Tal vez no sea yo el más indicado para tratar de reivindicar su nombre, por cierto muy cercano al mío. Podría pensarse que desde mi óptica de “pariente cercano”, mis apreciaciones no tendrían que ser (y a lo mejor no lo son) lo suficientemente objetivas para sustentar la reivindicación pretendida.
Este poeta no es otro que MANUEL FELIPE RUGELES. Me atrevo a presentarlo por razones de “justicia”, ya que gracias a lo comentado, es posible que no sea “tan conocido”. O sí, ... puede ser que se conozca una partecita de su obra ya que dentro de su enorme repertorio de poemas hermosos, existe uno -dirigido especialmente a los niños- precisamente sobre Simón Bolívar, que es el más conocido en Venezuela, de tantos que se han escrito sobre el Padre de la Patria. Y no solamente en Venezuela sino en toda nuestraamérica. El poema se titula “Este niño Don Simón”, cuyo creador fue el poeta MANUEL FELIPE RUGELES, pero -como suelen ser las cosas en nuestro país- cuando hablan del poema o lo anuncian por radio o por televisión, bien sea en programas dirigidos a niños o en programas para todo público, jamás dicen quién fue su autor. Nombran sí a sus intérpretes, quienes no son otros que los integrantes del grupo musical “Serenata Guayanesa”, uno de cuyos integrantes le puso música al poema. [No sé si Iván Pérez Rossi o Hernán Gamboa…]
Sus magníficos versos dicen lo siguiente:
El niño Simón Bolívar
tocaba alegre el tambor
en un patio de granados
que siempre estaban en flor
Montó después a caballo.
Dicen que en potro veloz,
por campos de San Mateo
era el jinete mejor
Pero un día se hizo grande
el que fue niño Simón,
y a caballo siguió andando
sin fatiga el soñador.
De Angostura hasta Bolivia
fue guerrero y vencedor,
por el llano y por la sierra
con la lluvia y con el sol.
A caballo anda en la historia
este niño don Simón,
como anduvo por América
cuando era el Libertador.
Como podrán advertir, la simplicidad de este poema dirigido -sobre todo- a niños, no puede estar mejor alcanzada, pero eso no obsta para describir en palabras más que entendibles, a nuestro máximo héroe. Rugeles escribió todo un poemario para niños al que llamó “Canta Pirulero”. Ha sido editado en dos o tres oportunidades, pero soy de los que piensa que el Gobierno Revolucionario Bolivariano debería hacer una super-edición para regalarla a todos los niños de Venezuela, por la riqueza del vocabulario empleado y por la forma tan exacta y sencilla, precisa y concisa, con la que trata Rugeles diversos temas tan defendidos por nuestra Revolución como por ejemplo: La defensa de la Naturaleza o la dignificación del Trabajo, la Dignidad del Hombre y la Patria misma, para solamente nombrar cuatro, de los tantos temas que aborda con prolijidad asombrosa.
Rugeles no cae en lugares comunes, ni en el uso y abuso de los diminutivos, utilizados usualmente para -equívocamente- llegar a los niños, y -además- facilitar la rima poética. En el caso del poemario “Canta Pirulero”, es de las cosas que más le alabo, y n.e.p.s.m.t (no es porque sea mi tío). En los otros poemarios que nos dejó, la riqueza de su lírica lo coloca a la altura de Miguel Hernández, Machado, Vallejo, y hasta el mismísimo Lorca. Sin exagerar. Sólo hay que leerlo sin prejuicios... y sin coacciones (también)...
En épocas de la primera campaña por la presidencia de nuestro Comandante en Jefe, tuve la oportunidad de hacerle llegar, en mi condición de periodista afecto, de militante del Movimiento Quinta República (MVR) y de Director Regional de ese Movimiento, algunos resúmenes al hoy Presidente Chávez, contentivos de datos y “tips” de lo que estaba sucediendo en el Estado Táchira y sus alrededores, que pudiese utilizar el candidato (Chávez) en las alocuciones que dirigía a sus seguidores y simpatizantes. Recuerdo que en una de esas oportunidades, dentro de la carpeta que le dejé en el hotel donde se alojaba, incluí un fragmento de un poema de Manuel Felipe Rugeles sobre Bolívar, pensando que a Chávez le gustaría. Cuál no sería mi sorpresa, cuando ya cerca de la medianoche, en casa de unos amigos y después de una gran concentración que se llevó a cabo en la 5ª. Avenida de la ciudad de San Cristóbal, me dijo: “Oye, que bonito ese poema de Manuel Felipe Rugeles...”… y me lo ha recitado! Quedé estupefacto. Jamás me imaginé que se lo hubiera aprendido en el tan corto tiempo que tuvimos, y mucho menos luego de verse obligado a leer material informativo que sobre el panorama regional le había dejado aquel día.
Parte de lo que le dí a Chávez y (me) lo declamara esa misma noche, es lo que sigue:
EL B O L Í V A R DE A L E J A N D R O C O L I N A
(Fragmento)
.........................
Su voz siempre se alza sobre las multitudes.
Es la voz de Jamaica y es la voz de Angostura.
Y es la de las solemnes horas de Santa Marta.
En el nacer del caos y en la sorda tiniebla
esa voz no se apaga, porque tiene su ámbito.
La sigue oyendo el pueblo de todo un continente.
