Entrevista a Philip Agee, ex agente de la CIA

El siguiente artículo se encuentra publicado en la Página Web: voltairenet.org.  Recomiendo la precitada Web toda vez que contiene una serie de artículos que describen el operar de la política exterior de EE.UU.

El artículo del ex agente de la CIA Philip Agree quizás esté un poco desfasado porque menciona a la extinta “Coordinadora Democrática” (que de democrática nunca enseñó nada).  Sin embargo, el modelo de intromisión de los EE.UU. en nuestro país sí sigue vigente.

Mensaje enviado a aporrea.org por Gustavo Villarroel (Lic. en Estudios Internacionales).

Entrevista a Philip Agee, ex agente de la CIA

 
El carácter de la intervención de los servicios secretos estadounidenses en Venezuela

 
por Philip Agee*

Ex agente de la CIA y actualmente editor de Covert Action Quaterly, Philip Agee analiza para la agencia Alia2 los métodos que utilizan hoy los servicios estadounidenses para desestabilizar a Venezuela. Esos métodos son los mismos que utilizaron en América Latina durante la Guerra Fría aunque usan también nuevas vías de intervención adaptadas a la situación actual. ¿Puede el conocimiento de la historia impedir que ésta se repita? 

Philip Agee es un ex agente de la CIA que dejó la agencia en 1967 después de perder sus ilusiones al comprobar que ésta trabajaba para mantener un statu quo en la región. 

«Empecé a darme cuenta de que lo que mis colegas y yo hacíamos con la CIA en América Latina no era más que la continuación de prácticamente 500 años de explotación y de genocidio. Comencé entonces a pensar en escribir un libro -cosa antes inimaginable- para explicar el mecanismo.» 

El libro, Inside the Company: CIA Diary, se convirtió rápidamente en un best-seller y se publicó en más de 30 idiomas. En 1978, tres años después de su publicación, Agee y un grupo de periodistas comenzaron a publicar un boletín Covert Operations Information Bulletin (Boletín de Operaciones Encubiertas), que se llamaría más tarde Covert Action Quarterly, en el marco de una guerrilla periodística de denuncia de las actividades de la CIA. 

Naturalmente, las reacciones del gobierno de Estados Unidos y, en particular, las de la propia agencia ante el trabajo de Agee fueron bastante agresivas y éste se vio obligado, a partir de los años 70, a dividir su tiempo entre Alemania y Cuba. Actualmente es representante de una compañía petrolera canadiense en América Latina. 

A pesar de la reciente ola de artículos contra Chávez publicados en la prensa estadounidense y de las declaraciones amenazantes de todo un grupo de altos representantes del Departamento de Estado y el Departamento de Defensa, Agee percibe una estrategia aún más cínica hacia Venezuela. Basándose en los trabajos de William I. Robinson sobre la intervención estadounidense de los años 80 en Nicaragua y en documentos recientemente publicados que describen detalladamente las actividades de la CIA y del gobierno de Estados Unidos en Venezuela, Agee sugiere que la estrategia de la CIA de «promoción de la democracia» está en plena fase de aplicación en Venezuela. 

Como en el caso de Nicaragua en los años 80, cierto número de fundaciones entregan millones de dólares a la oposición venezolana bajo la supervisión de una firma privada de consejería contratada por la USAID (United States Agency for International Development). 

El secretario de Estado adjunto para los asuntos del hemisferio, Roger Noriega, reafirmó recientemente la determinación del Departamento de Estado a llevar adelante su estrategia al declarar el 2 de marzo de 2005, ante la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que «apoyaremos a los elementos democráticos en Venezuela para que puedan continuar ocupando el espacio político al que tienen derecho». 

El financiamiento de esos «elementos democráticos» tiene como objetivo la reunificación de la oposición (hasta entonces agrupada en una organización informal llamada Coordinación Democrática) con vistas a la elección presidencial de 2006. 

Si fracasan durante las elecciones de 2006, pronostica Agee, la CIA y sus socios se concentrarán en las elecciones siguientes, en 2012, después en las de 2018 y así sucesivamente «porque lo que está en juego es la estabilidad del sistema político en Estados Unidos y la seguridad de la clase política en Estados Unidos». 

