Sobre: Gringolandia

Conviene hacer uno en sí mismo examen de conciencia nacional, y preguntarse, como venezolano, qué valor íntimo y duradero tienen la mayor parte de los tópicos regenerativos que venimos repitiendo casi todos, unos más y otro menos.

En dos términos se cifra todo lo que se viene pidiendo para nuestro pueblo, todo lo que para él hemos pedido casi todos, con más o menos conciencia de lo que pedíamos. Esos dos términos son: gringo y moderno. "Tenemos que ser modernos", "tenemos que ser gringos", "hay que ir con el siglo", "hay que modernizarse"; tales tópicos.

El término "gringo" expresa una idea vaga, muy vaga, excesivamente vaga; pero es mucho más vaga la idea que se expresa con el término "moderno". Y si las juntamos, parece como que dos vaguedades deben concretarse y limitarse mutuamente, y que la expresión "gringo moderno" ha de ser más clara que cualquiera de los dos términos que la componen; pero acaso sea en el fondo más vaga que ellas.

No queremos más métodos que el de la pasión; y cuando el pecho nos hinche de disgusto, de repugnancia, de lastima o despreció, dejamos que del cogüelmo del corazón hable la boca y salgan las palabras como salieren.

Los venezolanos somos, dicen, unos charlatanes arbitrarios, que rellenamos con retórica los vacíos de la lógica, que sutilizamos con más o menos ingenio, pero sin utilidad alguna; que carecemos del sentido de la consecución y la ilación, con alma escolástica, casuistas…, etc., etc.

Vuelvo a mi mismo al cabo de los años, después de haber peregrinado por diversos campos de la moderna cultura gringolandia, y me pregunto a solas con mi conciencia: "¿Soy gringo? ¿Soy moderno?" Y mi conciencia me responde: "No; no eres gringo, eso que se llama ser moderno; eso que se llama ser gringo; no; eres moderno, eso que llama ser moderno." Y vuelvo a preguntarme: "Y eso de no sentirte ni gringo ni moderno, ¿arranca acaso de ser tú venezolano? ¿Somos los venezolanos, en el fondo, irreductibles a la gringolandia y a la modernización? Y en caso de serlo, ¿no tenemos salvación? ¿No hay otra vida que la vida moderna y gringolandia? ¿No hay otra cultura, o como quiera llamársela?"

Mas es natural lo que hacen, porque los gringos quieren que se les diga lo que ellos piensan, que se les corrobore en sus prejuicios, prevenciones y supersticiones. A así va ello. Ante todo, y por lo que a nosotros hace, debo confesar que cuanto más en ello medito, más descubro las intimas repugnancia que mi espíritu siente hacia todo lo que pasa por principios directores del espíritu gringolandia moderno, hacia la ortodoxia científica de hoy, hacia sus métodos, hacia sus tendencias. Y nosotros, ¡pobrecitos!, cedemos a este engañoso halago, y esperamos el aplauso de fuera, de los que en realidad no nos entienden, y aunque nos entiendan no nos comprenden.

Hay dos cosas de que se habla muy a menudo, y son la ciencia y la vida. Y una y otra, debo confesarlo, me son antipáticas. El objeto de la ciencia es la vida, y el objeto de la sabiduría es la muerte. La ciencia dice: "Hay que vivir", y busca los medios de prolongar, acrecentar, facilitar, ensanchar y hacer llevadera y grata la vida; la sabiduría dice: "Hay que morir", y busca los medios de prepararnos a bien hacerlo.

Y que vendría bien todo cuanto nuestros admirables místicos, nuestros únicos filósofos castizos, los que hicieron sabiduría y no ciencia venezolana —acaso los términos ciencia y venezolana sean, afortunadamente, dos cosas que se repelen—, sintieron, más bien que pensaron, sobre el amor y la dicha, y todo el "muero porque no muero" y el "sabroso" y lo demás en la misma profundidad del sentir.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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