El hombre que se hiela en los páramos;
el hombre que suda en la manigua del trópico,
y el hombre desnudo en la llanura, con su lanza de fuego,
contemplaron al Héroe que traía las botas
rojas y polvorientas de su andanza a caballo.
El oro de las vetas indígenas apenas
fulguraba en sus manos. A lo largo de toda
su impaciente aventura, se fue sintiendo solo
con su propia bandera, Y cada vez más solo,
hasta quedar en diálogo con la voz de su sombra.
¡ Solo, en la desnudez concreta de la muerte !
... .... .... ...... ..... .....
Ganará la batalla definitiva el día
en que sólo la siembra de su palabra sea
capaz de dar un fruto de libertad perenne.
Cuando el pan de la tierra no lo mendigue el pueblo
y el hombre salve al hombre como quien salva un árbol
y nunca llore un niño por el dolor de América.
De "Cantos de Sur y Norte", 1954.
Como habrán podido advertir, este fragmento es parte de un intenso e inmenso poema a Bolívar (y no lo escribió dirigido a los niños...).
Anecdóticamente, para ese texto se inspiró el poeta en una polémica que tuvo lugar en nuestro país y principalmente en Caracas, con motivo de que el famoso escultor (Alejandro Colina) presentara un proyecto para hacer una monumental estatua de Simón Bolívar, desnudo a caballo. Es de adivinar que la obra no se llevó a cabo. Eran otros tiempos. Apenas estaba “Caracas” dejando de ser “la de los techos rojos”. Aquella idea de Colina, sin embargo, nos la copiaron -años después- nuestros hermanos colombianos, y un artista, allá en la ciudad de Pereira, esculpió una estatua de Bolívar desnudo a caballo que, hoy por hoy es ícono deslumbrante de esa ciudad. Hace varios años el Presidente Chávez desempolvó el proyecto del Bolívar de Alejandro Colina, y anunció que lo haría instalar en el Waraira Repano (cerro El Ávila). El Presidente hasta mostró una maqueta en aquel entonces. Hoy, 24 de Julio de 2012, lo he escuchado decir que él quería montar la estatua sobre el Waraira Repano, cerca del Hotel Humboldt, pero que le habían dicho que ese proyecto no era viable, “que si por la altura… que si por los fuertes vientos, etc. Total que, al parecer, el monumento no va…
Pues bien, para retomar el tema del “sepultamiento” de este enorme (y n.e.p.s.m.t) poeta, paso a contarle dos anécdotas que pudieran hablar de alguna manera, de quién fue Manuel Felipe Rugeles...
Manuel Felipe Rugeles tuvo el cargo de Director de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación en el último año o los dos últimos años del gobierno del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Como quien dice, un cargo similar a lo que hoy sería el Ministro de la Cultura, pero de un gobierno catalogado como “dictatorial”, y -por supuesto- de otra dimensión y concepción. Mi tío Manuel Felipe era un ‘tío’ buena-gente (y n.e.p.s.m.t.). Cuando cayó el gobierno de Pérez Jiménez, en Enero de 1958, el agarró los libros y demás bártulos que tenía en su oficina y, tranquilamente se fue a su casa (vivía en San Bernardino, Caracas), a la manera de aquellos que ni deben ni temen. Nunca fue molestado ni perseguido por los “próceres” que irrumpieron en la historia venezolana a partir de aquella fecha. Pero recuerdo que tenía (yo) dos primos, de apellido Oliver Rugeles, sobrinos de él por supuesto, quienes fueron a visitar al tío en son de burla y sarcasmo porque el (su) gobierno se había “caído”. Mis primos, a la sazón, uno era militante del PCV y el otro de AD (cuando se decía y se creía que no había mucha diferencia ideológica entre esas dos organizaciones). Y mi tío, recostado en una pequeña cama, largó unas frases -para mí- proféticas. Les dijo que si querían lo anotaran, pero que a partir de aquel momento (1958), la oligarquía se iba a apoderar de nuestro país. Mis primos no sé si entendieron o no creyeron (una de dos), en lo que el tío Manuel Felipe estaba vaticinando. Pero lo cierto es que el gobierno de Pérez Jiménez era -grosso modo- un gobierno “nacionalista”. La oligarquía no participaba de los “grandes” negociados que se cocinaban mientras paralelamente se construía el país. Durante el gobierno de Pérez-Jiménez se enriquecieron tres o cuatro generalotes que mandaban y un pequeño grupo de constructores italianos, quienes prácticamente levantaron la infraestructura física básica elemental que todavía es “mostrable” en Venezuela. Ejemplos sobran (Los hoteles de la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (Conahotu), los principales Hospitales y Unidades Sanitarias de todo el país, los “Círculos Militares”, Escuelas y Súper Liceos en todo el país, el teleférico más largo del mundo (en Mérida) y el de Caracas- El Ávila - Macuto, las primeras grandes autopistas, etc. y hasta el inconcluso Helicoide ubicado en la Roca Tarpeya).