«¿Cómo analiza usted los recientes acontecimientos en Venezuela?»

Cuando Chávez fue electo por primera vez y comencé a seguir los acontecimientos se veía claramente lo que pasaría después, como en Chile en 1970 y en Nicaragua en 1979-80. Para mí era indudable que Estados Unidos trataría de modificar el curso de los acontecimientos en Venezuela -como lo hizo en Chile y Nicaragua y como ya había hecho antes en otros países. 

Desgraciadamente, yo no tenía tiempo de seguir los acontecimientos día a día, aunque traté de hacerlo a distancia, y cuando Eva Golinger creó su sitio en Internet (http://www.venezuelafoia.info) empecé a leer ciertos documentos y veía en ellos la aplicación de los mismos mecanismos que en Nicaragua en los años 80, mediante la infiltración de la sociedad civil y los esfuerzos por influir en el proceso político y electoral en Venezuela. Sobre el caso de Nicaragua escribí, me parece que fue en 1979, justamente después de la llegada de los sandinistas al poder, un análisis sobre el programa que Estados Unidos iba a aplicar allí. 

Casi todo lo que escribí se hizo realidad ya que todas esas técnicas de la CIA, la USAID, el Departamento de Estado y, desde 1984, la siguen el mismo esquema. 

En Nicaragua, el programa para influir en los resultados de las elecciones de 1990 comenzó con año y medio de antelación, mediante la unificación de la oposición y la creación de un movimiento cívico, y todo eso se está repitiendo en Venezuela. Ahí reside mi interés político por el caso de Venezuela, en el análisis de los hechos y poder escribir varios artículos. 

«En la época en que usted estaba en la CIA, ¿cuál era la estrategia más frecuente, en los servicios de inteligencia estadounidenses, para proteger los “intereses estratégicos” en América Latina?»

Cuando yo trabajaba en la agencia, a fines de los años 50 y hasta finales de los años 60, ésta emprendía operaciones a escala internacional, regional y nacional para penetrar y manipular los órganos de poder en diferentes países del mundo, eso era parte de mi trabajo en la CIA -la penetración y manipulación de partidos políticos, sindicatos, movimientos de jóvenes y estudiantes, de los círculos de intelectuales, profesionales y culturales, de grupos religiosos y de grupos feministas y, sobre todo, de los medios de difusión. Por ejemplo, nosotros pagábamos periodistas para que publicaran nuestras informaciones como si se tratara de su propia información. 

Las operaciones de propaganda no paraban nunca. Durante las elecciones gastábamos también grandes sumas de dinero en nuestros candidatos. 

La CIA tenía del mundo una visión maniquea en la que sólo existían los que estaban con nosotros y los que estaban contra nosotros. El trabajo de la agencia era penetrar, debilitar, dividir y destruir las fuerzas políticas consideradas enemigas, situadas normalmente a la izquierda de la social democracia, en el seno de todas las instituciones que acabo de mencionar para que éstas últimas favorecieran los intereses de Estados Unidos. 

Uno de los problemas que se le presentaban corrientemente a la CIA en ese tipo de operaciones, que comenzaron en 1947, era cómo enmascarar todas esas grandes entregas de dinero, tan difíciles de esconder. Así que la agencia creó muy pronto toda una serie de fundaciones o llegó a arreglos con ciertas fundaciones ya existentes. 

A veces las fundaciones de la agencia solamente existían en papeles, las dirigía desde Washington algún abogado contratado por la CIA. A principios de los años 50, el programa internacional de la Asociación Nacional de Estudiantes de Estados Unidos (National Students Association of the United States) -asociación representada en prácticamente todas las universidades- lo dirigía la CIA, toda operación internacional de la Asociación era en realidad una operación de la CIA. 

Y a cada nuevo director de la Asociación de Estudiantes se le ponía al corriente del funcionamiento de ese programa dirigido por la CIA. El que fue nombrado en 1966 -era la época de la guerra contra Vietnam y los movimientos de protesta- se negó a continuar y contó toda la historia a Ramparts Magazine, una publicación ligada a la Iglesia católica. Ramparts lo publicó todo y estalló un enorme escándalo. Pero no por eso se abandonó la operación. En febrero de 1967, el Washington Post publicó un trabajo detallado sobre la red internacional de financiamiento de la CIA.

