Hace siete años, los
Estados Unidos e Inglaterra se embarcaron en su `solución final` para
el pueblo de Irak.
El bombardeo continuo
durante cuarenta y dos días, secundado por treinta y dos naciones además
de los EU e Inglaterra, contra un país de tan sólo veinticinco millones
de almas, con un ejército compuesto principalmente por jóvenes conscriptos,
con una amplia mitad de la población bajo los diez y seis años y sin
Fuerza Aérea, fue sólo el comienzo de un estado de sitio global, conducido
por las Naciones Unidas y marcado por una ferocidad casi medieval, habiendo
reducido a Irak, como lo anunció James Baker, a un país de la era
preindustrial, negándosele toda normalidad: comercio, asistencia, telecomunicaciones,
energía eléctrica, sanidad, agua potable, semillas, alimentos, medicinas,
equipos médicos…
Como lo escribo, hace
diecisiete años, el 28 de Enero de 1991, Irak habría estado entrando
en la segunda semana de un bárbaro bombardeo continuo de casi
24 horas diarias que, entonces , como ahora (no sea que lo olvidemos
– aun de nuevo), fue escrupulosamente ignorado… Protocolo
1, adendo a la Convención de Ginebra de 1977: “SE PROHIBE ATACAR,
DESTRUIR, RETIRAR O INUTILIZAR AQUELLOS OBJETOS INDISPENSABLES
PARA LA SUPERVIVENCIA DE LA POBLACIÓN CIVIL, TALES COMO ALIMENTOS O
CULTIVOS PARA LOS ALIMENTOS, COSECHAS, GANADO, INSTALACIONES PARA EL
SUMINISTRO DE AGUA POTABLE, CANALES DE RIEGO, NEGÁNDOLE SUS BENEFICIOS,
TANTO A LA POBLACIÓN CIVIL COMO AL ADVERSARIO, POR LA RAZÓN QUE SEA”.
Este ataque continuo sobre Irak, destruyó, deliberadamente, todo aquello considerado “indispensable para la supervivencia”.
A las 24 horas de bombardeo casi todo eso que es considerado indispensable para convivir estaba destruido. La electricidad desapareció a las dos horas, impactando de muerte a los pacientes en los hospitales y a los bebés que se encontraban en incubadoras, tanto como a los que dependían del suministro de Oxígeno. Los refrigeradores se descongelaron, por lo cual se destruyeron las medicinas que requerían refrigeración, los bancos de sangre y la solución salina vital para los heridos. Los alimentos se pudrieron, y entre el bombardeo y la ausencia de bancos (estos últimos por miedo al saqueo), los repuestos se volvieron inobtenibles.
En Najav, declaró la
enfermera a cargo, murieron setenta pacientes de diálisis, viejos amigos,
por falta de energía eléctrica. LAS FUENTES DE SUMINISTRO DE
AGUA POTABLE, FUERON DELIBERADAMENTE DESTRUIDAS, lo cual fue negado,
subsecuentemente, por un patético Comité de Sanciones dominado por
el dúo Estados Unidos-Reino Unido (¡vaya unión!), comités por demás
desarticulados, que aún prevalecen letalmente.
Todo esto fue planificado
por el Comando Central de los Estados Unidos… La destrucción de la
s fuentes de agua en Irak, ha sido descrita por los profesores Nagy
y Stephanie Millar, como “un holocausto en cámara lenta”: pocos
lo habrían calificado de mejor manera.
Ver: Cómo los EU
destruyeron deliberadamente los acueductos de Irak - ( http://www.globalresearch.ca
La torre de telecomunicaciones fue también una de las primeras bajas, una elegante y encumbrada estructura al borde del Distrito Mansur de Bagdad… hoy desluce, rota y apilada, como los restos de quienes trabajaban en ella. Irak fue separado así del resto del mundo, sin que este pudiera enterarse de la magnitud del bombardeo ni de las atrocidades, que permanecerán desconocidas (o habilidosamente ocultadas por los medios que cooperan con el imperio) por considerable tiempo. Los irakies dispersos por el mundo no hallaban cómo averiguar la suerte de sus seres queridos. La estaciones de radio y TV, inutilizadas, no podían advertir al pueblo de nada (los periodistas también tienen protección especial en las guerras, pero quienes deciden, igualmente no solo obran como analfabetas virtuales, sino que ignoran las legalidades).
Fueron, igualmente, bombardeados, los hospitales y las clínicas, las escuelas y los jardines para infantes… los centros donde se almacenaban los materiales para los estudiantes tampoco escaparon al bombardeo. La agricultura, bajo todas sus modalidades fue, de la misma manera, deliberadamente seleccionada como blanco preferencial: granjas avícolas, rebaños enteros de búfalos, ovejas y cabras, todos fueron asesinados y las fábricas de productos lácteos borradas de la superficie. Las cosechas y las fábricas de alimentos fueron arrasadas: un crimen de guerra descomunal, por el cual ningún asesino, ningún genocida, ningún comandante ni piloto ha sido juzgado.
