Rajoy: El mismo que se atreve a emitir juicio sobre Venezuela

En una redada bautizada como “Operación púnica”, la Guardia Civil de España detuvo el día lunes al ex-secretario general del Partido Popular (PP) que gobierna actualmente ese país bajo la conducción de Mariano Rajoy, quien es también presidente de ese partido.

La Guardia nacional ha detenido igualmente a seis alcaldes. Cuatro de éstos del PP, uno del autodenominado partido socialista (PSOE), y otro del llamado Unión Democrática Madrileña (UDMA). Todos, integrantes de una red de corrupción que esta vez alcanza a 51 altos dirigentes políticos, del ejecutivo y de los gobiernos regionales y provinciales de España. Misma mafia, cuyas réplicas las tenemos en México, en Colombia, en Perú, en Paraguay, como herencia y lacra del colonialismo español.

No es la primera, ni será la última vez

Ya en el 2011, otro escándalo mayúsculo de corrupción que se conoce como la “Trama Gûrtel” en alusión al apellido de quien dirigía la mafia. Un tal Correa que en alemán se traduce como gûrtel. En esa ocasión, otros tantos funcionarios y altos directivos de gobierno y de empresas privadas, todos vinculados al partido del señor Rajoy, fueron encontrados culpables de actividades delictivas vinculadas con adjudicaciones fraudulentas de contrataciones de obras a cambio de millonarios cupos para evitar el concurso público; movimientos de dinero a cuentas personales en paraísos fiscales y otros delitos.

En la acción punitiva correspondiente cayeron no sólo alcaldes, sino también diputados, directivos de empresas públicas y asesores de funcionarios del Estado del más alto nivel, que actuaron en connivencia con directivos de empresas privadas.

De las penas impuestas, como suele ocurrir, se sabe muy poco y probablemente cada uno de estos buenos servidores públicos y competitivos empresarios estén, ahora mismo, disfrutando de sus rentas mal habidas y haciendo nuevos “lucrativos negocios”, dentro y fuera de España.

Total, el “sistema” funciona así. Luego le tocará el turno al PSOE, y después, nuevamente al PP, tal cual queda establecido en el acuerdo de “punto fijo” que rige la alternancia en el poder en la “democracia” española. De la que, ciertamente, los españoles se sienten satisfechos y complacidos. Por algo el actual vicesecretario de organización del PP, cuyo nombre no importa, dice estar convencido que una “mayoría de ciudadanos de su país revalidará su confianza en ese partido, porque está liderando la lucha contra la corrupción”. (Los corruptos lideran la lucha contra ellos mismos. ¿Increíble? No, hombre; español).

Y, ¿qué ha dicho Rajoy?

Refiriéndose a los, hasta el momento, 51 implicados, espetó: “Unas pocas cosas (como estas) no son 46 millones de españoles ni el conjunto de España”.

Cobrar comisiones entre el 2 y 3% por cada contrato adjudicado, burlando el concurso público, para obras y provisión de servicios; intervenir en la compra y reventa de acciones de una empresa televisiva, o la quiebra fraudulenta de una de las Cajas de Ahorros con el mayor número de ahorradores de España y su posterior “rescate” con dinero público, son “pocas cosas” para este súbdito de turno en la administración de una de las monarquías más corruptas y decrépitas de Europa. También para su Rey, cazar elefantes, era poca cosa, frente al placer palaciego de hacerlo junto a los carniceros que casi han extinguido las especies en África y otras latitudes.

Como es usual para los corruptos y los artífices del cohecho, lo que ocurre en sus gobiernos, son sólo equivocaciones. Lo que cuenta es pedir disculpas y hacerle saber a la ciudadanía que “se están tomando las medidas para que esas pocas cosas no se vuelvan a repetir nunca más".

El atrevimiento de los fantoches

Con relación a Venezuela, han sido precisamente el Rey y sus súbditos del gobierno español los que pretendiendo olvidar su historia pasada y presente de corrupción y de cohecho, se han atrevido a criticar u opinar sobre la Revolución del pueblo bolivariano de Venezuela, su gobierno y sus dirigentes.