En otras palabras, mencionaron por sus nombres a las fundaciones y a cierto número de organizaciones que se nutrían en el extranjero del dinero de la CIA en el seno de diferentes instituciones que ya mencioné -partidos políticos, sindicatos, movimientos estudiantiles, etc.- y aquello fue un desastre para la agencia. Yo estaba en aquel entonces en la sede de la agencia, en el intervalo entre una misión en Ecuador y otra en Uruguay, cuando sucedió aquello. Fue un desastre para la agencia. 

En menos de dos meses, después del derrumbe del aparato de financiamiento internacional, Dante Fascell -un miembro de la Cámara de Representantes de Miami estrechamente ligado a la CIA y a los cubano-americanos de extrema derecha de Miami- propuso en el Congreso la creación de las fundaciones no gubernamentales que recibirían dinero del Congreso y lo distribuirían después abiertamente a las diferentes organizaciones que normalmente hubiesen recibido financiamiento clandestino de la CIA. 

Pero estábamos en 1967 y el consenso entre demócratas y republicanos sobre la política exterior se había roto, en cierta medida, así que la proposición de Fascell no prosperó. 

Es por eso que la CIA siguió siendo, incluso después del derrumbe de su red de financiamiento internacional, la agencia del gobierno de Estados Unidos encargada de todas esas actividades llamadas «operaciones clandestinas». Por ejemplo, la CIA fue responsable de la desestabilización del gobierno de Allende a partir de 1970. Resulta que Allende estuvo a punto de ser electo en 1958.

En Chile, las elecciones tenían lugar cada seis años y, con vistas al siguiente escrutinio, la CIA comenzó a trabajar con más de un año de antelación para impedir su elección. Parte del dinero se utilizó para desacreditar a Allende, al Partido Socialista y a la coalición (la Unidad Popular) así como a financiar la campaña de Eduardo Frei -el candidato demócrata-cristiano. Frei ganó las elecciones, pero Allende fue finalmente electo en 1970. 

Se ha probado que la CIA trató de impedir la ratificación de su victoria por el Congreso orquestando un golpe de Estado militar que fracasó. Allende llegó a la presidencia y la CIA se convirtió entonces en la agencia encargada de fomentar el descontento popular, de hacer propaganda contra Allende y su gobierno, de instrumentar huelgas muy duras -la más importante fue la de los camioneros, que interrumpió durante meses la distribución de bienes y servicios, hasta desembocar finalmente en el golpe de Estado de Pinochet, en septiembre de 1973. 

«¿Hubo cambios significativos de estrategia dentro de la CIA después que usted salió de ella, en 1968?»

Sí, en efecto. Durante los años 70 había dictaduras militares brutales en todo el cono sur (Uruguay, Argentina, Paraguay, Brasil y, claro está, en Chile con Pinochet). Todas gozaban del apoyo de la CIA, dicho sea de paso. Fue en ése entonces que una nueva filosofía empezó a aparecer en las mentes de los altos responsables de la política exterior estadounidense. 

Esa nueva filosofía era que todas aquellas dictaduras militares, con su corolario de represión, desapariciones y escuadrones de la muerte, etc., no eran quizás la mejor solución para preservar los intereses de Estados Unidos en América Latina, ni en ninguna otra región. Según esa nueva filosofía, los intereses de Estados Unidos se preservarían mejor recurriendo a gobiernos democráticamente electos conformados por una élite política que se identificara con la clase dirigente estadounidense. 

No hablo de fuerzas populares sino de las clases políticas tradicionales de América Latina, como las «oligarquías», para mencionar únicamente a ésas. Fue así que se adoptó un nuevo programa estadounidense, conocido con el nombre de «Proyecto Democracia» que buscaría promover elecciones democráticas libres y transparentes, pero de forma tal que garantizaran el poder a las élites, no al pueblo. 

En 1979 se creó una fundación, la American Political Foundation, que contaría con una amplia participación de la principal organización sindical de Estados Unidos, la AFL-CIO [1], junto a la Cámara de Comercio de Estados Unidos y los partidos demócrata y republicano. Cuatro organizaciones de máxima envergadura. Aquella fundación era financiada simultáneamente por el gobierno y el sector privado. Su tarea consistía en estudiar cómo podía Estados Unidos aplicar la nueva filosofía para promover la democracia. 