Cuando se produce el cambio de gobierno, la oligarquía -ente que parecía hacerle falta a los gringos como asociados locales- llega al poder. En el 58 yo apenas contaba diez años. Recuerdo algunas cosas de esa época. Había terminado mi educación primaria en el Colegio “Emil Friedman”, que a la sazón funcionaba en una edificación ubicada en “El Pedregal”, en Caracas. [ Emil Friedman (q.e.p.d.) fue un violinista de origen checoslovaco y judío, quien huyendo del terror nazi, llegó primero y por pura casualidad al Estado Táchira (me contaba mi padre), en una época en que el Presidente del Estado (que así los llamaban), era Leonardo Ruiz Pineda. Poco tiempo después, Friedman se mudó a Maracaibo (luego de que los “músicos” del Táchira le hicieran la vida imposible) y finalmente aterrizó en Caracas, donde fundó el Colegio cuyo lema era y sigue siendo: “No hay cultura sin cultura musical” ]... Comenzaba entonces mi bachillerato en el Liceo Carlos Soublette, ubicado en San Bernardino (CCS), y fue la época en que más departí con el poeta Manuel Felipe Rugeles, gracias a la cercanía entre el Liceo y su casa.
Pues bien, como parte del anecdotario, puedo comentar que cuando se trató de formar la Junta de Gobierno que tomaría las riendas del poder, luego de la caída de Pérez Jiménez, ésta tardó tiempo en establecerse porque estaban esperando por Eugenio Mendoza, miembro prominente de la oligarquía caraqueña, quien formó parte de esa Junta. [ Paradójicamente, cuando el golpe de Abril de 2002, que le permitió a Pedro Carmona Estanga comandar uno de los gobiernos más efímeros que haya tenido nuestro país (afortunadamente!), el hijo de Mendoza, también llegó tarde al convite y se coló la información de que estuvieron largo rato esperando por él. Sin embargo creo que uno de sus tíos menores (o hermano o primo, tal vez) sí estuvo como testigo presencial de la intentona gubernativa.]
Manuel Felipe Rugeles no se equivocó en aquella apreciación y se cumplió tan exactamente, que todavía no conocemos a carta cabal la magnitud del daño que hizo la oligarquía a este país, corrompiendo a toda la dirigencia política entre el año 1958 y hasta el advenimiento de nuestra Revolución, y decidiendo el destino económico de nuestra patria, al copar los ministerios y entidades desde los cuales se controlaba la economía del país, actuando como verdaderos apátridas, a cambio de migajas que les permitían toda clase de lujos, prebendas y abusos de todos colores, conduciendo al país a la miseria más espantosa, al punto de crear una masa de pobres, marginados de todo beneficio estatal, de más del setenta por ciento de nuestra población. Una clase que no contenta con todo lo que producía el país (que se lo apropiaban groseramente), lo saqueó a mansalva y encima lo endeudó para robarlo aún más.
Pues bien, a los pocos días de producirse la caída del gobierno de Pérez Jiménez, se produce un hecho que va a marcar -negativamente- la vida de Manuel Felipe Rugeles. Hecho que instó a unos cuantos canallas a sepultar su obra y su nombre. Execrarlo, fue la orden de quienes manejaron al sector cultural. El eje del mal (ese sí) que manejó ingentes cantidades de dinero y que tuvo como epicentro de operaciones al Ateneo de Caracas, pero no tanto a esa entidad sino a quienes tuvieron y decidieron la suerte de tantas personas que sucumbieron ante el poder de personajes como los Otero Castillo y sus adláteres, quienes -sabemos- apoyaron también a Chávez pero solamente para pretender continuar con el control del sector Cultural venezolano, y pedirle al Comandante (Chávez) al llegar éste al gobierno, nada menos que el manejo de la Oficina Central de Información (OCI), el control del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) -para la época no existía el Ministerio-, e incluso dinero a borbotones para nivelar las finanzas de un diario que todavía hoy no ha desaparecido, por el sostén que le mantiene el imperio norteamericano, en su papel de bastión escrito anti-país, anti-chavista, anti-ético y anti-pático...
Paso a contar entonces, regresando un poco en el tiempo, que cuando Rugeles fue Director de Cultura del gobierno de Pérez Jiménez, Miguel Otero Silva, comunista solapado (comunista light, diríamos hoy), ya millonario, dueño de caballos de carrera, jalabolas del gobierno de P.J., con retratos del dictador y demás, en su casa de habitación, y quien se las daba de amigo de Rugeles, lo frecuentaba para solicitarle -entre otras cosas- dólares para un grande entre los grandes: El inolvidable poeta y patriota Pablo Neruda. Y Manuel Felipe Rugeles conseguía con el gobierno (¡Con el gobierno de Pérez Jiménez!), divisas en dólares para contribuir con los diversos desplazamientos que por el mundo realizó el gran poeta Pablo Neruda, movimientos que nos contara en detalle (Neruda) en “Confieso que he vivido”. Imagino que así ahorraba Miguel Otero Silva sus propias divisas, y tal vez le diría a Neruda o al glorioso Partido Comunista, que él daba aquellos dólares de su bolsillo... porque se le haría difícil explicar que los consiguiera de un funcionario...¡ del gobierno de Pérez Jiménez !
En Enero de 1958 cae “la dictadura” de Pérez Jiménez. Y a la etiqueta le pongo comillas porque todo lo “dictatorial” que hubiese podido tener aquel gobierno, al que considero como uno de los más nacionalistas que hemos tenido, todo quedó en pañales al lado de las atrocidades cometidas por los gobiernos dizque “democráticos” que lo sucedieron. Estos le ganaron sobradamente en robo, en muertos, en desaparecidos -que es una figura de la cual tenemos el negro privilegio de haber instaurado por vez primera en el continente desde el gobierno de Raúl Leoni- y, en cambio, no lo superaron en obra física que pudiera todavía mostrarse hoy.
