¿Por qué el Pentágono ordena usar la Ley de Amnistía justo en este momento?

Una cosa es tener argumentos técnico-jurídicos para emprender una enmienda. Y otra muy diferente gozar de los vientos socio-económicos, ideológico-políticos y militares favorables para redituarla. Al Capone lo decía de esta atroz manera: "más convence un buen argumento acompañado de una pistola al cinto, que solamente un buen argumento".

Con el agravamiento de la crisis del sistema capitalista mundial, cada vez se torna más cierta la tesis de famoso militar y filósofo alemán Carl von Clausewitz según la cual la política es la guerra por otros medios. Por extensión, cabe asumir asimismo que la guerra hoy es la política por otros medios.

Hasta el Papa Francisco expresa hoy públicamente que el sistema-mundo capitalista ha entrado de lleno en una fase de guerra mundial, sólo que por tramos. Hoy el foco central de esta guerra en buena medida se desplaza del Medio Oriente hacia América Latina, con epicentros en Brasil y Venezuela.

Nuestra responsabilidad entonces como políticos, intelectuales y padres de familia responsables es construir la vía para salir de este laberinto lo menos lesionados posible.

Es claro que la guerra económica hace parte de esta declaratoria de guerra imperial euro-estadounidense contra Venezuela. Es vox populi también que como gobierno y como pueblo revolucionario no hemos logrado construir todavía una política de soberanía económica, alimentaria, industrial y mediático-cultural para resistir con relativo éxito esta guerra de VI generación.

En términos ajedrecísticos quiere decir que en este momento estamos a la defensiva, jugando con piezas negras, con importantes pérdidas de espacio y de material; y que, por ende, se nos impone jugar con extrema solidez, prudencia, y sorteando merendar "peones envenenados", una expresión que traduce que se debe evitar a todo trance caer en las celadas del enemigo.

La cacareada "Ley de Amnistía" NO ha sido idea del bloque de la Mesa de la Unidad. Esta ley ha sido ajedrecística y fríamente rumiada y ordenada desde Washington. Imaginar a estas alturas lo contrario es poco menos que que infantilismo político.

¿Y para qué Washington introduce en la guerra total contra Venezuela este nuevo elemento de avance que constituye la eufemísticamente llamada "Ley de Amnistía"?

Básicamente lo hace para alcanzar tres objetivos estratégicos:

1. Para demostrar ante tirios y troyanos que se goza del suficiente poder real para hacerlo. Es claro que Washington calcula que tal adefesio jurídico será objetado terminantemente por el Ejecutivo y declarado inconstitucional por el Tribunal Supremo. Pero las declaraciones jurídicas y políticas de inconstitucionalidad poco le han importado históricamente a unos imperios capitalistas acostumbrados a gozar del poder para declarar la excepción y sembrar de aventuras armadas y catástrofes humanitarias al mundo. Mientras 8 o 9 de cada 10 medios de diseminación de falsa conciencia televisual y radial en Venezuela sigan en manos de la contrarrevolución nazi-fascista, la hegemonía pro imperial y pro capitalista está garantizada. Nada más en cable, el sistema capitalista/ imperialista estadounidense inocula en las mentes y los corazones de los venezolanos cerca de 1 millón de horas anuales de falsa consciencia. Los venezolanos debemos además pagar con divisas este envenenamiento masivo de mentes y corazones. En 17 años de revolución tan solo por el paquete básico de las cableras hemos engullido más de 14 millones de horas emponzoñadas de colonialismo, individualismo/ narcisismo, pornografía y de "sueño americano". Tal por no hablar de la hegemonía capitalista alcanzada en las redes sociales en cuyo caso la relación es de lejos mucho más desfavorable al bloque patriota. Y mientras el sistema capitalista invierte millones de dólares en nuevos y cada vez más eficaces medios de punta para atiborrarnos de desinformación, pseudo-cultura, despolitización, además de investigaciones de mercado, audiencias y de discurso ideologico-político, voceros e investigaciones; en gran parte de nuestros medios se agudiza la carencia de recursos para responder. Noam Chomsky lo ha advertido muchas veces: el imperio estadunidense no ataca nunca a un país política, social, militar y culturalmente fuerte. La aprobación de la ley de amnistía funciona así como un discurso intimidatorio y desmoralizador de las fuerzas patriotas, que reza: en Venezuela podemos hacer lo que nos venga en gana pues hemos alcanzado ya objetivamente el control de la economía y el poder hegemónico para hacerlo. El mensaje implícito para los militantes y simpatizantes de la mal llamada oposición es que hay que avanzar hasta tomar el poder. El mensaje implícito para los militantes de la revolución es dénse de una vez por vencidos.

