A grandes rasgos, y después de más de veinte años de trayectoria, podemos clasificar la evolución de este movimiento en cuatro etapas principales. La primera, de los años 80 hasta 1996, en la que se dieron las primeras protestas/1 de masas en los países del Sur contra el pago de la deuda y los Programas de Ajuste Estructural (PAE) impuestos por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Una segunda etapa, de 1996 al 2000/2001, período en que se constituyeron las principales campañas contra la deuda a escala internacional y estatal, se llevaron a cabo las mayores acciones de protesta, principalmente, contra el G8, y se consiguió la máxima visibilidad política, social y mediática. Una tercera, del 2001 hasta el 2004, momento de auge del movimiento altermundialista y de interpelación de éste con las campañas contra la deuda. Y, finalmente, cabe señalar un último período, del 2004/2005 hasta la actualidad, en que el movimiento altermundialista pierde peso como tal, mientras que las dinámicas de movilización a nivel nacional contra las agresiones de las políticas neoliberales recuperan capacidad de protesta, del mismo modo que a nivel internacional las campañas sectoriales establecen sus propias agendas de trabajo al margen de las dinámicas de las contracumbres y, parcialmente, del proceso del Foro Social Mundial (FSM).
Un repaso a la historia
Los antecedentes del
movimiento contra la deuda se remontan a los años 80 cuando en los
dos continentes más castigados por el endeudamiento, América Latina
y África, principalmente, surgieron campañas de masas contra el pago
de la deuda y la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural
del BM y del FMI. En agosto de 1982, el gobierno mexicano fue el primer
país en declararse insolvente para pagar la deuda, en un contexto de
crisis aguda. Esta situación pronto se generalizó a muchos otros países
de la periferia en lo que se ha llamado la crisis de la deuda. En este
contexto, en 1985, Cuba lanzó una iniciativa por el no pago de la deuda
con el objetivo de federar a los países latinoamericanos favorables
a la suspensión del pago de la deuda, y que arrastró a un número
importante de organizaciones campesinas, sindicatos, partidos en Brasil,
Argentina, Perú, Ecuador y México. Se trató de una campaña masiva
y popular, pero los gobiernos latinoamericanos, finalmente, optaron
por no constituir este frente común/2.
De 1980 a 1990, las revueltas
populares contra las políticas de ajuste impuestas por el FMI y el
BM se generalizaron en buena parte de los países del Sur. En total
se contabilizaron más de cincuenta alzamientos sociales en estos diez
años que generaron miles de muertos en África, Asia y América Latina.
Este movimiento de resistencias en el Sur inspiró a muchas otras organizaciones
en el Norte.
La caída del muro de
Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991, con el consiguiente
derrumbamiento del bloque del Este, marcaron un nuevo escenario político
que fue determinante para el ciclo de protesta entrante y en el que
el movimiento contra la deuda jugaría un papel de precursor, juntamente
con otras luchas como el movimiento campesino, indígena, de mujeres.
A partir de 1996, y en los años posteriores, con la constitución de la campaña de Jubileo 2000 en Gran Bretaña/3 y su consiguiente expansión a otros países, el tema de la deuda adquirió una posición central en la dinámica de la movilización internacional, a la vez que el posicionamiento de las iglesias católica y protestante a favor de la condonación de las deudas de los países del Sur, coincidiendo con la celebración del año jubilar, año 2000, contribuyó a ello. De este modo, la cuestión de la deuda ganó relevancia en la agenda política de los países del G7 y de las Instituciones Financieras Internacionales (IFI), así como en los medios de comunicación.
La extensión de la campaña
de Jubileo 2000 a otros países y continentes se llevó a cabo a finales
de los años 90 de la mano, principalmente, de organizaciones vinculadas
a la iglesia como en Canadá, Guayana, México, Zambia... Éste también
fue el caso de la Campaña Deuda Externa, ¿Deuda Eterna? constituida
en el año 1998 en el Estado español. En muchos casos, las organizaciones
del Norte contribuyeron a financiar las campañas en el Sur/4.