En ese mismo año (1958) y por esa misma razón, viene Neruda a Venezuela. Viene a celebrar en nuestro país y con sus representantes más connotados, el advenimiento de la “democracia”. Cuando llega a Caracas, pues obviamente es agasajado de diversas formas. En la casa de Miguel Otero Silva le fue ofrecido un ágape que debe estar reseñado en la prensa de la época. Pues bien, a esta recepción no invitaron a Manuel Felipe Rugeles, por razones que pudieran llegar a comprenderse (él, funcionario de un gobierno recién caído, etc.), pero lo cierto fue que Rugeles se molestó muchísimo. Me cuenta otro escritor y poeta, español, quien en alguna oportunidad fue Secretario Privado de Rugeles, que se trasladaron a compensar el desprecio sentido, en algún bar de aquella Caracas de finales de la década de los 50’s. Y entre palos y arrechera, Rugeles le pidió a José Manuel Castañón -de quien vengo hablando-, que escribiera en un papel algo que le iba a dictar. Pues bien, Rugeles le ha dictado un poema en contra de Miguel Otero Silva, que lo describe en cosas que jamás aparecerán mientras se escriba sobre “la gloria de Miguel Otero” en diarios como El Nacional, como recientemente ocurrió, cuando Simón Alberto Consalvi y otros tantos jalabolas y beneficiarios de toda la administración cultural puntofijista, u "Otero-Silva-Castillista", que viene a ser lo mismo (a quienes por cierto los une la contra-revolución y -por supuesto- el odio visceral a Chávez), escribieron sobre la vida y milagros de Otero Silva, de la cual “coincidencialmente” excluyen la época perezjimenista. Como si ésta no hubiese existido. Otero, según sus panegiristas, da un salto sin explicaciones y, sin pasar por “GO” ni pagar doscientos, llega a la “Democracia”. No “pasa” por los diez años de perezjimenismo. Llega de los gobiernos anteriores a Pérez Jiménez a la “Era Democrática”. Entonces dan a conocer al novelista, al humorista, al hombre del poder mediático, al senador (sin decir muy en alto que fue “comunista”), pero tapando de cualquier forma su registro de vida y su relación con la “dictadura”, retratada en el soneto que produjera Rugeles.
Entonces sigamos, ... No hubiese pasado nada, si el poema (soneto o no-se-qué) no se hubiese divulgado, pero, me cuentan que a las dos o tres semanas de morir Manuel Felipe, hecho ocurrido el 03 de Noviembre de 1959, un columnista que firmaba Arrechedera y escribía una columna en el diario “El Mundo” (que todavía existía… pudiéramos averiguar), publicó el poético dictamen de Manuel Felipe sobre Miguel Otero. Me contó Castañón, en el lobby del Hotel Meliá Castilla, en Madrid, que María Teresa Castillo (recientemente fallecida), quien todavía en esa época estaba casada con Miguel Otero Silva, y con quien había engendrado a sus dos párvulos: Mariana y Miguel Enrique (Otero Castillo), se molestó muchísimo con esta publicación, y le exigió a la viuda de Manuel Felipe, una explicación y una carta en la que dijese que eso no era verdad, que eso era algo apócrifo, que no lo había producido Manuel Felipe Rugeles, etc., etc., porque “qué le iba a decir ella a sus niños” … ante la sarta de agresiones o colección de verdades contenidas en el poema ...(?)”. Y según cuenta Castañón, así fue. Mi bondadosa tía, Ana Mercedes Azuaje de Rugeles (recientemente fallecida y a quien dios tenga en la gloria), le hizo la carta a la Sra. María Teresa Castillo y creyó que con eso harían las santas paces”. Pero todo lo que hemos visto, tanto los familiares de Manuel Felipe Rugeles, como sus amigos más entrañables y los degustadores de su poesía, es que a partir de ese hecho, se decretó prácticamente un ocultamiento total tanto del personaje como de su obra. Además con extensión continental. Porque si bien Manuel Felipe Rugeles aparece en el Diccionario Larousse como uno de los pocos poetas venezolanos allí reseñados, no apareció más en casi ninguna de las antologías que sobre poesía aparecieron después de su muerte. No aparece, por ejemplo, en la Antología de Poesía Venezolana, que presentara Juan Liscano. No apareció siquiera en una primera edición de otra antología que escribiera un poeta menor de apellido Escalona Escalona, quien a pesar de haber sido también secretario de Manuel Felipe, tuvo los cojones de obviarlo (luego lo incluyó en la segunda edición y eso porque algunos amigos le reclamaron la absurda inconsecuencia y el desparpajo). No aparece en la Colección Ayacucho, en la que han publicado a tantos que no le llegan ni por los tobillos a Rugeles (y n.e.p.s.m.t.). Y tampoco está en las ediciones de MonteÁvila. Apareció en una tímida antología en una colección también de menor rango, como es la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (BATT), porque allí resultaba (casi) impensable excluirlo. Y eso como para corroborar el lugar-común que se volvió, decir de Manuel Felipe que es un poeta nativista, costumbrista, de la montaña, casi que intrascendente, etc.
Es de destacar que poetas como Eugenio Montejo reconocía elogiosamente a Rugeles en todo momento; o Pablo Mora, gran poeta tachirense, desborda idolatría hacia la obra de Rugeles, y que otro poeta, Freddy Ñáñez, actual director de Fundarte, admirador también de Rugeles, cuando estuvo como delegado en el Táchira del Ministerio del P. P. para la Cultura, desde el Gabinete Regional, impulsó y logró reeditar una Antología de Manuel Felipe Rugeles, a través de la colección Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, BATT.
