Carta real a un rey imaginario

Estimado, mimado y exaltado Rey de las Españas y pueblos circunvecinos:

E.S.C. (En su Castillo)

La presente tiene por objeto más que saludarlo, darle una mala noticia: los reyes ya no existen. Hace siglos que fueron reemplazados por una cosa llamada “democracia”, que aunque imperfecta, consiste en que el pueblo elija a sus gobernantes por medio del voto. El voto, en caso de que tampoco lo sepa, es un papelito que se mete en una urna y lleva el nombre de la persona a quien queremos elegir. Ya sé que esto le causará una pena horrible, ya que a los reyes nadie los elegía y se declaraban reyes no sólo de por vida, sino que sus hijos heredaban el cargo para que gobernaran las mismas familias por los siglos de los siglos amén, y me temo que usted caiga en este rango.

Con los reyes desaparecieron las reinas, los castillos, los príncipes, las infantas, y ahora solamente son personajes de cuentos infantiles, (los cuales son historias que uno les cuenta a los niños a la hora de dormir para que tengan felices sueños). Muchos reyes tuvieron que ser sacados del poder a la fuerza, ya que vivir a costa del trabajo ajeno era un vicio difícil de quitar. Fue así que muchas cabezas de reyes fueron cortadas por su propio pueblo que no aguantaba más los abusos cometidos en su contra. Entre ellos están Carlos I de Inglaterra, Luis XVI y María Antonieta de Francia, y otras cabezas reales cuyos nombres por el momento se me escapan. En el siglo XVIII, los Estados Unidos se independiza de la monarquía inglesa ya que su rey, Jorge III, quería mandar a callar a los colonos norteamericanos para que no manifestaran su descontento contra sus medidas restrictivas y humillantes.

Tampoco hay que olvidar que en 1793 el prócer colombiano, don Antonio Nariño, traduce del francés los Derechos el Hombre, lo cual estaba explícitamente prohibido, ya que según el rey de España de aquella época, los americanos no éramos seres humanos ni teníamos derechos. Nariño es enjuiciado y su abogado, don José Antonio Ricaurte y Rigueiros, es mandado a callar, es decir, es encarcelado y torturado y muere en una prisión en Cartagena. Sin embargo, la semilla de los Derechos del Hombre estaba sembrada y el ejército realista español fue finalmente derrotado y la autoridad de los reyes desapareció para siempre de América.

Sin embargo, esta mañana, leyendo la prensa, me enteré de que un rey escapado de uno de esos cuentos infantiles estaba colado en una reunión de mandatarios elegidos democráticamente en América Latina y que como en épocas remotas trató de mandar a callar a uno de ellos, creyendo que se trataba de uno de sus súbditos.

Ya sé que antiguamente cuando un rey mandaba a callar a alguien, no solamente lo mandaba a callar sino que lo mandaba a ahorcar, descuartizar y quemar y colgaban su cabeza en un poste para que todo el mundo viera qué tan poderosa era la palabra de un rey. Sin embargo, hoy en día, la palabra de un rey imaginario no vale ni siquiera el precio del papel en que están impresas sus rabietas. Por lo tanto, señor rey, le recomiendo que se devuelva al cuento de donde lo sacaron, porque la verdad es que en el mundo real usted está de sobra. Empaque sus reales maletas, meta en ellas sus ideas obsoletas, sus pensamientos rancios, su aristocracia corroída, su corona de papel y su trono de hojalata, y desaparezca para siempre de las páginas de la historia. En su defecto siga siendo un rey decorativo, pero sepa y entienda que los reyes de cuento no mandan a callar a los hombres de verdad.

cosongo@mac.com


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