El resultado fueron la National Endowment for Democracy (NED) [2] y sus cuatro fundaciones asociadas: el l’International Republican Institute (IRI) del Partido Republicano, el National Democratic Institute (NDI) del Partido Demócrata, el American Center of International Labor Solidarity (ACILS) de la AFL-CIO, y el Center for International Private Enterprise (CIPE) de la Cámara de Comercio de Estados Unidos. En lo tocante a la fundación de la AFL-CIO, se retomó una organización ya existente que había colaborado estrechamente con la CIA durante muchos años, el American Institute for Free Labor Development (AIFLD), y simplemente le cambiaron el nombre. 

«¿Cómo trabaja exactamente la National Endowment for Democracy con la CIA?»

El mecanismo es el siguiente. El Congreso otorga millones de dólares a la NED y ésta entrega después el dinero a lo que llaman «fundaciones núcleos», o sea a las cuatro fundaciones asociadas, que a su vez reparten el dinero entre los subsidiados extranjeros. Todo eso empezó en 1984 y uno de los primeros beneficiarios fue la Cuban American National Foundation (CANF), a la que pertenecen los elementos y organizaciones anticastristas más extremistas de Estados Unidos. 

Pero en Nicaragua fue donde verdaderamente se puso a prueba el nuevo sistema. A partir de 1979-1980 la CIA recibió la misión de organizar allí las fuerzas militares o paramilitares contrarrevolucionarias conocidas como los Contras. 

Toda la logística y el apoyo [de los Contras] llegaba de Honduras. Infiltraron [en territorio nicaragüense] alrededor de 15,000 hombres que fueron derrotados por el Ejército Sandinista. En 1987 sembraron el terror en las zonas rurales de Nicaragua provocando la muerte de unas 3,000 personas y mutilando a muchas más. Se trataba de una operación estrictamente terrorista. Fueron incapaces, durante todo ese periodo, de apoderarse del menor caserío y de mantener su control. Desde el punto de vista militar fueron derrotados. 

En 1987, América Central estaba cansada de las guerras [que afectaban a] Salvador, Guatemala y Nicaragua. Hubo una reunión de los presidentes de esos países en una ciudad de Guatemala llamada Esquipulas y llegaron por sí mismos a una serie de acuerdos -Estados Unidos no estaba implicado en eso- que incluían el desarme de los Contras y el cese de las hostilidades en diferentes países. 

Hubo entonces un cese del fuego en Nicaragua, pero la CIA no desarmó a los Contras porque sabía que había elecciones en 1990 y quería mantener a los Contras como una amenaza. Aunque desde el punto de vista militar estaban derrotados desde 1987, los Contras provocaron enormes problemas económicos y los nicaragüenses sufrían terriblemente con toda aquella destrucción. 

Después de los acuerdos de Esquipulas, la política de Estados Unidos cambió. Se concentró más en penetrar la sociedad civil y en reforzar la oposición al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Uno de los mecanismos era reforzar la Coordinación Democrática Nicaragüense, que se componía de representantes locales de los patrones, de ciertos sindicatos, partidos políticos y asociaciones antisandinistas. 

Una sociedad privada de consejería llamada Delphi International Group fue encargada de la dirección de las operaciones destinadas a influir en las elecciones de 1990. Esa sociedad recibió la mayor parte de los fondos y desempeñó un papel fundamental en el resultado de las elecciones de 1990. La NED fue clave también en Nicaragua a partir de 1984 y, mediante sus cuatros fundaciones asociadas, en la penetración e injerencia en el proceso electoral nicaragüense, actividad que arrancó en 1988 para alcanzar su máxima intensidad en 1989. 

Con el fin de movilizar al máximo el voto antisandinista y de controlar las elecciones creando un frente político antisandinista, la CIA y la NED crearon un frente cívico llamado Vía Cívica y la tarea de ambas consistió, ostensiblemente, en encauzar la formación política y el militantismo, la acción cívica, una acción cívica no partidista. Pero todas sus actividades apuntaban en realidad a reforzar el bando antisandinista. Por consiguiente, apareció primero la Coordinadora, después la Vía Cívica y, por último, la unificación de la oposición, que no tuvo lugar hasta el mes de agosto de 1989 más o menos, o sea seis meses antes de las elecciones, ya bastante tarde. 

