Resultan sospechosas las voces que reclaman mayor acción de parte del gobierno venezolano para defender la soberanía del Esequibo. Sobre todo, cuando el estado venezolano reclama a los Estado Unidos por el decreto injerencista que la acusa de constituir una amenaza para esa nación imperialista. Qué casualidad que este contexto internacional surjan las diferencias fronterizas del Esequibo y las marítimas con Colombia?
El gobierno de Hugo Chávez protestó en 2002 la asignación de áreas a empresas transnacionales en la zona en reclamación. También Chávez dio cumplimiento al decreto de Bolívar de agregar la octava estrella a la Bandera Nacional en el año 2006, la que representa a la Provincia de Guayana, el reconocimiento oficial de ese territorio desde el siglo XIX.
Quienes hoy atacan al gobierno desde el discurso patriotero, no ofrecen una solución, dan la sensación que la violencia es la solución, otros se quedan en la crítica malsana. Posiciones que hacen el juego a Estados Unidos y la OTAN en su afán imperial de prevalecer en este tipo de conflictos, donde están involucradas las transnacionales y su interés por las reservas petroleras-gasíferas, de hierro, oro, bauxita, acuíferos, paraísos paisajísticos y muchos otros recursos que atesora esta zona.
Quizás el acto de mayor importancia realizado por cualquier gobierno en relación al reconocimiento del territorio Esequibo, es la incorporación a nuestra Bandera Nacional, un gesto simbólico, como justo homenaje a la República y al pendiente cumplimiento del Decreto emanado del Congreso de Angostura de reconocer a la zona de la Guayana en nuestra bandera. Acción a la que se opusieron de manera exacerbada los partidos de oposición. Los mismos que durante la IV República utilizaron el tema del Esequibo como recurso fácil para desviar la atención de los conflictos internos, donde una dosis de falso nacionalismo y de engaño al pueblo resolvía momentáneamente la situación.
Chávez explicó muy bien la situación del Esequibo y la relación con nuestro vecino Guyana. Recurriendo a la visión superior de la Patria Grande, como punto de partida para resolver el diferendo sobre la soberanía territorial con un país hermano. La posición de Chávez, introduce un precedente nuevo que aleja la posibilidad del uso de la fuerza para resolver cualquier situación bilateral. Solucionar en paz y para el bien de las dos naciones de acuerdo al objetivo de ganar-ganar y no de perder-perder, como resultado de estimular el conflicto.
Con el nacimiento de la CELAC una herramienta de integración, la declaración de Latinoamérica como territorio de paz es posible, deja de ser quimera, utopía, consigna, porque es el espacio que abordará todas las disputas pendientes entre nuestros países, precisamente para garantizar la unidad, la armonía, la tranquilidad y la confianza necesaria para trabajar en la superación de la pobreza y de otras desigualdades.
El presidente Hugo Chávez denunció los planes militares venezolanos en contra de Guyana en la IV República. Siguiendo órdenes del pentágono, pretendían una agresión militar y la invasión a Guyana, utilizando los F-16, bombardear la capital de Guyana, Georgetown, que incluía volar los diques que evitan la entrada del mar a esa ciudad.
¿Qué ocurriría si una acción militar como esa tiene éxito? ¿Valdría la pena la destrucción de una ciudad entera con sus habitantes? ¿Por qué realizar un acto de barbarie en contra de una nación vecina, pequeña, prácticamente sin fuerzas militares, que heredó de la colonia británica una reclamación territorial que significa más del 70% de su territorio?
Hay sectores de venezolanos que critican la posición de Chávez con relación a Guyana. También mal se expresan del papel de Cuba y los países del Caribe en la década de los ochenta, visión fundamentada en la propia denuncia y reconocimiento de Chávez que no aceptaba los planes de las autoridades de la IV República con relación a Guyana. El contexto histórico es muy importante, no podemos unir la situación de finales de la década de los 70’ y los años ochenta y extrapolarla a la actual que es muy distinta.
Veamos el contexto, por ejemplo, Cuba utilizó aeropuertos de Guyana para reabastecer sus aviones que trasladaban las tropas a Angola, en 1975, fuerzas militares empleadas en erradicar las fuerzas invasoras del colonialismo portugués y mercenarios apoyada por los racistas sudafricanos. El gobierno de Guyana permitió de manera secreta el uso de un aeropuerto con ese objetivo, gesto que Cuba siempre valora del gobierno revolucionario que en ese momento dirigía los destinos de Guayana. Gesto bien visto por la mayoría de las naciones africanas.
Los planes militares venezolanos en conjunto con el imperio norteamericano contemplaba utilizar los aviones F-16 para atacar posiciones cubanas en el oriente de la isla, en caso de un conflicto militar con Estados Unidos. El mismo gobierno venezolano que ayudó a la planificación de la invasión a Granada que puso fin a la vida del importante líder revolucionario caribeño Maurice Bishop y la derrota de las fuerzas nacionalistas y progresistas de esa hermana nación.
