El peor Presidente de la Historia

¿Qué morbosos son ustedes ah?, de una vez pensaron que me iba a referir a Nicolás, como si yo hubiese preguntado por el Presidente más sortario de la historia. Pero no mis apreciados amigos tanto "chavistas" como opositores que al parecer -por los mensajes que recibo-, son ahora los que más leen estos escritos. Mirando las cosas en perspectiva, dejándole caer el polvo que se desprende del tiempo, el título del peor mandatario de la historia esta vez no se lo lleva uno de los nuestros, a pesar de que le haya puesto un camión para merecerse ese dudoso honor.

Podremos ser el país con las mujeres más hermosas del universo o tener la reserva de petróleo más grande de la tierra, ser los afortunados propietarios del teleférico más alto y más largo del mundo o de la caída de agua más alta de la tierra, ser los poseedores relámpago del Catatumbo que es arrechísimo o contar con inconmensurables recursos naturales, pero el título del más infame de los dignatarios se lo quedó nuestro archienemigo del norte gracias a Mr. Donald Trump.

Definitivamente esa nación ha tenido presidentes espantosos, obscuros, mediocres, con mal gusto, vulgares y hasta pavosos. Para no ir tan atrás en la historia sólo comencemos con la seguidilla de Harry Truman y Dwight Eisenhower y luego dejémonos caer por los lados de Lyndon Johnson, Richard Nixon -alias "Trciki Dicki" de tan tramposo y crápula-, Gerald Ford o Ronald Reagan, para luego sufrir la maldición de los Bush -padre e hijo-, de otro "Premio Nobel de la Paz" como Theodore Roosevelt, el ex presidente Barak Husein Obama hasta aterrizar en éste engendro mixtura de prepotencia, ignorancia y dinero que arruina con su copete -quizá por muy poco tiempo ya-, el Salón Oval de la Casa Blanca.

"No estoy preocupado por el déficit. Ya es lo suficientemente grande para cuidarse solo"… dijo alguna vez ese tal señor Ronald Reagan, y por culpa del autor de esta sentencia -que a criterio de los entendidos fue un muy mal actor-, ahora tenemos que calarnos las pretensiones políticas de Winston Vallenilla o de Roberto Mesutti, los anhelos de eternizarse en la Asamblea Nacional de Cristóbal Jiménez, Roque Valero, Reyna Lucero y las dudosas administraciones de "El Potro" Álvarez junto a no sé cuántos más actores, animadores, cantantes, etcétera que le imprimen un aire de "Cuánto vale el Show" a la Asamblea Nacional, pues si ese señor llegó a ser presidente de la "nación más grande de la tierra", por qué no aspirar a un carguito representativo en la deteriorada fauna política venezolana.

A diario se quejan de la ignorancia de Maduro pero… "He dado órdenes para que se me despierte en cualquier ocasión de emergencia nacional, incluso si estoy en reunión de gabinete" o "Me he dado cuenta de que todo el mundo que está a favor del aborto ya ha nacido" fueron algunas de las brillantes frases con las que según sus biógrafos nos ilustró el histrión Reagan y con las cuales "la multiplicación de los penes" del nuestro no pasó de ser un balbuceo. Pero fue también Ronald Reagan quien sentenció "¿Cómo puede un presidente no ser actor? Y de allí se agarró Nicolás para mantener este teatro bufo.

De los Bush también hay mucha tela que cortar, y de ellos el hijo -George Walker-, fue sinónimo de torpeza e ineptitud. De él se dice que en algunos momentos de su mandato señaló que: "Si enseñamos a un niño a leer y escribir, dejará de ser analfabeto", que "Un número bajo de votantes es una indicación de que menos personas están yendo a votar", o que "El futuro será mejor mañana", así como que "Es tiempo para la raza humana de entrar en el sistema solar" pero como no sólo de filosofía vive el hombre, también dejó en claro que "La gran mayoría de nuestras importaciones vienen de fuera del país", cosa que deja detrás de la ambulancia aquello de "No dudé ni un milímetro de segundo" que sentenció nuestro presidente.

Sin embargo, estos hasta ahora "deslumbrantes" presidentes quedan empequeñecidos en frente de los atributos con los que destaca Mr. Trump, que si bien no se puede tildar de estólido, es decir no es que sea bruto del todo, si se puede tachar de cínico e irresponsable: "El calentamiento global es un invento creado por China para que la economía estadounidense no sea competitiva", "¡Está helando y nevando en Nueva York!. Necesitamos en calentamiento global", "Nunca he visto una persona flaca bebiendo Coca Cola de dieta", aunque en algo si ha tenido razón "Mi belleza reside en que soy rico". Tan mal actor ha sido Donald Trump que para su debut en la gran pantalla, interpretándose a sí mismo, fue tan patética que le otorgaron el Golden Raspberry mejor conocido como premio Razzie al peor actor de reparto, pese a que sólo apareció en escena unos instantes; y si no se ganó el de peor nueva estrella, fue debido a la nefasta actuación de Sofía Coppola ese año.