A partir del marco general
común de exigir la condonación (el perdón) de la deuda coincidiendo
con el año 2000, las demandas concretas podían variar en función
de las organizaciones que impulsaban la campaña en cada país o región.
Mientras que algunas coaliciones exigían la anulación de toda la deuda,
otras demandaban la anulación de la deuda impagable; mientras unas
rechazaban de pleno la Iniciativa País Pobres Altamente Endeudados,
(PPAE), otras instaban a su reforma. Estas divergencias se fueron agudizando
con el tiempo y llevaron a la constitución, en 1999, del movimiento
internacional Jubileo Sur, como una reacción desde dentro de Jubileo
2000 por parte de algunas organizaciones del Sur con posicionamientos
más radicales.
La red internacional Jubileo Sur se creó formalmente en noviembre de 1999 en la cumbre Sur-Sur, que tuvo lugar en Sudáfrica, y fue impulsada por organizaciones africanas, latinoamericanas y asiáticas, quienes exigían la cancelación total de la deuda y definían el endeudamiento como inmoral e ilegítimo reivindicando a los países del Sur como acreedores de una deuda histórica, ecológica y social fruto de siglos de expolio y explotación.
Principales debates
Las diferencias en el
seno del movimiento contra la deuda, entre sectores radicales y moderados,
se remontan a sus inicios. Los primeros condenaban las condicionalidades
de los PAE y exigían una total cancelación de la deuda y los segundos
aceptaban una reducción sustancial de la deuda y una reforma de las
condicionalidades que permitieran el alivio a los más pobres/5. Éstas
posturas han marcado, desde los orígenes, los principales debates en
el seno del movimiento.
A finales de los 90 y
principios del 2000, con la constitución formal de Jubileo Sur y su
alianza con organizaciones del Norte, como el CADTM y más adelante
y de forma parcial con la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda
Externa (RCADE) en el Estado español, se empezó a fortalecer la corriente
radical en favor de la cancelación total de la deuda. En oposición,
se encontraba la red de Jubileo 2000, integrada por distintas coaliciones
de países del Norte, con Jubileo 2000 Gran Bretaña y Erlassjahr
2000 (Jubileo 2000 en Alemania) a la cabeza, y en alianza con campañas
en el Sur, principalmente, en Ecuador, Perú y Bolivia, entre otras.
Éstos defendían posturas reformistas acerca de la condonación de
la deuda con demandas posibilistas y moderadas. A pesar de las divergencias,
algunas organizaciones participaban en ambas coaliciones.
La red internacional
de Jubileo 2000, junto con otros actores como Oxfam Internacional y
EURODAD exigían la reducción de las deudas impagables de los países
más pobres, la revisión de las condicionalidades, la reforma de las
IFI, entre otras, mientras que Jubileo Sur, el CADTM y la RCADE reivindicaban
la anulación total de la deuda, definiéndola como ilegítima e inmoral
y considerando que ésta había sido pagada con creces, exigían la
cancelación incondicional de las mismas y rechazaban las políticas
impuestas por el FMI y el BM, etc.
El final del año jubilar, diciembre del 2000, fue la fecha de clausura de la campaña de Jubileo 2000 a nivel internacional y de algunas coaliciones nacionales como Jubileo 2000 Gran Bretaña, que había jugado un papel clave en la estrategia de expansión de la iniciativa, y también de la Campaña Deuda Externa, ¿Deuda Eterna?
Más allá del año 2000
El auge del movimiento
altermundialista, entre los años 2001 y 2004, no dejó indiferente
a las campañas contra la deuda. La emergencia del movimiento contra
la globalización neoliberal obligó a los actores antideuda a una interpelación
directa con éste. Así, mientras los sectores más radicales convergían
y se integraban en el seno del movimiento altermundialista, aquellos
más moderados optaban por el distanciamiento y la crítica a las acciones
directas no violentas. Si en el período anterior, las organizaciones
contra la deuda externa habían capitalizado las protestas en motivo
de las cumbres del G8, consiguiendo una importante visibilidad y eco
mediático y social, como en las cumbres de Birmingham en 1998 y de
Colonia en 1999, a partir de este momento sus acciones y propuestas
quedarían disueltas en el seno del movimiento altermundialista.