Las fábricas de medicinas fueron bombardeadas y la industria que producía inyectadotas destruidas. Y bajo una política especialmente psicótica, las instalaciones y factorías que habían sido construidas por los países que eran aliados de Irak fueron bombardeadas, incluyendo la Coca-cola y la Pepsicola: actuaron como verdaderos retardados mentales.
Debido al uso de substancias desfoliadoras y al NAPALM, la mitad de los árboles del país, incluyendo las grandiosas y antiguas palmeras, murieron. Lo que quedó no dio sus suculentos frutos sino hasta cinco años después. En el interín, las mujeres y las hembras de los rebaños pertenecientes a los asentamientos de familias campesinas instalados en medio de esos palmares, abortaron y – a menudo – murieron. LOS SOBREVIVIENTES CONSISTENTEMENTE, DESCRIBIERON UNA ESPECIE DE “VAPOR” PROVENIENTE DE LOS AVIONES, con lo cual podemos asociar el mortífero impacto sobre quienes habitaban en esos refugios de palmeras, tratando de refugiarse de los veranos de Irak. Y, por supuesto, en esta amenaza procedente del cielo, que los castigó diaria y efectivamente con más bombas que las lanzadas en la Segunda Guerra Mundial, portando cinco veces más fuerza explosiva que la lanzada sobre Hiroshima.
Usaron como arma el URANIO
EMPOBRECIDO, que continua irradiando al país y la región, a la gente,
la flora y la fauna - y continuará haciéndolo por cuatro mil quinientos
millones de años más. “LA PROTECCIÓN DEL AMBIENTE
NATURAL CONTRA DAÑOS SEVEROS SOSTENIDOS POR TIEMPO PROLONGADO”,
representa otro dictamen absoluto bajo la Convención de Ginebra; la
misma proscribe absolutamente “… el daño al ambiente natural, perjudicando
la salud y la sobrevivencia de la población”. Las contravenciones
no son más graves que el hecho de condenar a inestimables generaciones
aun sin nacer, a la muerte y a la deformidad. Los principios establecidos
en Nuremberg se ejercitan según el tratamiento que se de tanto a los
civiles como a los prisioneros y al “… asesinato o maltrato…
de prisioneros de guerra… su exterminación posterior a la captura…
y cualesquiera actos de inhumanidad en contra de la población civil”.
Los actos inhumanos cometidos
contra la población Irakí en 1991 constituyen crímenes de guerra
ante los cuales, puesto que nadie ha sido llevado en presencia de justicia
alguna, uno sólo podría esperar que los responsables sean indefinidamente
perseguidos, hasta ser detenidos.
La carnicería que tuvo
lugar en la carretera de Basra, después del cese al fuego (fue bárbara):
los civiles que huían y las tropas en retirada, descuartizados en pedazos,
o incinerados mediante los procedimientos (“Turky shoot”)
del General Norman Schwartzkop. Sadan Hussein había ofrecido,
ciertamente, comenzar la retirada de Kuwait antes de que comenzara la
carnicería, pero – como siempre – para los Estados Unidos
la conciliación era “demasiado tarde” Buses, desplazamientos,
carros, todo lo que se movía era apuntado durante la masacre de cuarenta
y dos días… camiones con medicinas, carne, alimentos esenciales,
todo fue incinerado con todo y conductores. Las tropas Occidentales
tomaros sus fotos “de trofeo”, con los remanentes patéticos de
los quemados y desmembrados.
Cuando el observador
(Reino Unido), para su crédito, imprimió las imágenes que se convirtieron
en símbolo de las atrocidades cometidas en 1991, el soldado irakí,
con su rostro semiderretido pegado al parabrisas de su vehículo, hubo
un grito al cielo. La sensibilidad de los lectores no debería
exponerse a tales horrores. Maggie O'Kane, escribiendo en
el “Guardian Weekly” (16 de Diciembre de 1995) describe a secas
la realidad. Los parientes orando, esperanza contra esperanza,
para que sus seres queridos hayan sobrevivido, milagrosamente, al infierno
que fue la masacre de la carretera de Basora. “El día en que
finalizó la guerra, en la estación de autobuses al sur de Bagdad,
caía la noche mientras la calle se cubría de mujeres que lloraban”.
