No es primera vez que la rancia oligarquía bogotana se atreve caerle a mordiscos a las enormes riquezas que yacen en el suelo y el subsuelo venezolano. Son las cifras estadísticas las que hablan por sí sola, cuando señalan que hemos sido invadidos por inmigraciones masivas que huyeron de su territorio, como consecuencia de un Estado impotente que no ha sido capaz de enfrentar la pobreza y el terrorismo que ya lleva décadas azotando al pueblo colombiano. Ello explica porque millares de colombianos se han visto obligados a desplazarse a territorio venezolano, algunos de ellos con planes y fines expansionistas. Frente esta dolorosa y dramática realidad, cabe preguntarse: ¿Esta o no en riesgo nuestra seguridad y defensa nacional? ¿O poco nos importa el hecho que después de México, somos el país que más territorio ha perdido en América Latina, y que por mala suerte hemos tenido gobernantes tan esplendidos como Eleazar López Contreras, quien el 5 de abril de 1941 cedió a Colombia más de 108.000 km2?
Ha trascurrido más de medio siglo de iniciada la guerra intestina en el vecino país, y todavía por falta de control migratorio no hemos podido impedir que ingresen a nuestro territorio toda una variedad de flagelos, tales como delincuencia, secuestro express, paramilitarismo, escuadrones de la muerte, narcotraficantes, estafadores, sicarios, prostitución, mendigos, contrabandistas, buhonerismo, fuga de divisas, así como colapso en los servicios públicos.
Imaginémonos por un momento lo que habría pasado en Venezuela, si hubiesen prosperado las intenciones del Ex –Presidente Álvaro Uribe, quien con el mayor de los descaros aseguro que fue por falta de tiempo no nos intervino militarmente, violando así todos los acuerdos y tratados que garantizan el derecho de soberanía a los miembros de la comunidad internacional. Por cierto, Ecuador no escapo a las agresiones de Uribe, pues el 1 de marzo de 2008, fuerzas militares colombianas ingresaron al territorio, sin el debido permiso del gobierno de Quito. Resultado de aquella agresión: ruptura de relaciones entre ambos Estado y la condena internacional para Colombia por violar la soberanía ecuatoriana.
En lo que refiere a nosotros, dudamos que alguien tenga la infeliz ocurrencia de fomentar sentimientos anti-colombiano que generen odiosas diferencias, pues en honor a la verdad reconocemos que no todos los inmigrantes vinieron con malas intenciones. Igualmente, sería ingenuo creer que todo sería color de rosas en caso de un eventual conflicto armado entre ambas naciones. Recuérdese que entre nosotros conviven más de 9 millones de colombianos y que en su mayoría son uribistas, según revela el historiador Carlos Edsel González. A este cuadro poco halagüeño, se suma el hecho de que nos enfrentamos a un peligroso enemigo llamado Estados Unidos, potencia que como caimán en boca de caño anda al asecho de cualquier pretexto para invadirnos con su ejército de marines.
Y porque sabemos que esos monstruos del Pentágono no la piensan dos veces cuando se trata de agredir a los pueblos libres, debemos estar alerta ante la insistencia de algunos medios de comunicación colombianos que se empeñan en sembrar odio y desprecios contra el gobierno y el pueblo venezolano. ¿Sera esta grosera guerra psicológica, otro haz en la manga del imperialismo para intentar desestabilizar y derrocar la revolución? ¿Qué debemos pensar después de escuchar a Obama diciendo que a veces les toca torcerles el brazo a otros países para que hagan lo que quiere EEUU? Vaya tronco de Premio Nobel de la Paz el que selecciono el jurado en Estocolmo.
En cuanto a la propaganda sucia y su presunta vinculación con el Presidente Juan Manuel Santos, no hay que descuidar el lado oculto de su doble discurso, así como también exigirle que nos aclare si era de suelo colombiano que planeaban despegar el avión de guerra, con el que pensaban consumar el magnicidio y el golpe de Estado en Venezuela. Por ello decimos que quienes estén creyendo que Uribe y Santos se odian a muerte, están orinando fuera del perol, pues a la hora de la chiquita ambos están unidos por los mismos intereses de clase. Por algo dicen que los mochos se juntan y se rascan entre sí. Veamos lo que Juanita León, nos dice: "Santos tiene estrechos vínculos con los medios. El ejemplo de El Tiempo es uno de los más evidentes: su director está casado con una prima del Presidente y es primo de la Canciller. Pero en Semana el presidente tiene a uno de sus mejores amigos y a su sobrino favorito. Su asesor más cercano, Juan Mesa, que viene de ser un alto ejecutivo en Caracol, es hermano de la gerente en Publicaciones Semana"
Y porque guerra avisada no mata soldado, ni tantico así con el enemigo. Debemos estar claro que lidiamos con unos furibundos anti-bolivariano, quienes con tal de repartirse la cochina son capaces de venderle el alma al diablo. De modo que si nos queda alguna duda al respecto, bastaría con consultar en la historia para enterarnos que fue por glotonería de poder que Francisco Santander traiciono a Bolívar. Con razón Juan Vicente Gómez que era muy suspicaz y supo cuidarse de quienes lo rodeaban, decía: Al vecino ni tan cerca, porque no conviene que se entere de las intimidades; pero tampoco tan lejos, porque no conviene tener el enemigo al lado
Cuidado si aprovechando nuestro clima político enrarecido por esta oposición desleal y apátrida, la presencia de bases militares norteamericanas en suelo neogranadino, decida la oligarquía colombiana anestesiar su gravísima crisis social haciendo el papel de Caballo de Troya, facilitando así los planes injerencistas de EEUU en contra de nuestra soberanía, hoy más que nunca respaldada por la inmensa mayoría de los Estados soberanos del mundo. ¿O no es cierto que liberales y conservadores colombianos siempre la pongan a la entrada o a la salida?.