Fue Richard Nixon quien portó al ideario político norteamericano y universal una brillante sentencia cuando en alguna oportunidad mencionó que: "Los votantes se olvidan rápidamente de lo que un hombre dice", cuyo nivel de impudicia y descaro no tiene nada que ver con ingenuidades tales como eso de que: "Simón Bolívar se quedó huérfano de esposa", ni con "Demasiada coincidencia que maten a alguien y al día siguiente esté muerto" originalidades de nuestro querido Nico.

Sin embargo, Trump se ha ganado con creces el título del peor presidente de todos los tiempos, acumulando méritos con su posición machista casi troglodita al referirse a las damas como: "Las mujeres son cerdas, gordas y muy perras. Sin duda son animales desagradables"; a las feministas y en general a las mujeres les debe encantar lo que piensa ese señor acerca de ellas: "A las mujeres hay que tratarlas como si fueran mierda", o más explícito: "Cuando eres una estrella puedes hacer lo que quieras; agarrarlas por el coño… en fin, lo que quieras", o "He visto a las mujeres manipular a un hombre sólo moviendo sus ojos… u otra parte del cuerpo". Y si a racismo en general se ha referido, pero en particular en contra de los latinoamericanos y específicamente en cuanto a la inmigración de los mexicanos nada más adelanto uno de sus comentarios "Están trayendo su crimen. Son violadores y algunos, asumo, son buenas personas".

Pero en los últimos meses con su catastrófica gestión ante la pandemia de la COVID-19, Trump ha hecho méritos más que suficientes para ser coronado con el título del peor presidente de los Estados Unidos. Una media semanal de contagios sobre los 75.000 casos, con más de 32 millones de infectados y cifras cercanas al millón de muertes cifra que equivale a cuatro veces más decesos que los contabilizados por los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, más que el número total de muertes de norteamericanos producidas por todas las guerras combinadas en las que se ha involucrado ese país desde 1945 a la fecha-, el manejo irresponsable de la pandemia por SARS-CoV2 que ha llevado adelante Donald Trump lo hacen merecedor del galardón al más perverso mandatario de todos los tiempos a nivel mundial.

Esta situación tan crítica resulta difícil de aceptar, pero además en una nación que se erige en bastión del capitalismo universal, el hecho de que el irresponsable manejo del tema del coronavirus haya traído como consecuencia la pérdida de más de nueve millones de empleos en un país endeudado y al borde de una nueva recesión, hace pensar con incomodidad y todavía no se entiende cómo es que Donald Trump sigue ostentando un 46 % de aceptación entre el electorado norteamericano. Peor aún de asimilar es que entre los inmigrantes latinoamericanos que en 2016 representaban un 79 % a favor de Hillary Clinton, a pesar del trato discriminatorio y cruel de Trump para con ellos, este año se inclinen sólo en un 65 % a favor de Biden.

Buscar las causas de esta amnesia latina va más allá de la tranquilidad que sienten algunos de ellos gracias a su estatus migratorio o a la relevancia de la llamada Generación Z, es decir los jóvenes nacidos después de 1996 y que se caracterizan por disfrutar de un mayor acceso a la educación y a la información, que muestran una actitud más liberal y menos crítica hacia temas como los de la desigualdad social, el racismo, el cambio climático y sobre todo al evaluar el desempeño de los gobernantes.

Dentro de este grupo poblacional, de los que tienen ya edad para votar, dos de cada diez es de origen latino. Sin embargo, ellos se ven a sí mismos como ciudadanos americanos de pleno derecho, sin medir las consecuencias de este acto. Un caso excepcional entre estos es el de los denominados Dreamers beneficiarios del Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés) y que significa una protección temporal para los jóvenes indocumentados que llegaron a los Estados Unidos siendo aún niños y que han hecho su vida en ese país y que la administración de Donald Trump quería eliminar y que una decisión de la Suprema Corte declaró improcedente. Empero estos chicos olvidan estos argumentos y se afanan en hacer campaña a favor de Trump.

Esta sinastría kármica que tenemos con la nación del norte en donde los astros nos proveyeron de hidrocarburos hasta para tirar pa’l techo y al otro lo dotaron de una avidez insaciable por consumirlo, nos ha llevado a estar amenazados desde hace más de un siglo con una invasión cantada a nuestro territorio, si no colmamos las apetencias energéticas del vecino del norte.

El dilema para los venezolanos al meternos en asuntos que no nos competen consiste en pensar que realmente existe una diferencia entre el triunfo de Joe Biden o del de Donald Trump, olvidando igual que lo hacen los Dreamers el hecho de que el primero fue el vicepresidente de la gestión gubernamental que declaró a Venezuela "una amenaza inusual y extraordinaria" e instauró una serie de sanciones que nos tienen en estos momentos asfixiados y con el agua al cuello.

Apuntarse y desear el Triunfo de Biden es simplemente colocarle una curita a una herida que requiere de cirugía mayor, es extraer un ganglio a una persona cundida de metástasis.

Así que olvídense de premios, así repartamos "… gratuitamente 35 millones de libros y libras para los escolares", confiar en la benevolencia de Joe Biden para con Venezuela "sería un autosuicidio colectivo de la economía del país". Mientras tanto un Donald Trump energúmeno, pide a gritos la suspensión del conteo de los votos y declara como sus alumnos criollos cuando pierden, que el CNE de los Estados Unidos, la Tibisay Lucena gringa, le ha hecho víctima de un fraude.



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Carlos Pérez Mujica


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