Al
cumplirse 5 años una insurrección armada expulsó al ejército títere de
Basora, la segunda ciudad del país, de ciudad Sadr, un enorme barrio de
2 millones de habitantes de Bagdad y de otras 3 ciudades.
La
rebelión comenzó como reacción ante un gran operativo militar lanzado
el 25 de marzo por el gobierno títere de Nuri Al Maliki para controlar
Basora, ubicada a 540 km al sur de Bagdad, la capital de la provincia
más rica en petróleo y de la zona portuaria por donde sale el petróleo.
Cuando el ejército atacó Bagdad, el propio Bush felicitó a su títere
iraquí, calificó la acción de “decisión audaz” y añadió, “yo diría que
este es un momento decisivo en la historia del Iraq libre”.
Basora
estaba controlada hasta el año pasado por los ingleses. Pero no
pudieron derrotar a las milicias armadas y se retiraron en derrota.
Ahora mantienen una base militar con 2000 soldados que practicamente no
se asoman. Las milicias del llamado “ejército Mahdi” habían ampliaron
su control de la mayor parte de la ciudad. El año pasado hubo una
importante huelga de los obreros petroleros.
Por
eso el ataque, que Bush calificó de “decisivo”, fue efectivamente una
jugada importantísima del gobierno. El propio primer ministro Nuri Al
Maliki se trasladó a Basora para supervisar las operaciones.
Pero
le salió el tiro por la culata. Se desató una impresionante rebelión
insurreccional de masas, no solo en Basora, sino también en Bagdad,
Kut, Amara, Nasiriya y Diwaniya, las capitales de las cuatro provincias
clave del sur de Iraq. Las tropas del gobierno perdieron en todos los
frentes. Un periodista del New York Times, que consiguió entrar en
Basora afirma que los miles de milicianos del Ejército del Mahdi siguen
ahí: “No hay ningún lugar que el Ejército del Mahdi no controle o no
pueda atacar a su capricho”.
Y
en la capital del país: "El ejército iraquí, la policía, al igual que
las milicias Badr y Dawa (milicias que responden al gobierno),
súbitamente desaparecieron de las calles de Bagdad, abandonando sus
vehículos blindados. Los miembros del Ejército Mahdi los tomaron y
realizaron jubilosas caravanas antes de llevarlos a su bastión de
Ciudad Sadr, en la zona oriental de la capital", dijo a un periodista
de IPS un coronel de la policía que pidió no revelar su identidad (www.rebelion.org).
La
llamada Zona Verde de Bagdad, donde se encuentran el parlamento, la
sede del gobierno y la embajada de Estados Unidos, fue atacada con
misiles. El personal estadounidense e iraquí tuvo que meterse de cabeza
en los refugios subterráneos. Parece que también hay toque de queda en
esta zona. Ya no queda un lugar seguro en Iraq", dijo un ingeniero que
trabaja para una compañía extranjera.
Sadr suspendió la gran manifestación
programada para el jueves 9, aniversario de la caída de Saddam
Precario acuerdo
Después
de la derrota militar del gobierno, el jefe del Ejército Mahdi, el
jóven clérigo chiíta Mudtada al-Sadr, ordenó el repliegue de sus
combatientes: "Por responsabilidad religiosa, para
terminar con el derramamiento de sangre iraquí, para mantener la unidad
de Iraq y para poner fin a esta sedición que los ocupantes y sus
secuaces quieren difundir entre el pueblo iraquí, exhortamos a dejar de
salir armados en Basora y en todas las demás provincias.
Quien porte un
arma y tome como mira instituciones gubernamentales no será de los
nuestros". De la declaración de Sadr surgen dos cuestiones con
claridad: la primera es que fue desbordado por la insurrección de
masas, encabezada por “sus” milicianos, que están haciendo acciones que
él no ordenó; la segunda es que está tirando una soga para salvar al
tambaleante gobierno de Al Maliki, del cual el partido de Sadr fue
parte en el pasado, aunque luego lo abandonó. Sadr fue aún más lejos e
incluso dijo que desarmaría al “Ejército Mahdi” si se llegaba a ciertos
acuerdos.
Detrás
de Sadr está la vecina República islámica de Irán, que en vez de apoyar
la resistencia popular iraquí, como sería coherente con su proclamado
antiimperialismo, la frena y apoya al gobierno de Al Maliki. Por eso
los yanquis volvieron a convocar de apuro a Iran para nuevas
“conversaciones sobre la seguridad”, hecho que fue anunciado por el
propio gobierno iraní.
Sin
embargo, después de estos acuerdos y “cese del fuego”, la Zona Verde
fue otra vez atacada con morteros y tropas yanquis salieron a buscar a
los atacantes, produciéndose nuevos combates.
Pero
más allá de lo que hagan estos dirigentes, los hechos marcaron un salto
militar de la resistencia popular, que es capaz de controlar ciudades
enteras y reclama a viva voz en las calles: ¡Fuera yanquis de Iraq!