EEUU apunta a Venezuela usando disputa fronteriza como pretexto

Draitser sostiene que la disputa entre Venezuela Guyana sobre la región del Esequibo es un nuevo frente en la desestabilización de Venezuela.

La actual disputa fronteriza entre la República Bolivariana de Venezuela y su vecina Guyana, no es un simple desacuerdo acerca de una línea arbitraria sobre el mapa. En realidad, se trata de un conflicto de importantes dimensiones políticas que tendrán implicaciones geopolíticas profundas y de largo alcance en el corto y largo plazo.

El área en cuestión, conocida como Guayana Esequiba es una región sujeta a reclamos territoriales que se remontan a más de un siglo de antigüedad, cuando los intereses imperiales británicos dominaban el mapa político de gran parte del mundo, incluyendo América Latina. Desde 1966, cuando Guyana se convirtió en un país nominalmente independiente, este territorio ha sido objeto de controversia; Venezuela ha reclamado la soberanía sobre este territorio desde 1899, cuando se produjo una odiosa decisión legal a favor de Gran Bretaña. Sin embargo, eso no ha impedido Guyana de tratar de socavar la estabilidad de la región, afirmando la soberanía de facto sobre la totalidad del territorio, vendiendo para la exploración concesiones muy valiosas de petróleo y gas a intereses corporativos petroleros de EEUU. Estas acciones han dado lugar a una intensificación del conflicto, obligando a Venezuela a responder con la presión diplomática y política.

Pero, por supuesto, como todo lo que tiene que ver con Venezuela en el escenario internacional, hay una agenda oculta cuyas raíces se encuentran en la política imperial de Washington. EE.UU en su intento de sofocar el desarrollo político y económico de Venezuela como actor regional independiente, están utilizando su influencia para desestabilizar la región. Los objetivos son distintos, pero íntimamente conectados: enriquecer a las empresas estadounidenses de energía a expensas de Venezuela, posicionarse militarmente y proyectar la propaganda que pinta a Venezuela como un agresor, proporcionándole así a EEUU el pretexto para una escalada. De esta manera, Washington trata de reafirmar sigilosamente la hegemonía que una vez mantuvo por la fuerza bruta.

La economía y la política de Guayana Esequiba

En el corazón de esta disputa fronteriza están el petróleo el gas y los miles de millones de dólares en ganancias que puedan extraerse del territorio de la costa. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) , "La Cuenca Surinam Guyana es la segunda (2º) en el mundo en prospectividad entre cuencas inexploradas y la doceava (12ª) entre las cuencas petroleras del mundo, explorados e inexploradas". La cuenca, que se extiende desde el este de Venezuela hasta las costas del norte de Brasil, es uno de los principales premios en el mundo, tanto para los gobiernos como para las empresas petroleras.

De hecho, el USGS estima que hay alrededor de 15 mil millones de barriles de petróleo por descubrir y 42 billones de pies cúbicos de gas debajo de la cuenca, esperando por ser extraídos. Tan asombroso potencial económico ha hecho muy deseables las aguas territoriales de Venezuela y Guyana, sobre todo porque la disputa fronteriza hacen que los obstáculos legales para la exploración sean mucho más superables, ya que permiten a las empresas tratar con un gobierno obediente en Georgetown, en lugar de uno independiente en Caracas.

El conflicto territorial sin resolver no ha impedido al recién electo gobierno de David Granger, partiendo desde donde su antecesor había llegado, apoyar la exploración y perforación por parte de Exxon Mobil en el bloque Stabroek que se encuentra en el corazón del territorio en disputa. La importancia de estas acciones están subrayados por el hecho de que durante la misma semana de la victoria electoral de Granger, Exxon Mobil reportó un " importante descubrimiento" exactamente en la misma zona. Si este anuncio fue sincronizado para coincidir con la victoria electoral de Granger o fue mera coincidencia, es secundario al hecho fundamental de que este anuncio añade a la disputa un componente económico importante; ya no se trata de depósitos de energía potencial, sino la extracción de energía real. Este desarrollo ofrece el imperativo para EEUU de flexionar sus músculos en el conflicto.

Y así lo ha hecho. Recientemente EEUU ha puesto oficialmente y de manera firme, todo su peso en respaldo a Guyana como su aliado político, económico y militar. Sin embargo, más allá de apoyar a Guyana de una manera bilateral, EEUU ha esgrimido su poder en la comunidad Caribeña CARICOM , tratando de agruparlos detrás de la consigna "Mantenerse firmemente apoyando a Guyana", como lo expresó a principios de este mes Freundel Stuart, primer ministro de Barbados y presidente de CARICOM. A diferencia de ALBA y Petrocaribe, dos grupos regionales dirigidos por Venezuela que no están bajo el dominio de Washington, la CARICOM es una proyección del poder estadounidense en la región.

Es poco probable que el apoyo de Estados Unidos y la CARICOM a Guyana, anunciados con pocos días de diferencia uno de otro y en el marco de ocho semanas en las que se produce un gran descubrimiento y unas muy importantes elecciones, sean mera casualidad. En cambio, son parte de una campaña más amplia de la escalada política diseñada para presionar a Venezuela en la disyuntiva: o bien desiste totalmente de su reclamación o, como mínimo, atenuar la demanda de que su soberanía e integridad territorial sea respetada.

