Estados Unidos tiene sólo el 2,7% de las reservas mundiales de petróleo y consumen el 25% del petróleo que se produce en el planeta, la mayor parte del cual es importado. Sus reservas de gas natural son tan escasas que pueden caber en la mitad de uno de los bloques que comparten Venezuela y Trinidad & Tobago en el Golfo de Paria. El petróleo mexicano que lo engullen desaforadamente los gringos, sólo alcanzará para 9 años más, y ya lo ha anunciado el cachorro Felipe Calderón.
Rusia en cambio es con Arabia Saudita, el mayor productor mundial de petróleo y es sin discusión el mayor productor de gas, del que tiene las más grandes reservas del mundo. Sus oleoductos y gasoductos serpentean montañas y llanuras en toda Europa de quienes son los mayores suplidores de energía. Basta que haya algún problema político, climático o de cualquier otra índole, y los prepotentes miembros de la Unión Europea caen en un estado avanzado de catatonia. Ahora ha emprendido dos gigantescos proyectos para llevar gas a Japón y China a través de un gasoducto transiberiano. Es decir, que a diestra y siniestra este gigantesco país va extendiendo sus tentáculos energéticos que coloca a sus clientes en una situación de “capitis deminutio”. A esto se agrega una población de menos 145 millones de habitantes, en vía de declinación, en un extensísimo país de 17.075.400 km2., superior a la de Estados Unidos y Brasil juntos.
Estados Unidos, en la situación en que se encuentra actualmente, combatiendo simultáneamente en dos guerras (Irak y Afganistán), interviniendo a través de terceros como en Somalia y Palestina, imposibilitado de extraer a buen costo el petróleo que necesita, está amenazando seriamente con declararle la guerra a Irán, lo que causará problemas de incalculables proporciones, tomando en cuenta que Irán es un país de 80 millones de habitantes (no es Grenada, ni Panamá, ni Haití), económicamente muy bien manejado y bien armado en lo militar y sobretodo en lo ideológico.
Ante este panorama, Bush y su camarilla guerrerista imperial ha optado desde hace algún tiempo por desestabilizar al gobierno del presidente Vladimir Putin y causar problemas en Rusia con el inocultable propósito de imponer un gobierno “amigable” semejante al que lograron instaurar en Ucrania, y que por cierto está a punto de naufragar en medio de protestas de la población.
Yo no tengo mayores afinidades ideológicas con el gobierno del presidente Putin, es más, no estoy de acuerdo con muchas de sus decisiones, pero en la práctica ha resultado, por lo menos un aliado estratégico de Venezuela en asuntos que son de nuestro interés.
Bush y su camarilla están muy activos últimamente en sus propósitos anti-rusos, y aunque las manifestaciones que promueven a través de sus franquicias políticas no tendrán mayor repercusión inmediata, lo que buscan es soliviantar el ánimo del pueblo ruso, indisponerlo con el gobierno y causar toda clase de desasosiego, para así justificar cualquier asonada futura.
Afortunadamente los gringos son demasiado previsibles y cada jugada obedece a un plan predertimado y por lo general ya bastante trillado. Por eso ya han anunciado que su propósito es impulsar una nueva “Revolución Naranja”, como en Ucrania. Bueno es recordarles que esa pretensión quedó derrotada en Bielorrusia y la que la tenían preparada para Venezuela fracasó también hace 5 años.
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