2. El Pentágono sabe por experiencia que un choque de poderes públicos que resulte en la deposición de uno de ellos le viene de perlas para montar una campaña nacional e internacional que demuestre que Venezuela ha adoptado el camino antidemocrático. Pero esto no es lo más grave. La real jugada tras la celada es capitalizar el descontento de la población producto del desabastecimiento programado y de disminución de la capacidad adquisitiva y la criminalidad en unas elecciones llamadas en un marco en el que saben que la población irá a las urnas con un fuerte sentimiento refrendario que la contrarrevolución disfrazada de "oposición" polarizará en términos maniqueos de aprobación o desaprobación de la gestión de gobierno. Arriesgarse a perder una segunda elección en menos de un año en una Venezuela asolada por las colas, la inflación, la especulación, la inseguridad y la extrema polarización política de hecho forzará a unas elecciones presidenciales anticipadas en un marco de conmoción en el que es muy difícil pensar que la población podrá ser conminada a asumir su conciencia de clase en sí y para sí.

3. El Pentágono calcula que en un lapso entre dos y tres años la cotización del petróleo y otras materias primas (gas, oro, granos, entre otros) puede repuntar a precios que facilitarían el fin de la crisis de divisas y de gobernabilidad en Venezuela y en otros países de la región (Brasil, Ecuador, Bolivia). Desestabilizar política, económica, social y mediática-culturalmente a América Latina y particularmente a Venezuela y Brasil en este justo momento luce fundamental. Para Venezuela, la diferencia entre un golpe de Estado instigado por Occidente y escoltado por lo que Chávez llamó el 13 de abril del 2002, "un pelotón de generales traidores", en mi humilde opinión pasa necesariamente por librar una contra ofensiva político-mediática-cultural desde la doctrina de la No Violencia esgrimida por Mahatma Gandhi y la doctrina humanista, cristiana y pluralista empuñada por Chávez, juega un papel de primer orden. Mientras los desaguisados perpetrados por una mayoría apátrida de la Asamblea Nacional puedan ser neutralizados por el Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Ejecutivo, no veo necesidad alguna de acelerar un proceso de efervescencia política favorable a un proceso de elecciones anticipadas o de instigación a un golpe de Estado con el concurso de los factores apátridas que dentro del aparato burocrático y castrense seguramente retoñan en el corazón mismo del proceso. En el juego de dominó hay un adagio que reza: "juego ganado no se tranca". El pueblo llano difícilmente entenderá que se le pida el voto en unas nuevas elecciones antes de solucionar los principales efectos de la guerra económica. El cubano, y por años campeón mundial de Ajedrez José Raúl Capablanca, célebre por su juego sólido, comentaba: "Nada es tan saludable como una paliza en el momento oportuno. De pocas partidas ganadas he aprendido tanto como de la mayoría de mis derrotas." Derrotar la guerra económica, sembrar consciencia de clase, ganar tiempo para que se recuperen los precios de las materias primas y no dejarse arrastrar a aventuras innecesarias es lo que necesitamos para ganar esta guerra. Vayan de todos modos mis respetos a las recomendaciones del Dr. Herman Escarrá.

 



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Luis Delgado Arria


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