Pero la escalada no es mera retórica. Más bien, los EE.UU. están calentando tanto el ámbito militar como el de la propaganda y las relaciones públicas.

Un nuevo frente en la desestabilización de Venezuela.

No es ningún secreto que los que EEUU ha tratado de socavar y destruir la revolución bolivariana desde casi el mismo momento de su nacimiento, con el ascenso de Hugo Chávez. Quizá el ejemplo más destacado de tal subversión fue el golpe de Estado de 2002 contra el gobierno legal de Venezuela , un fallido cambio de régimen apoyado por Washington a pesar de la condena internacional casi universal. No es de ninguna manera el único intento de desestabilización. Desde la muerte de Chávez, la subversión por medio del Golpe Suave que incluye la Guerra económica, el financiamiento y apoyo a la oposición venezolana, no ha hecho más que aumentar. Es en este contexto que debe ser entendida la disputa entre Venezuela y Guyana

El conflicto con Guyana es esencialmente militar/estratégico y económico. Si bien no hay una guerra caliente entre los dos países, EEUU ha colocado sus piezas de tal manera de hacerlo una posibilidad muy real.

Aunque minimizando su papel, Washington ha estado enviando un mensaje claro. Podría decirse que una velada amenaza de fuerza a Caracas a través de algunos de sus recientes comentarios. El Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Guyana declaró recientemente: "Estados Unidos tiene una relación de larga data con la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF). Hemos participado en una serie de esfuerzos de cooperación y de desarrollo en los últimos años para proporcionar capacitación y experticia ... e intercambiar experiencias en una amplia variedad de áreas. "Estas declaraciones pueden parecer relativamente inocuas, pero deben ser leídas como reconocimiento de la capacidad militar de Estados Unidos en la región, que de muchas maneras ve a Guyana como un testaferro de facto.

Además de las palabras de los funcionarios estadounidenses, ciertamente hay mucha evidencia que sustenta tal afirmación. Desde 2010, la Armada de Estados Unidos ha mantenido una relación de cooperación, incluyendo uso de los puertos y entrenamiento con sus homólogos de Guyana en Puerto Georgetown. Además, Guyana en la proyección del Pentágono en América del Sur, el "Comando Sur", ocupa un lugar destacado como puesto de avanzada para proyectar el poder militar norteamericano contra Venezuela.

Aunque mucho de esta asociación y cooperación militar ya es conocida, hay un nuevo peligro para Venezuela, que la mayoría de observadores políticos de todo el mundo o bien no han percibido o han ignorado: la ascensión al poder de David Granger. Mientras que ha sido proyectado por los medios occidentales como un reformista liderando una coalición incluyente y multirracial, se pasa por alto el hecho de que Granger es un producto militar puro, una carta de EEUU y sus aliados.

Como la Agencia de Información del Gobierno de Guyana (GINA) señaló en su página web , el presidente Granger "asistió a la Universidad de las Indias Occidentales, la Universidad de Maryland y la Universidad Nacional de Defensa en los EE.UU. Recibió formación militar en la Escuela de Cadetes Oficiales Mons, en la Escuela de Infantería del Reino Unido, en el Centro de Instrucción de guerra en la selva en Brasil, y la escuela de Comando de la Armada y Estado Mayor en Nigeria.

" Los estudiosos de la historia moderna de América Latina están muy familiarizados con esta historia. Un líder militar entrenado por EEUU e Inglaterra asume el control sobre un país de la región política y estratégicamente importante, que comparte frontera con un adversario declarado de Washington. Aunque Granger no sea un producto de la infame Escuela de las Américas, su pedigree aunado a su propósito declarado de enfocarse el la "Integridad Territorial de Guyana", presagia potenciales movimientos peligrosos por parte de su gobierno, especialmente en un tiempo de escalada de las tensiones.

Por supuesto EEUU también continúa con su campaña de propaganda contra la República Bolivariana. Desde imponer sanciones contra Venezuela por falsos " abusos a los derechos humanos", por declarar al país "una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos", que constituye una "emergencia nacional", Washington ha tomado claramente la decisión de aumentar las tensiones 2015. La disputa con Guyana es claramente un nuevo vector en una estrategia de desestabilización más amplia.

Y así es como debe entenderse el conflicto fronterizo, un nuevo frente en una antigua guerra. Aunque hayan miles de millones en juego para las empresas de energía, así como imperativos militares para el Pentágono, en última instancia, el conflicto es geopolítico por naturaleza. La cuestión Guayana Esequiba es, en su raíz, expresión de la hegemonía y el imperialismo de EEUU.

Eric Draitser es analista geopolítico independiente con sede en la ciudad de Nueva York. Él es el editor de

StopImperialism.org y anfitrión de CounterPunch Radio. Usted puede contactarlo en ericdraitser@gmail.com.

Traducción del inglés por Osman Llavaneras Muguerza

 



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