Por su parte, la prensa decadente y servil de España y de los países en los que su impronta colonialista es aún añorada con nostalgia saca a relucir, cada vez que puede, lo que vociferara “su Rey”, cuando el presidente Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana del 2007, en Chile, enjuició el apoyo y financiamiento del ex-presidente español José María Aznar (ex-presidente del partido popular antes que Rajoy) y de su gobierno, al Golpe de Estado del 2002 en Venezuela.

Lo que olvida la prensa apátrida española y de latinoamerica, es que ese llamado “Rey”, y su súbdito Rodríguez Zapatero, por entonces presidente de España, pretendían defender la acción asumida por el gobierno de Aznar en Venezuela y en Nicaragua, a favor de los intereses norteamericanos y de las empresas depredadoras españolas durante los gobiernos posteriores al del Frente sandinista, y anteriores al de Chávez en Venezuela. Pretendían, igualmente, olvidar la acción nefasta, incondicional y genocida de España en Irák y en Medio Oriente y Palestina a favor de EEUU y de Israel.

Como dijera el presidente Correa de Ecuador, felizmente, el presidente Chávez no escuchó la atrevida frase de quien morirá creyendo que vive en el Medioevo, gracias a la estupidez de quienes aún creen en la existencia de reyes y mandatos divinos.

Cuando Rajoy, hace unos días, pretende decirle al gobierno revolucionario de Venezuela lo que debe ser su actuación con relación a los criminales presos del “golpe suave” que sigue ensangrentando a este país y a su pueblo, no hace sino lo mismo que cuando el tal rey y su súbdito de turno del PSOE defendían la actuación del otro súbdito del partido popular. Secundar la agresión nazi-sionista comandada por EEUU a Venezuela. A Aznar, a Rajoy y a toda la recua del PP y del PSOE, no les interesa sino sus propios intereses (que se pueden medir no sólo por los altísimos sueldos que se asignan, la doble contabilidad que manejan sus partidos, sino, y sobre todo, por los ingresos millonarios que genera el ejercicio corrupto del poder y la obsecuencia a los gendarmes del delito, la guerra, el narcotráfico, los genocidios y magnicidios.

Las evidencias de que primero están los bolsillos de quienes manejan y se turnan en el poder en España, saltan a la vista cuando uno visita España o se entera de cuál es la situación de su población que se quedó sin trabajo, sin vivienda sin asistencia médica, sin seguridad alguna. Y no precisamente en cifras que son las que privilegia UNICEF, en una afán sádico que pretende pasar por preocupación.

La pobreza infantil en España se ha extendido a todas las clases y estratos sociales haciéndose extrema en los sectores secularmente pobres. La monarquía española ocupa uno de los últimos lugares de 41 Estados de la OCDE en índice de pobreza. Los niños, los adolescentes y jóvenes no tienen perspectiva alguna de futuro. Los grupos y las élites del poder, han incrementado sus ingresos haciéndose insuperable la brecha que los separa de los pobres y pobres extremos, a tal punto de hacerse insuperable incluso si todo se revirtiera en el largo plazo.

Mientras las élites del gobierno central y de los gobiernos regionales se enriquecen y disfrutan de todos los placeres que apareja la corrupción y el cinismo, los presupuestos de estas instituciones han sufrido “recortes” injustificables nunca antes vistos en la administración pública española.

Frente a todo esto, el señor Rajoy ha pedido “perdón” por la corrupción y ha propuesto a sus pares del PSOE, “la regeneración democrática” para juntos endilgárselo al pueblo. Mejor dicho, como hacemos juntos borrón y cuenta nueva para que todos vuelvan a votar contentos.

Ahora ya sabe usted, quién es Rajoy. El mismo que se atreve a decirle a Venezuela, lo que es democracia.


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Rubén Ramos Alizorojo

Sociólogo y educador peruano, postdoctorado en Filosofía, Política e Historia de las Ideas en América latina por la universidad del Zulia-Venezuela

 ruby_7872@yahoo.es

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