En un parque público merideño, de nombre Tibisay, ubicado en la Av. Urdaneta, pasos abajo de la Contraloría General del estado Mérida, se le rinde culto a un busto de Isabel la católica.
La existencia de este busto, en un lugar público, construido y mantenido con dineros del erario público, es la más evidente prueba que, algunos funcionarios públicos, se sienten comprometidos con la monarquía española. Que triste, personajes que hicieron daño a nuestros antepasados: aborígenes, afro descendiente y mestizos, a ellos todavía se les da espacio público; en cambio a los nuestros se les ignora.
Esto, es una acción programada.
Para nuestros antepasados todavía no solo, no se les reconoce, es que ni siquiera a sus actuales descendientes, se les otorga el derecho de lograr mejores niveles de vida. Es la más rancia discriminación social, en enmascaradas acciones económicas-religiosas, que mantienen al individuo en niveles secundarios; usando para ello, la acción publicitaria mediática con la cual programan su psiquis y lo paralizan. Lo inactivan. En fin, lo convierten en invitado de piedra, por no decir que lo desaparecen.
Para quien intente liderarlos en sus reivindicaciones, se le dejará sentir todo el peso de la Ley, a través de los organismos públicos y privados, nacionales o internacionales. Organismos estos, que cuidan los intereses de del Capo. Y si alguna acción, cometida ó no, por el dirigente popular desagrada al Capo, entonces sus sirvientes, (integrantes de la oligarquía) corren a sus pies a pedir disculpas.
Esto no es extracto de una novela. Esto, es totalmente real.
Usted, ellos y yo vimos por televisión, cuando ocurrió el incidente del Rey con el plebeyo, en la reciente cumbre Ibero Americana en Chile.
Pero volvamos a lo de la imagen de Isabel la católica. Si un niño nuestro, se acostumbra a reconocer como seres cercanos, a estos personajes, no solo será victima de transculturización; sino que además, en muy corto tiempo empezará a mostrar síntomas de pensamiento disociado hacia su gente, su pueblo y su nación.
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