Voy a incluir en esta intención una pequeñísima selección de poemas de Rugeles, para que puedan ustedes, caros lectores, apreciar a vuelo de pájaro, su calidad (y n.e.p.s.m.t.). Si no les gustan los poemas, aquí no ha pasado nada. Esto también lo hago, porque en esta revolución no contamos con un poeta de la trascendencia universal que (yo, a lo peor, super-subjetivamente) le veo a Rugeles (y n.e.p.s.m.t.)... [ Tampoco cuenta "La Revolución" con un poeta de talla, ya que bajo mi modesta apreciación, ni Saab ni Sesto les llegan por los tobillos (aunque ellos se lo crean y algunos jalamecates se lo digan) a muchísimos poetas de ayer y de hoy, en Venezuela ] ... Y entonces nuestro presidente, haciéndose eco del pesado fardo adeco (verdi-blanco), cita como herencia histórica -y a cada momento- la poesía de Andrés Eloy Blanco, quien con su muerte temprana contribuyó a la decadencia y a la traición de los ideales iniciales de un partido como Acción Democrática. Y es que es difícil sostener un proceso sin algún peso poético. Los poetas adecos Andrés Eloy Blanco, Pinto Salinas, Ruiz Pineda, etc. murieron y ese partido se volvió un estercolero. Ahora bien, tampoco pretendo que lo conviertan (a Rugeles) en “poeta de la Revolución”, porque me parece que eso no tiene sentido. Estaría más que fuera-de-contexto. Me conformaría, como lo he venido sosteniendo, conque lo divulguen, lo den a conocer... a pesar de estar seguro de que Manuel Felipe Rugeles fue el poeta venezolano que más dedicó poemas al Padre Libertador. Pueden buscarse y leerse poemas como “Este niño Don Simón”, o “El Bolívar de Alejandro Colina” o “El ocaso del héroe”.
Con los textos que aquí incluyo, tengo una aviesa pretensión: Que se conozca “algo” de la poesía de Manuel Felipe Rugeles, poeta de la montaña, de los Andes venezolanos, de los niños de Venezuela y del mundo, pero, a la vez, poeta universal. Lírico como los grandes de la lírica universal (y n.e.p.s.m.t.). Y olvidado como pocos... para que, si se considerase medianamente justo, reivindicarlo. Para que lo rescatemos. Y para que por lo menos con una edición masiva de “Canta Pirulero”, se llenen de inspiración patriótica y amor por el país, los niños de mi patria Venezuela.
Espero que degusten estos poemas que me he tomado la libertad de seleccionar, para complementar esta intención. Disfrútenlos…
VÉ TÚ , P A L A B R A M Í A
Vé tú, palabra mía
como un golpe de viento sobre el ala
de una gaviota oscura.
Vé tú, palabra mía,
con el beso ignorado de cien bocas
y la música y sol de los arroyos.
Vé tú, palabra mía
con la caricia leve de cien manos
y la flor y la luz de los jardines.
Vé tú, palabra mía,
a sosegar su corazón que tiembla.
Y hasta la sombra en su rosal de olvido,
lleva el mensaje del amor del mundo.
De "Dorada Estación", 1958/59.
QUISIERA AMARLO TODO
Quisiera amarlo todo, Señor,
lo que le has dado al día,
en color y alegría
y has donado a la noche
en lágrimas y estrellas.
Y comprenderlo todo, Señor,
lo fatuo, lo sincero
y lo ruin y lo puro
con la mirada exacta
de Horacio, el venusino,
al contar las palomas
que poblaron su sueño.
Y sonreir a todo, Señor.
Que sea ésta mi forma
única de violencia
y mi virtud de hombre
ante lo injusto siempre
o lo justo que pueda
sorprenderme en la vida
sin tregua hacia la muerte.
De "Dorada Estación", 1958/59.
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Nota: El siguiente poema lo utilizan los miembros de la Peña Literaria “Manuel Felipe Rugeles” (que funciona en San Cristóbal) para abrir sus actos. Lo llaman “El Credo de la Peña..”.
T O D O E S T Á A Q U Í
Anhelaba esta hora de vida en la montaña.
Esperaba este sol para buscar senderos
perdidos en la niebla de la remota infancia.
Me detuve en la orilla luminosa del río
y jugué con el agua, limpia como un espejo
y en ella vi mi rostro como cuando era niño.
Piso mi valle. Siento la verde luz del campo,
la gravedad del pino que se curva ya viejo
sobre la tierra y siento las grietas del arado.
Estoy aquí sembrado como si fuera un roble
que respira en sus aires y se yergue hacia el cielo
con una algarabía de pájaros cantores.
Creo en el sol de junio y en el pan de la espiga;
creo en las amapolas que iluminan los huertos
y en las simples violetas que oculta la neblina.
Creo en el hombre triste, sin palabra y sin llanto,
que anda por las veredas con su vara y su perro,
apacentando sueños detrás de los rebaños.
Creo en la niña pálida que casi va desnuda
y detiene a su paso las palomas en vuelo
o dobla ante una malva la flor de su cintura.
Creo en los manantiales y en el fuego sin límite
del frailejón de oro, guardando su secreto
más allá de la noche que su aliento percibe.
Creo escuchar la abeja que despierta a la rosa.
La ronda de los niños, segadores del tiempo.
