diferencia del fallecido Saddam Husein, ha sabido junto a su pueblo, desarrollar una estrategia política y militar que está llevando a la desesperación a los decadentes imperios europeos, apadrinados por los imperialistas gringos. Un cúmulo de conflictos propios de una crisis capitalista bien profunda, se catalizan con la resistencia libia a una guerra injusta y precipitada, propia del más puro espíritu asesino y de rapiña del nazi-fascismo europeo. Honor al pueblo libio que está demostrando que cuando un pueblo toma conciencia, por más pequeño que sea, es capaz de derrotar al mundo entero, si este lo ofende.

Ojalá cierta izquierda europea, muy sensible a los paradigmas “democráticos” de la burguesía imperial, haya recapacitado y rechace la herencia maldita de aquellos “socialistas” que traicionaron a la clase obrera internacional y apoyaron a sus respectivas burguesías en las horripilantes guerras por la repartición del mundo, llamadas I y II Guerra Mundial. Una izquierda que ante los primeros choques no perdió un segundo para declarar su rechazo al líder Gadafi, alineándose en la práctica con la estrategia imperialista de la “revolución árabe”. Esa fulana “revolución árabe” promovida y planificada por los imperios, que tenía y tiene como propósito desestabilizar y derrocar (con la complicidad de la monarquía saudita y de un manipulado fundamentalismo religioso) a los gobiernos patrióticos de Libia y Siria, pasando por remozar, al estilo occidental, algunos regímenes anti-populares y anti-nacionales, como el egipcio o el marroquí.

Pero no todo es color de rosa para los imperialistas. La derrota que en una guerra asimétrica el Herbolá libanés le propinó al sub-imperialismo israelí (digna de ser estudiada a fondo por nuestros militares para incorporarla al Nuevo Pensamiento Militar Venezolano) ha tenido un efecto de largo aliento que el imperio busca anular; la consolidación de Irán como polo de desarrollo regional, con capacitad militar para enfrentar la amenaza de agresión imperial y un cada vez mayor prestigio en la región; la situación en Afganistán donde las fuerzas invasoras de la OTAN se perfilan a correr la misma suerte que sus predecesoras soviéticas; el alejamiento de Pakistán de la esfera yanqui y su paulatino acercamiento a alternativas asociativas regionales que incluyen a Irán y a China; la renovada unidad palestina y la solidaridad activa con ella de la Europa revolucionaria. En resumen, un movimiento histórico de fuerzas progresistas, autonómicas e independentistas que ponen en peligro la hegemonía del imperio en una región estratégica desde el punto de vista energético y geopolítico. La crisis de la alternativa energética nuclear derivada del destructivo fenómeno natural japonés revalúa la importancia vital que para el aparataje capitalista mundial tiene el combustible fósil.

Claro está, no vamos a caer en la simplicidad de decretar el desplome inminente del imperio. Imperio que sigue siendo muy poderoso, que aún hace usufructo de las ventajas del colapso soviético, que está armado hasta los dientes incluyendo armas de destrucción masivas (y planetarias), y por lo tanto, sumamente peligroso y capaz de cualquier atrocidad política-militar (recordemos que han sido los únicos que han utilizado el arma nuclear contra la humanidad). Imperio que sigue contando al interior de los países sometidos del favor de sectores sociales apátridas profundamente ideologizados con la cultura globalizada del capitalismo norteño.

En América Latina y el Caribe suenan, con sus matices, trompetas de independencia. Se perfila un nuevo polo de desarrollo para esta región, dispuesto a tratar, de igual a igual, a los otros polos de poder mundial.

En este contexto mundial y regional, cada día la Revolución Bolivariana juega un rol más importante. No olvidemos que tenemos en la faja la más grande reserva mundial de petróleo. No hay más camino sino apoyar a la revolución y a su liderazgo. Más allá de la retórica hay que cuidarla con esmero, defender la unidad en los principios y en el programa socialista, que no niega sino que promueve la crítica y auto-crítica constructivas. A propósito de la enfermedad del líder ha quedado demostrado (el que tenga ojos que vea) que la gran mayoría del pueblo venezolano, NO QUIERE VOLVER AL PASADO. Nos estremece el hecho súbito que el líder no es eterno. Todos y todas debemos asumir activamente un compromiso, cada quien en su trinchera, sin ánimo de protagonismo individual.

Sin dudas estamos en un momento histórico crucial donde como pueblo tenemos reservado un lugar de vanguardia.

El imperio cruje y los pueblos rugen.

PATRIA SOCIALISTA O MUERTE, VENCEREMOS

Luis2000aponte@gmail.com


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