El BCV mostró sus lingotes de oro a analista del Bank of América: ¿Cuándo lo hará la Reserva Federal?

En días recientes se publicó una crónica en la página de Yahoo (en inglés), bajo el título “Venezuela abre sus bóvedas para que analista del Bank of America cuente los lingotes de oro” (*). Lo que debería ser una noticia de primera plana en los periódicos de Venezuela, ha pasado desapercibida y ni siquiera otros portales de internet la han reseñado. Un sigilo turbador. Como reza la información tomada de Bloomberg News, el venezolano Francisco Rodríguez, quien es economista y trabaja como analista financiero para la institución yanqui, Bank of America, hizo una solicitud inusual en el marco de una reunión de rutina con directivos del Banco Central de Venezuela. Les inquirió si podían mostrarle los lingotes de oro de nuestras reservas. Las autoridades del instituto emisor aceptaron, sin ningún tipo de excusas o trámites burocráticos, la petición de Rodríguez y lo llevaron hasta las bóvedas donde se hallan las reservas de oro monetario de la Nación. Además del analista del Bank of America y un funcionario del BCV ataviado con una bata blanca, iban otras cuatro personas.
Rodríguez, como muchos en el extranjero, ha sido objeto de las maliciosas campañas mediáticas en contra de Venezuela y su economía. De hecho, hace unos días, Ricardo Haussmann, profesor de la Universidad de Harvard y asalariado del Gran Capital, de manera irresponsable afirmó que Venezuela entraría en cesación de pagos, lo cual provocó que el valor de los bonos de nuestra deuda se desplomara. Para quienes conocemos el estado real de la economía criolla, las necedades de Haussmann no dejan de ser un mal chiste: primero EEUU entraría en “default” antes que Venezuela. Sin embargo, las falacias de estos mercenarios tienen repercusiones negativas en dilatados perímetros. Francisco Rodríguez reconoce que, en las últimas semanas, ha recibido llamadas telefónicas de inversionistas muy nerviosos por los rumores acerca de la situación financiera de nuestro país, debido a la guerra sucia de Haussmann, y ello lo impulsó a preguntar a las autoridades del BCV si podía avistar las reservas áureas depositadas en sus bóvedas subterráneas. La primera impresión de Rodríguez fue de que los lingotes no ocupan tanto espacio como se suele pensar: “En realidad llenaban cinco celdas pequeñas que ni siquiera estaban repletas hasta la parte superior”. De acuerdo con el analista del Bank of America, éste pudo hacer un conteo mental de acuerdo con las cantidades descritas en letreros ubicados sobre los lingotes y determinó que allí se encontraba la totalidad del oro que se había repatriado en 2010, gracias a las acertadas directrices del Comandante Hugo Chávez.
Venezuela dispone de 15 mil millones de dólares aquilatados en el metal dorado y ello representa el 71% de nuestras reservas internacionales, las cuales alcanzan los 21 mil millones de billetes verdes. Poseer la mayoría de éstas en oro acoraza de manera extraordinaria nuestra economía y la protege de las futuras “turbulencias” de una Segunda Gran Depresión Capitalista que sigue destruyendo empleo y calidad de vida en Estados Unidos, Europa y Japón. Un nivel de reservas entre 20 y 30 mil millones de dólares es el ideal para una nación como la nuestra, sobre todo si lo contrastamos con los tiempos pretéritos de la Cuarta República, cuando estos indicadores a duras penas acariciaban los 10 mil millones y 60% del PIB se iba en “servicio de deuda”. Por lo anterior, un escenario de cesación de pagos por parte de Venezuela es más que improbable a corto, mediano o largo plazo. Punto.
 
