Lechugas por conciencia vendida, que mala intención

¿Serán las traiciones una excusa para intentar borrar todo vestigio del fenómeno Chávez en EL MUNDO?

La perversidad de la traición es un mal enquistado que mal acompaña al hombre desde tiempos muy remotos, ya para los años 338 a.C., fue utilizada como fundamento estratégico sobre la cual se forjaría el imperio romano,  al adoptar lo que más tarde se denominaría divide et impera, traducido en divide y domina, sus precursores el gobernante romano Julio César y el emperador corso Napoleón, cuyas típicas técnicas utilizadas consistían en alimentar disputas, controversias, traiciones, con la única finalidad de contribuir al debilitamiento de las estructuras de poder para posteriormente posesionarse de esos nuevos territorios que se pretendían conquistar.

Una de las estrategias mayormente utilizadas a través de la historia para crear divisiones es la traición, donde alguien de confianza, atraído por millonarias recompensas, son capaces de venderse al mejor postor.  En la Biblia, narrado por el Apóstol Juan, encontramos uno de los casos de felonía más emblemáticos. Escribe el propio discípulo Juan, que días antes de la Pascua, Jesús fue a Betania donde le hicieron una cena y allí María, tomando una libra de perfume de nardo que tenía un alto costo, ungió los pies del Maestro, se dice que la fragancia del perfume impregnó toda la casa. Judas como uno más de los discípulos que luego traicionaría a Jesús, profiere: ¿Por qué no se vendió tal perfume por trescientos denarios y se repartía entre los pobres?, al parecer esa “buena intención”, por no decir la disciplina del buen ladrón, esa que supera cualquier inteligencia, estuviese preocupado por los más necesitados, máxime cuando refiere más adelante el propio Juan, que Judas como el tesorero quien cargaba la bolsa del dinero, sustraía de lo que echaba en ella para su beneficio personal.

Cualquiera pudiera decir, qué tiene que ver una cosa con la otra, o cómo pudiera vincularse con la mala intención, la clave encriptada está en eso que la mayoría ya ha develado como aquella máxima: “divides y vencerás”, aspecto que no habría necesidad de discutir acá.  Por supuesto, que la disciplina, el trabajo obsceno sistemático hace su mejor papel, (revisen el montón de documentos desclasificados donde aparecerán tremendas evidencias) en momentos en que Venezuela se ataca por los cuatro vientos, digan lo que digan, para nadie es un secreto, que debilitar el segundo pedestal del chavismo en Venezuela significa dispersar cualquier esfuerzo que se haga por restituir la unidad de las fuerzas revolucionarias.

Es un doble discurso usar las drogas como pretexto para juzgar a una persona, sobre todo cuando el tema de la drogadicción en el mundo no es un problema producto de la oferta, o de quien la fabrica, se trata de las perversiones y demandas provocadas por el mismo sistema que aparentemente lo condena, creando todo un mercado que puertas adentro en su propio patio, genera unas cuantiosas y elevadísimas ganancias económicas, además de idiotizar a gran parte de su propia gente, vaya usted a saber tamaña intencionalidad.

Entonces, ¿Acaso la similitud no es casi la misma, cuando Judas manifiesta su “gran preocupación por los pobres”, cuando sus verdaderas intenciones justificadas estaban centradas en los dividendos y réditos que generaría, que ese dinero cayera en su bolsa?.  En el marco de estas ideas, está clarísimo, que una persona que luego de permanecer casi tres quinquenios, que formó parte activa como miembro del cuerpo de seguridad del gobierno, que durante años anduvo al lado del propio Comandante, de la noche a la mañana apunta su dedo acusador, no contra Diosdado, sino contra el pueblo venezolano, ese que ha cifrado sus esperanzas en un proceso, que ha visto concretado sus sueños después de 200 años, ese pueblo que después de tanta negación por las clases que en otrora gobernaban al país, por fin se hace visible y adquiere un estatus constitucional, de dignidad, de ciudadanía.

Así que con todos los argumentos e infamias de los enemigos del proceso bolivariano y cuyas finalidades parecieran ilimitadas, con evidencias y prefabricadas falsedades, con intenciones de liquidar moralmente a importantes dirigentes de la revolución bolivariana, tales acciones no son otra cosa que la propia traición, tal como lo hizo Judas, que vendió a su Maestro por treinta monedas; cabría preguntarse cuántas lechugas verdes o prebendas le habrán ofrecido a ese señor con la esperanza de cumplir el añorado sueño dorado, por mucho que le hayan ofrecido sigue siendo poco, frente al valor de lo que representa la dignidad, la Patria. No obstante, todas estas agresiones terminarán por derrumbarse por carecer de sustentación y estar montadas en falsos soportes de manera temeraria por inescrupulosos personajes ya identificados, para lo cual apelamos a esa vieja frase: “la historia nos absolverá”, tal como respondiera de manera contundente el propio Diosdado cuando afirma: “el corazón de Venezuela es un reloj que marca implacable el tiempo que le resta para recuperar la libertad”.

Por último, llama poderosamente la atención que una potencia, que por años ha estado acopiando todo un poderío bélico, convencional y atómico, podría llegarse a pensar que se trata de toda una supremacía, pero también es conocido los mitos incrustados en el imaginario de nuestros pueblos, que terminan por rayar en lo absurdo, al pensar que se trata de una raza más inteligente, que les da derecho a convertirse en dueños del planeta y convertir en patios traseros donde se les ocurra; sin embargo, no se entiende cómo esa fuerza telúrica que representa Chávez aun muerto, les pone a repensar y revaluar tan absurdas acciones; nada más basta con ver los resultados en la Grecia contemporánea, como la izquierda recurriendo a menudo ícono alcanza un peldaño de vanguardia como nunca en su historia. En este punto uno se pregunta: ¿Por qué esa suprema raza, dueños de todos y con un poderío cuasi indestructible, siente temor de ese chavismo sin la presencia de su propio mentor?

 

unicllano@gmail.com



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