La rueda de los juegos girando en mi memoria.
Todo está aquí: la brisa, la flor, la mariposa.
Y Dios está en la yerba. Camina sobre el viento.
¡Ah! ¡Creo oir el canto matinal de las horas!
De "Cantos de Sur y Norte", 1954.
E L H O M B R E
Este hombre es el mismo que conocen los siglos.
Vencedor o vencido, filósofo o esclavo,
justo o impenitente, conforme o vengativo.
Este hombre es el mismo
que ha tirado el guijarro o ha aromado la venda,
que ha escondido el puñal o ha cortado la rosa,
que ha erigido el patíbulo o ha apagado la hoguera.
El que avivó la ira o prendió la alegría;
el que vistió la púrpura o el que anduvo desnudo
o lloró frente al mar o atizó la tormenta.
El mismo, el mismo hombre
que salvó las palomas o arruinó las abejas;
el del vaso de oro o el manjar de lujuria;
el que bebió del cielo o se hartó de la tierra.
El mismo, el mismo hombre
de la ardiente cruzada o el de voz tumultuaria;
el bandido o el mártir; el héroe o el misántropo;
el de la lámpara o cruz o bandera en la diestra.
O el que desesperado sin esperar blasfema,
o el que ha hundido sus labios en la herida del Cristo
o el que ahoga su llanto profético en la sombra
o el que mide su vida por un grano de trigo.
Todos el mismo hombre que conocen los siglos.
Y en la historia o la fábula diciéndonos hermanos.
Y tú, Dios, perdonando la mentira y el odio
y la sangre vertida que corre en nuestra manos.
De "La Errante Melodía", 1942.
C A N T I G A D E L D E S T E R R A D O
Ayer crucé la frontera
sólo por estar, amada,
cerca de tu cabellera,
junto a tu verde mirada
y entre tus brazos, siquiera,
preso hasta la madrugada.
El potro que me trajera
cerca está de la enramada.
Si alguien a indagar viniera,
di que aquí busca posada
por esta noche un cualquiera
que se va con la alborada.
Mañana en la sementera
mi huella estará marcada.
Ésta no será olvidada.
Va a durar la vida entera.
Dirán que estuve a tu vera,
sabiéndote enamorada.
Mañana por la frontera
vuelvo donde está mi espada.
Qué soledad más callada
en el destierro me espera
sin tu amor, sin mi bandera
y la casa abandonada.
Ay, si contigo estuviera
con la puerta bien cerrada,
sin que tú dijeses nada,
y la llave se rompiera
y el herrero se muriera
al llegar la madrugada.
POESÍA
Cuando el dolor me lastima
en el verso logro amparo.
Por espacio abierto y claro
busco en el cielo una rima.
Y de una cima a otra cima,
como el aire, como el viento,
va solo mi pensamiento,
con la luz de cada día,
dueño de su fantasía...
¡Y así nace lo que siento!
ROMANCE PARA UN POETA
(Fragmento)
..........................................
Hay que hacer algo esta tarde
para templar la añoranza,
para renovar los sueños,
para juntar la nostalgia.
Unidos pétalo y trino,
virtud de pureza intacta
guardados y defendidos
por invisibles murallas,
viven aún los poemas
que maduró tu esperanza,
puestas las manos al viento
con un temblor de alborada.
Testimonio de tu espíritu.
Rescoldo azul de tu llama.
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Nota: Este poema que sigue, “La Guacamaya”, lo
imagino aprendido de memoria, y declamado por todos
los niños y niñas de mi país...
LA GUACAMAYA
Sin rumbo en mitad del campo,
solita, la guacamaya.
De amarillo, azul y rojo
la cola, el pecho, las alas.
Oro y verde hay en sus ojos.
Oro y verde de Guayana.
¡Ay!, en la copa del árbol.
¡Ay!, si pudiera alcanzarla.
¡Al desplegar sus colores,
que hacia el horizonte vaya!
¡Que deslumbre como un sueño!
Y diga el que ha de mirarla:
- De amarillo, azul y rojo
la cola, el pecho, las alas.
- ¡Que linda flota en el aire
la bandera de mi patria!
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Nota: El siguiente es un soneto que grabaran tanto Gualberto Ibarreto como Hernán Gamboa (quien le puso música y hizo los arreglos musicales). Cada uno por separado...
TODO LO QUE ES MI VIDA ESTÁ EN TU VIDA
Tu alegría define mi alegría.
Tu ternura construye mi ternura.
Elevándose a ti mi poesía,
consagrada a tu amor, se transfigura.
Tu mirada, perfecta como el día,
¡qué suavidad al corazón procura!
Sobre él vuelca siempre la armonía
interior que le anima en su dulzura.
Cuando te digo mía es porque siento
rondar cerca de mi tu pensamiento,
imagen de la estrella y de la rosa.
Todo lo que es mi vida está en tu vida,
como el alba en el lirio sumergida,
como el oro en la ardiente mariposa.
Nota: Ahora, dos sonetos a dos grandes líricos españoles...
FEDERICO GARCÍA LORCA
Inmaculada sangre sobre el suelo.
Sangre de ruiseñor. Sangre en la aurora
de Granada, la vieja entraña mora,
heredad de su canto y su desvelo.
España entera vive en él su duelo.
La niña núbil, hoy mujer, le llora.