Pero ya hacía tiempo que estaban trabajando en el asunto y, a menudo mediante el simple pago de sobornos, unificaron catorce de los veinte partidos bajo el nombre de Unión Nicaragüense de Oposición (UNO). La UNO presentó candidatos únicos a todos los cargos. Estados Unidos escogió a Violeta Chamorro para la presidencia.

En septiembre de 1989 se produjo entre el gobierno de Estados Unidos y los sandinistas un acuerdo muy extraño según el cual los sandinistas debían permitir que Estados Unidos entregara nueve millones de dólares a la oposición a cambio de la promesa de que la CIA no aportaría más fondos contra ellos. Sorprendentemente, los sandinistas aceptaron. Por supuesto, lo primero que sucedió fue que la CIA distribuyó muchos millones de dólares más. 

El redactor del libro sobre Nicaragua en los años 80 y las elecciones de 1990 se llama Bill Robinson, un universitario que vivió un tiempo en Nicaragua durante los años 80. Su libro se llama A Faustian Bargain. Es un libro excelente, muy documentado y muy bien escrito. Él estimó que Estados Unidos gastó más de 20 millones de dólares en las elecciones de 1990. 

Y, como sabemos, los sandinistas perdieron. La UNO obtuvo el 56% de los votos y los sandinistas un 40% o algo así. Todas las operaciones emprendidas para garantizar la derrota de los sandinistas en 1990 continuaron para garantizar que los sandinistas no volvieran al poder en las elecciones siguientes, y así fue. 

«¿Cómo se aplica ese modelo en Venezuela?»

En Venezuela existe algo parecido con la Coordinadora Democrática, que se compone de los mismos sectores y las mismas organizaciones que en Nicaragua, aunque, según lo que he leído, está más o menos en crisis en este momento. Pero van a reactivarla, de eso estoy seguro. Aquí hay una organización que se supone que sea neutral y que se dedica a combatir la abstención y a vigilar el desarrollo de las elecciones, que se llama Súmate. 

Ustedes tienen el grupo privado estadounidense de consultoría llamado Development Alternatives Incorporated que desempeña el mismo papel que el Delphi International Group en Nicaragua. Ustedes tienen a la vez el International Republican Institute y el National Democratic Institute, ambos con oficinas en Caracas. Hay, por consiguiente, tres oficinas que reparten decenas de millones de dólares, oficinas privadas que son controladas en realidad por la embajada de Estados Unidos y la USAID. 

Al día siguiente del fracasado golpe de Estado de abril 2002 [3], se tomó en Washington la decisión de hacer lo mismo que en Nicaragua, o sea contratar una firma de consultoría que sirviese de fachada para el dinero de la USAID, mucho más cuantioso que el de la NED. El primer contrato se firmó el 30 de agosto de 2002, por un monto ligeramente superior a los 10 millones de dólares para los dos años siguientes destinados a actividades políticas en Venezuela. 

Abrieron sus oficinas en agosto de 2002, con cinco personas que llegaron de Washington, cinco personas nombradas por la USAID. Fíjense bien, contratan una firma privada pero son ellos quienes nombran a las personas. Y el contrato estipula que para que el Development Alternatives Institute pueda contratar a un venezolano, éste tiene ser aprobado por la USAID, en Washington. 

No queda por tanto lugar para la menor duda en cuanto a la naturaleza de esas tres oficinas creadas aquí. Son instrumentos de la embajada de Estados Unidos y detrás de esas tres organizaciones está la CIA. 

La utilidad de esas fundaciones y de la firma de consultoría es que así la CIA puede distribuir mucho más fondos, de manera más abierta, a organizaciones que, por otro lado, ya reciben dinero, lo cual hace más fácil el enmascaramiento de esas sumas. 