…
El Sargento Joe Queen, de Bryson
City, al Norte de California, recordaría, cinco años después, en
su base de Georgia, los procedimientos que empleaba:
“La arena era tan blanda que una vez la pala mecánica la ha golpeado, deja un hueco perfecto, de manera que no hay que insistir mucho para penetrarla, llegando a viajar a cinco, seis o siete millas por hora, moviéndose a través de una trinchera… No lo ves. Estás ahí y sólo sabes lo que tienes que hacer. Lo hacías tantas veces que bien podías cerrar los ojos. No creo que se lo imaginaran, porque la expresión de sus rostros cuando nos aproximábamos era de shock. Mientras les echaba la arena encima, veía que algunos de ellos trataban de rendirse, pero quedaban sepultados. Había dos clases de “bulldozers”: los reales y los tanques armados con una especie de pala de tractor en frente. Algunos soldados caminaban hacia las tropas con las manos en alto en ademán de rendirse, pero esos tanques avanzaban y los mataba; luego cavaban una zanja en la arena y los sepultaban, pisando el terreno después. Un sobreviviente describió cómo sus amigos, con quienes había reído, con quienes había comido los alimentos, eran sepultados vivos… “No sé, realmente, cómo describirlo. Éramos amigos, había compartido y hablado con algunos de ellos. No puedo expresar lo que sentía en aquellos momentos… Vi un soldado mientras su cuerpo era apartado por un bulldozer: su parte superior yacía en un lado y su parte inferior en el otro”.
Espero que tus pesadillas
y las de tus colegas (no sé si las de Bush, no sé
si ese señor tendrá conciencia…)
te persigan por el resto de tus días, Joe Queen… Que el espectro
de aquellos de cuyas tumbas vivientes tu y tus colegas asesinos fueron
responsables, les sigan los pasos por el resto de sus días.
Estas tumbas masivas llevan, también, los nombres de los líderes que ordenaron la matanza de Irak en 1991, de algunos de sus comandantes y soldados… Irónicamente las tumbas masivas de Sadán Hussein, al parecer, no se han descubierto, pero sí las sepulturas masivas resultantes de la guerra y aquellas de la insurgencia alentada por la matanza que ordenaron los Estados Unidos e Inglaterra en 1991, conjuntamente con sus comandos militares y sus soldados. La guerra, por supuesto, no terminó ahí. El costo de los trece años subsecuentes de embargo puede ser de un millón y medio de vidas humanas.
Adicionalmente los Estados Unidos e Inglaterra, bombardearon (ilegalmente) a Irak hasta la invasión (ilegal) del 2003. Durante el 2002, ellos adelantaron su destrucción de toda vida, despedazando conjuntos de vivienda con sus familias adentro, niños jugando, haciendo trabajo hogareño, rebaños de ovejas y cabras con todo y sus muchachos pastores. Hasta la Wikipedia nos informa que “Aproximadamente un año antes de que los EU iniciaran la Operación ´Southern Focus´ (Foco Sureño), como un cambio en su estrategia de respuesta, incrementaron el número total de misiones y la selección de blancos a través de las zonas donde los vuelos no estaban permitidos, para fracturar la estructura de los comandos militares en Irak. El peso de las bombas lanzadas aumentó, a partir de Marzo de 2002, alcanzando un 30% más en Abril, hasta un promedio de 8 a 14 toneladas por mes entre Mayo y Agosto, alcanzando un pico de preguerra de 54,6 toneladas en Septiembre de 2002”.
… Un estudio reciente adelantado por el Centro por la Integridad Pública (Centre for Public Integrity) ha descubierto mentiras imputables, que condujeron a la invasión por la Administración de Bush, contando hasta 935 declaraciones falsas, al menos en 532 ocasiones, con respecto a las armas de destrucción masiva el “terrorismo”, 259 por boca del mismo Bush, sin contar las 244 declaraciones falsas pronunciadas por Powells. Ver:
(<http://www.publicintegrity.org>http://www.publicintegrity.org )
La mortalidad en Irak después de la invasión (2003-2007) se ha estimado en más de un millón de personas, mientras en Afganistán (2001-2007) la cuenta roza ya los 1,9 millones.
“No dejamos a nadie sin matar”, declaró el General Norman Schwartzkopf, después del baño de sangre de Basra, durante el cual, hasta quienes portaban banderas blancas y los médicos que les acompañaban fueron barridos. “Moralmente ganamos” me dijo un médico Irakí poco después de la matanza… “estamos reemplazando a los judíos”, es una frase que se escucha ya en muchos pueblos árabes.
Hasta aquí la barbarie descrita por el periodista Felicity Arbuthnot, apenas el 28 de Enero de 2008. Las mayúsculas y las itálicas en paréntesis son del transcriptor. Se han obviado algunos párrafos del original.
GlobalResearch.ca