Santa Olalla su seno roto enflora
y el arcángel Miguel baja del cielo
Supimos que le habían fusilado
con un verso hecho alondra en el costado;
con las manos ardidas en la extraña
luz del alba, corolas sobre el viento,
y la palabra en un sacudimiento
de eternidad, diciendo adiós a España.
MIGUEL HERNÁNDEZ
Tu vida tuvo el signo de la hoguera.
Soñador, camarada, combatiente,
fueron hierro tu sueño y tu quimera
sobre la fragua roja de tu frente.
Recogías la espiga en primavera
cuando a tiempo regabas la simiente.
Labrador de tu propia sementera
quisiste serlo honrada y libremente.
Pero llegó la sangre sobre España.
Y fue tu corazón lo que hemos visto,
cercenado de luz y de guadaña:
girasol encendido sobre un canto
de amor al hombre, al olvidado Cristo,
que en la arena y el mar vierte su llanto.
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QUE PENA ME DA MIRARTE
Mi voz perdida en la niebla
como pluma sobre el viento,
ha de llegar hasta ti
por estos desfiladeros.
Indio sin tierra, sin rancho,
sin cobija, sin sombrero,
solo, desnudo en el páramo,
con hambre de pan moreno.
Indio que ya nada tienes
allí donde fuiste dueño
y que ahora por la sierra
vas caminando en silencio
tras el caballo y la sombra
del último encomendero.
Mi voz perdida en la niebla
te va buscando a lo lejos.
Mi voz sacude el tambor
primitivo de tu ancestro.
Indio sin pez, ni laguna,
sin carnada, sin anzuelo.
Indio que estás en la tierra
como un sauce a campo abierto.
Ruina impasible. Dolida
estatua. Pájaro ciego.
¡Qué pena me da mirarte
y saber que eres tan nuestro!
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Nota: Y ahora algunos poemas de “Canta Pirulero”, poemario dedicado a los niños de Venezuela y del mundo de habla hispana.
EL AGUA
¡Ay, el agua se me escapa
se me escurre por los dedos!
Es la misma, la que corre
por el rumbo del riachuelo.
Y en la luz de las cascadas
canta y baja por los cerros.
La del gozo de la lluvia
que da al campo un verde nuevo.
La que copia en el remanso
cielo y nube y hoja y vuelo.
La callada, la que pasa
por la huerta del labriego.
La que salta por los grifos
y se parte en mil reflejos.
La que todo lo hace limpio,
la que en nube torna al cielo.
La más clara: la del río.
La más pura: la que bebo.
¡Ay, el agua se me escapa,
se me escurre por los dedos!
BARCOS DE PAPEL
El niño de la montaña
lejos, muy lejos del mar,
hizo barcos de papel
y el agua los puso a andar.
Por los caminos del agua
los barcos de papel van.
Salieron de un mismo puerto.
¡Quien sabe hasta dónde irán!
Sopla los barcos el niño
y navegan al azar.
¡El niño de la montaña,
nacido lejos del mar!
ARCO IRIS
Doradas gotas de lluvia
con sol del amanecer.
El arco iris en alto
salen los niños a ver.
Por su escala de milagro
quieren al cielo ascender.
Cauda de siete colores,
dicen que baja a beber
a los ríos y cascadas,
cuando se muere de sed.
Nota: Ahora, a manera de capricho (mío), colocaré dos poemas emblemáticos de Rugeles, y otro más, referidos a su aldea natal. Solo que en el tercero le ofrece al hijo, la “Aldea perdida…”
LA ALDEA
En mi aldea
cuando niño
nunca creí en otra aldea,
nunca soñé en otro cielo,
nunca pensé en otra tierra.
Recortaba sus crepúsculos
y apacentaba sus nieblas.
Cristales me daba el río,
pájaros me dio la huerta.
Con un caracol de monte
vida tuvo una flor nueva.
Preso entre cuatro horizontes
pasé mi niñez entera.
Después descubrí un camino
nacido al pie de mi aldea.
LA ALDEA ME DIO SU ALMA
La aldea me dio su alma.
Yo di mi alma a la aldea.
Las diez casas de la aldea
se ven pintadas de cal
y muestran rojas macetas
de claveles y jardines
sin barandales ni puertas,
mirando siempre al camino
que marca rumbo a otra tierra.
Se alza la pequeña torre
de la iglesia
con su pequeña campana.
Su repique se oye apenas
por mayo cuando la Virgen
de Toituna está de fiesta.
Silencioso, inalterable,
por una canal de violetas,
corre el arroyo con sol
de la montaña a la aldea.
¿Aquí nunca pasa nada?
Nada ocurre sobre esta
superficie en que el olor
de los naranjos se acerca
al corazón de los niños
que van a la vieja escuela.
Aquí nunca pasa nada.
Sólo por mayo la iglesia
cobra un extraño perfume
y en su altar arde la cera
prendida en los candelabros
junto a la Virgen que sueña
para cada campesino
un verde nuevo en su huerta.
Y así fue como en la tarde
azul, toda primavera,
la aldea me dio su alma
y di mi alma a la aldea.
De “Aldea en la Niebla”, 1944.
Nota: Y luego en “Cantos de Sur y Norte”, escrito diez años después, conseguimos este otro poema, referencial de la aldea, esta vez ofrecida al hijo.
OFRECIMIENTO AL HIJO,
DE LA ALDEA PERDIDA
A mis cincuenta años hoy te traigo, hijo mío,
a conocer los viejos caminos de mi aldea,
y a sentir en la viva transparencia del aire,
la voz de las cascadas, el rumor de los pinos,
y el aria incontenida, versátil, de los pájaros
que cruzan por el círculo vesperal de su valle.