Así, si la USAID entrega alrededor de cinco millones de dólares a Development Alternatives, de los cuales hay tres millones y medio destinados a préstamos para organizaciones venezolanas, con un millón y medio o más de la NED, usted tiene ahí entre seis y siete millones de dólares repartidos abiertamente. Todo eso se sabe gracias al trabajo de Eva Golinger. Ella hizo un magnífico trabajo. 

Como quiera que sea, la CIA puede aportar bastante dinero, además de esos seis o siete millones de dólares. Los documentos prueban el apoyo a la huelga de la industria petrolera, [que duró] de diciembre de 2002 a febrero de 2003, y el apoyo a la campaña a favor del referendo revocatorio. Como fracasaron en ambos casos, ahora se van a concentrar en las elecciones [presidenciales] de 2006. 

Venezuela no es ciertamente el único país objeto de ese tipo de operaciones para reforzar la sociedad civil, promover la democracia, formar gente con vistas a los procesos electorales; todo eso no es más que una fachada para los verdaderos objetivos que consisten en promover ciertas fuerzas políticas en detrimento de otras. Venezuela no es el único caso. Es realmente necesario investigar ya que el Development Alternatives Institute -según su sitio, www.dai.com - está presente en el mundo entero. 

No todos sus programas los financia el gobierno de Estados Unidos. También reciben financiamiento del Banco Mundial y de no sé cuántas instituciones del mismo corte. Es posible analizar más de cerca y encontrar cuáles son los demás programas similares a los de Venezuela. Lo mismo sucede con el National Democratic Institute y con las otras tres fundaciones asociadas a la NED. 

Eso permitiría saber dónde están concentrando las operaciones de penetración política, junto a la CIA, claro está. Creo que es verdaderamente urgente revelar esos hechos y denunciarlos como lo que son, o sea como una gran mentira en la que se afirma que se promueve la democracia cuando está destinada en realidad a derrocar gobiernos, a cambiar regímenes o a consolidar regímenes que están ya en el poder. 

«Un ex miembro de la CIA, Félix Rodríguez, declaró recientemente a la televisión de Miami que Estados Unidos trataba de provocar cambios en Nicaragua, quizás mediante la violencia. Puso como ejemplo el intento de asesinato del dirigente libio El Khadafi por la administración Reagan. ¿Se trata de una posibilidad previsible en el caso de Venezuela? »

Hay que recordar que en el caso de Khadafi Estados Unidos creyó que él había organizado el atentado contra una discoteca de Berlín y el ataque aéreo contra Trípoli fue una represalia. Chávez no ha cometido ninguna provocación de ese tipo. Por consiguiente, nada justifica un golpe militar y no creo que Estados Unidos haya llegado al punto de tratar de asesinar de manera tan abierta al presidente de un tercer país. 

Quiero decir que la situación es ya bastante mala en Estados Unidos -peor de lo que ha sido nunca antes- pero no creo que sea para tanto. Una cosa importante para Chávez, para el movimiento bolivariano aquí, es tener en mente que Estados Unidos no dejará nunca de tratar de darle marcha atrás a la historia. Los intereses de Estados Unidos están definidos como el acceso sin obstáculos a los recursos naturales, a la mano de obra y a los mercados de terceros países. 

Países como los de América Latina son los que garantizan la prosperidad de Estados Unidos. Mientras más gobiernos independientes haya en el poder, con cierta dosis de nacionalismo y que se oponen a la política de Estados Unidos y al neoliberalismo, más se percibe en Washington a esos movimientos como una amenaza, porque lo que está en juego es la estabilidad misma del sistema político y la seguridad de la clase política de Estados Unidos. 

Los venezolanos tendrán que luchar por sobrevivir como los cubanos han tenido que hacerlo durante 45 años. Dentro de 45 años, Estados Unidos seguirá tratando de destruir el proceso en marcha en Venezuela, si sigue por el mismo camino que hoy, de la misma manera en que siguen tratando de destruir la Revolución Cubana. 

Detrás de cada presidente vendrá otro. Fidel ha sobrevivido a nueve presidentes. Creo por tanto que para los venezolanos es muy importante entender que eso va a seguir y que la vigilancia, la organización y la unidad serán imprescindibles para escapar a los programas de Estados Unidos, para no plegarse a su juego que consiste esencialmente en dividir para vencer. 


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