En los defensores a “ultranza” de la soberanía venezolana sobre el Esequibo persiste el interés manifiesto de mal poner la posición cubana, de los países caribeños y africanos sobre esta disputa territorial venezolana-guyanesa. Por eso, otra vez es necesario acudir al contexto histórico. En 1988, Fidel Castro, como Jefe de Estado, de un país que mantenía relaciones diplomáticas con Venezuela, asiste invitado a la toma de posición de Carlos Andrés Pérez. Hay grandes expectativas sobre este evento donde asistieron todos los Jefes de Estado y Gobiernos del Caribe y Latinoamérica, en un momento que se desintegraba el campo socialista y poco tiempo después la Unión Soviética. Fidel no asistió a respaldar al gobierno del asesino Carlos Andrés Pérez, como algunos manipuladores plantean, sino a acelerar la necesidad de Cuba de regresar a formar parte de la región latinoamericana, aprovechando la llegada al poder de varios presidentes socialdemócratas, menos hostiles a la Revolución Cubana.
Que se supo después, muchos de ellos andaban conspirando junto con Estados Unidos y la socialdemocracia europea, la española fundamentalmente, liderada por Felipe González que necesitaban devolver a Cuba al escenario latinoamericano para influir en su regreso al capitalismo, un favor a la gusanera de Miami y al presidente Ronald Reagan. Los dirigentes revolucionarios cubanos sabían muy bien eso y tuvieron que enfrentar los riesgos. La visita de Fidel a Venezuela constituyó un éxito para Cuba y todo el continente que favoreció la integración de la Patria de José Martí que quedaba sola ante la hegemonía norteamericana.
Para Venezuela y Guyana es fundamental aprovechar la actual coyuntura para acordar la solución definitiva del diferendo territorial del Esequibo. Este momento histórico que favorece los procesos de integración a través de las instituciones capaces de enfrentar con éxito la salida integral a una situación que perdura por mucho tiempo.
Entre los temas pendientes está desarrollar una pedagogía latinoamericana de la importancia de la preservación territorial de esa zona estratégica y educar a las nuevas generaciones en la importancia de la integración de la Patria Grande como bien superior.
Construir una propuesta binacional integral que hagan viable los planes futuros mientras se resuelve la problemática legal.
Los planes de desarrollo integral de la zona Esequiba impactarán la extracción de materias primas, el aumento de las capacidades energéticas y de la construcción de la infraestructura necesaria para las mismas. Mejorar la situación socioeconómica de los habitantes de esa región, además del reconocimiento como ciudadanos venezolanos y guyaneses de los pueblos amerindios y de los habitantes de esa zona. Esas iniciativas y la implementación de normas binacionales de convivencia coadyuvaran a resolver de manera pacífica e integral los problemas acumulados durante siglos.
Establecer los acuerdos binacionales para la creación de parques y reservas de bosques, de los acuíferos y las cuencas de los ríos y otras zonas protegidas por las instituciones de las Naciones Unidas, como zonas especiales de preservación de los recursos naturales que forman parte del territorio de la Amazonía trinacional (Venezuela-Guyana-Brasil), como pulmón del planeta.
Las empresas transnacionales del gas y el petróleo que pretenden explotar esos territorios también lo hacen en territorio venezolano, por lo tanto, se podría acordar con Guyana la explotación de esos territorios utilizando la legislación del país que mejores condiciones económicas proporcione a Venezuela y a Guyana.
El gobierno derechista de Guyana y algunos actores internacionales económicos podrán tener objetivos comunes, de allí el gran esfuerzo comunicacional para difundir la propuesta integral venezolana que sirva de disuasivo a las pretensiones bélicas y fortalecer la confianza de los guyaneses que Venezuela jamás iniciaría una agresión en contra de su patria.
Una visión superior debe acompañar los objetivos políticos de las dos naciones. De allí la importancia de fortalecer la comisión binacional que estudie las iniciativas que eviten a toda costa las pretensiones imperiales de hacerse de esa zona rica en diversidad biológica, acuíferos, reservas en maderas, minerales y energéticos. Más las posibilidades para el desarrollo del turismo.
La posición venezolana de desarrollo integral de esa zona en beneficio de los dos países y de la humanidad debe explicarse en la ONU y en la CELAC. Plantear la creación en el Esequibo de parques y áreas de reserva mundial de biodiversidad, monitoreada por la Organización de las Naciones Unidas.
No podemos olvidar que el origen del diferendo por la soberanía del Esequibo nace de las pretensiones del imperialismo inglés de usurpar las posesiones coloniales españolas estratégicas, como esta que ocupa la entrada y salida al río Orinoco, territorio que comunica con la Amazonía y que anhelan poseer las potencias imperialistas.
agapitoman1926@yahoo.com
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