EL ORO DE LA RESERVA FEDERAL NO SE AUDITA DESDE LA DÉCADA DE 1950
La estridente ironía de todo esto es que si Francisco Rodríguez -o cualquier otro empleado de algún banco yanqui- pidiese ver el oro ubicado en los búnker de la Reserva Federal (banco central gringo), la respuesta sería tajante: un lacónico y rotundo adverbio negativo. Desde hace más de 50 años no se auditan los lingotes áureos que supuestamente custodia la Reserva Federal en varias de sus sedes en Estados Unidos e innumerables iniciativas del Congreso, en relación con el asunto, han topado con el inexpugnable secretismo del citado organismo. En 2009, el diputado republicano por Texas, Ron Paul, exigió una auditoría externa a las reservas de oro de la Fed y la propuesta se diluyó en la centrífuga legislativa de los “intereses creados”. Después de la decisión de Richard Nixon de desconocer los acuerdos de Bretton Woods y eliminar la convertibilidad del dólar estadounidense en metales preciosos, en 1971, se acrecentaron las dudas acerca de la cantidad de oro que la Reserva Federal aseguraba poseer. Desde 2008, la precaria situación económica de Washington ha provocado más suspicacias en el orbe respecto a la fortaleza del sistema que pivota sobre Wall Street; Paul Craig Roberts, quien fue subsecretario del Tesoro durante el gobierno de Reagan, ha denunciado –de forma reiterada- que en los recovecos blindados de la Reserva Federal ya no hay oro ni para hacer un anillo (**).
En 2013, Alemania decidió repatriar una porción de sus reservas áureas ubicadas en Estados Unidos, las cuales se contabilizan en más de 1.500 toneladas. De éstas, el plan era sacar 300 toneladas que se encuentran en el banco de la Reserva Federal en Nueva York. Sin embargo, Washington se negó a devolver el oro a Berlín y esgrimió que debía aguardarse hasta 2020 para consumar tal acción. ¡Insólito! Asimismo, la Reserva Federal impidió en sucesivas oportunidades la visita de representantes del Bundesbank a las bóvedas de la Gran Manzana y ello encendió las alarmas en el Estado teutón. Después de una fuerte presión de las altas esferas gubernamentales europeas sobre la Casa Blanca, los yanquis sólo permitieron que una novel comisión proveniente de Alemania atisbara una ínfima fracción de las 1.500 toneladas del oro de Berlín: no se logró tocar ni contar nada. Al final, para cuidar las apariencias y evitar que cundiese el pánico global, Washington prometió retornar cinco toneladas de sus lingotes al Bundesbank: todavía faltarían 295 (***). La canciller alemana, Angela Merkel, desistió de la idea de repatriar el resto de las reservas en metal dorado y su gobierno zanjó el “affaire” de la siguiente manera: “Los estadounidenses están cuidando bien de nuestro oro. Objetivamente, no hay ninguna razón para desconfiar (¡!)”.
Ante lo pretérito, habría que formular algunas descarnadas interrogantes: ¿qué habría pasado si las autoridades del BCV hubiesen negado el acceso a las bóvedas al analista del Bank of America? ¿No habría provocado ello un escándalo en la prensa burguesa nacional e internacional? ¿Qué falacias no estarían propalando los laboratorios de operaciones psicológicas de la CIA acerca de nuestra economía? Por el contrario, la única superpotencia sobre la faz del planeta se resiste a la auditoría externa de su banco central y, para rematar, pone trabas para reintegrar las barras de uno de sus aliados más prominentes del Viejo Continente, pero nada de ello merece la más mínima atención de los mecanismos de propaganda de la plutocracia terráquea. Lo más preocupante es que, como Alemania, otros países transitarán ídem viacrucis para reclamar su oro a la Reserva Federal y sin la garantía de que éste sea reembolsado íntegramente. Cuando arribe la inexorable debacle del dólar… ya sería demasiado tarde.    
 
 
 
 (***) ¿Por qué Alemania no puede repatriar su oro de EEUU?: http://www.gaceta.es/noticias/alemania-repatriar-oro-eeuu-27062014-1926


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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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