Por aquí tus pisadas, hijo mío,
van a encontrar la sombra de mi callado andar;
cuando estaba a la altura de estos nobles arbustos,
descubrir ya sabía la miel de los pomares
y el brillo del rocío que encienden las luciérnagas
en las primeras rosas que despiertan al alba.
Si fuera en aquel tiempo, hijo mío,
te hubiera convidado a mirar el almendro
que iluminaba el patio familiar de mi casa;
a buscar mariposas o a desprender orquídeas
y nidos de azulejos de los más altos árboles,
o tal vez a bañarnos en el pozo de un río
cantarino y celeste como la misma aldea.
Tienes la edad del trino. La flor de la alegría
se estremece en tus manos. Aprisionas el canto
de la aurora y no sabes andar entre la niebla.
por eso arden mis sueños junto a ti como el fuego
secreto de una lámpara. Y en tu ascenso a la vida,
hijo mío, los pasos de mi fe te acompañan.
Mi voluntad hoy crece para amparar tu signo
de lágrimas y el rumbo de tu inquietud de fuente.
¿Quién no tuvo en su fábula un palacio encantado,
una reina lejana o un iris encendido,
un pastor y una flauta, o un rebaño de estrellas,
o un barco, aunque ignorase dónde quedaba el mar?
A los cincuenta años he venido, hijo mío,
a entregarte las llaves doradas de mi infancia,
para que abras las puertas azules de tu aldea
y siempre en ella encuentres lo que yo supe amar.
Ojalá que a los lectores de aporrea les gusten los poemas vertidos aquí. Y si no es así, no importa. El tiempo continuará su tarea. Y algún día, algún día...se hará justicia.
Ah! Y se me olvidaba. Como otro de los programas que nuestra Revolución debe y quiere reivindicar es precisamente el de la agricultura y para ello se están rescatando y reasignando tierras, la letra y la grabación del Himno a la Agricultura que escribiera Manuel Felipe y le pusiese música su esposa Ana Mercedes Azuaje de Rugeles. Existe una grabación con la Coral Universitaria de la UCV. Este himno es una belleza.
Para finalizar, y a propósito de lo que comentara nuestro Comandante Hugo Chávez en relación a José Antonio Páez y su ‘conchupancia’ con la oligarquía venezolana, incluyo un Romance que escribiera Manuel Felipe Rugeles, en el que describe la traición de Páez y la re-buscada independencia.
ROMANCE DE LAS TIERRAS
Llaneros, los que cantáis
coplas de ayer, coplas viejas,
y al son de cuatro y maracas
evocáis cosas pretéritas:
cantadme, como hace un siglo,
con alma la copla aquella:
“Mientras haya un General
no compro ni una becerra
pues ellos para robar
de na’ forman una guerra.”
Entonces sabréis por qué
Yo os quise tentar la lengua.
Ahora os voy a contar
El romance de mis tierras.
Buscaron nuestros abuelos
No en vano la independencia.
Buscáronla en todas partes
Y ninguno dio con ella.
En el brillo de sus lanzas
Roja se hizo la contienda,
Y el héroe de la llanura
Era Páez, a muchas leguas.
Y a sus llaneros habló
De ir a conquistar la tierra
Para todos por igual.
¡Para todos! Y la gesta
la hicieron aquellos hombres
curtidos, de piel morena,
que tenían la ambición
en firme, como sus piernas;
que domaron con el látigo
de su voluntad serena
el hambre y la desnudez,
y al lomo de flacas bestias,
llano arriba, llano abajo,
como las garzas rumberas,
por todas partes pasaron
buscando esta patria nuestra.
De repetir improperios
tornan, al fin, de la guerra,
y el grito de los lanceros
como una lanza se quiebra.
Rotos, descalzos, desnudos,
reclaman la vieja oferta
que hiciera el catire Páez
antes de ir a Las Queseras.
Se impacientan, amenazan
con encendidas protestas;
pero ya el caudillo es amo,
y el amo a cumplir se niega
lo que promete una vez
cuando ve las cosas negras,
y el prometió en la llanura
repartir todas las tierras.
Palabras que torció el viento
como el humo de las quemas,
al sur de la realidad
y que hoy nadie las recuerda.
Los próceres, los caudillos,
de aquella sonada gesta,
se hicieron dueños de todo,
dueños de vidas y haciendas,
burlando así la ambición
de aquella gente insurrecta,
desde los primeros días
de urgida la independencia.
Llano arriba, llano abajo,
va la expedición de vuelta.
se hizo baldío el anhelo
de crear la patria nueva.
“Sobre la yerba la palma.
Sobre la palma la estrella.”
Sobre el caballo el llanero.
Sobre él su vida enferma.
La lanza ensartó victorias
en innúmeras proezas.
También ensartó paisajes
de sol y de luna nueva.
La sangre quedó en las manos
prometiendo una bandera.
Cantadme, como hace un siglo,
con alma, la copla aquella:
“Mientras haya un General
no compro ni una becerra,
pues ellos para robar
de na’ forman una guerra.”
Bueno, y será hasta aquí. Este último Romance lo he incluido especialmente para Chávez... pues me parece muy bien que haya puesto en su lugar a J. A. Páez, dentro de la historiografía nuestra.
Manuel Rugeles A.
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Twitter: @ManuelRugelesA