A partir del año 2001,
nuevas demandas tomaron fuerza entre las organizaciones contra la deuda.
La apuesta por la creación de un Tribunal Internacional de Arbitraje,
la realización de auditorías ciudadanas o la reclamación de la ilegitimidad
de la deuda fueron iniciativas que empezaron a plantearse en las contracumbres
y los foros sociales. Cada una de estas demandas partía de un análisis
político específico sobre las causas y las consecuencias del endeudamiento.
Así, mientras la creación de un Tribunal de Arbitraje no ponía en
cuestión los cimientos del sistema capitalista, la demanda de ilegitimidad
rechazaba de base los mecanismos de endeudamiento y anteponía a éstos
la soberanía de los pueblos para negarse a pagar una deuda ilegítima
e insostenible.
A partir del año 2004/2005
podemos señalar el inicio de una nueva etapa. A nivel global, se da
un contexto de pérdida de centralidad del movimiento altermundialista,
después de las masivas protestas contra la guerra de los años 2003
y 2004, así como una disminución del impacto, tanto interno como externo,
del Foro Social Mundial que pese a su consolidación pierde su carácter
de novedad. Esto repercute en los movimientos sectoriales específicos
como el de la deuda. Frente a una pérdida de centralidad del movimiento
altermundialista y una cierta rutinización de los FSM, los movimientos
temáticos como el de mujeres, de campesinos, de la deuda... empiezan
elaborar agendas de movilización y de encuentro propias al margen de
las citas unitarias de los foros y las contracumbres. El nuevo escenario
devuelve la iniciativa al ámbito temático y sectorial, sin menospreciar
las movilizaciones y los foros unitarios. Algunos ejemplos de esta dinámica
sectorial serían: el encuentro internacional del movimiento contra
la deuda en La Habana, en 2005; la celebración del Foro por la Soberanía
Alimentaria en Malí, en febrero del 2007; o la Semana de acción global
contra la deuda, en octubre del 2007, entre otras.
Esta etapa también se
caracteriza por un aumento de la convergencia entre los actores antideuda
que podemos afirmar que dura hasta la actualidad: búsqueda de marcos
de trabajo comunes, de coordinación de acciones y de estrategias. El
encuentro internacional contra la deuda en La Habana (Cuba), en septiembre
del 2005, donde participaron todos los actores contra la deuda externa
a escala global, fue un claro ejemplo de esta dinámica al aprobarse
un calendario de movilización unitario y con el acuerdo de posturas
comunes respecto a temas como la ilegitimidad de la deuda o la reclamación
de una deuda social, histórica y ecológica por parte de los países
del Sur, posturas defendidas anteriormente tan solo por los sectores
más radicales.
En el período de movilización
reciente, los sectores más combativos han marcado la pauta y el liderazgo
de la protesta y han conseguido arrastrar a los más moderados hacia
sus posiciones. A diferencia de años antes, cuando el movimiento era
encabezado por la campaña Jubileo 2000, ahora son los sectores más
radicales, que han venido trabajando en el marco movimiento altermundialista,
quienes lideran el movimiento. A partir de aquí, podemos afirmar que
el ciclo de protesta inaugurado en 1999, en Seattle, ha reforzado a
aquellos actores con unas demandas y una perspectiva más confrontativa
y radical.
Mucho ruido y pocas
nueces
Pero, después de veinte
años de movilizaciones contra la deuda, ¿qué logros han conseguido
los movimientos sociales? ¿Qué impacto han tenido en la opinión pública?
¿Y en las instituciones internacionales?
En el ámbito externo
al movimiento se han conseguido avances, especialmente, en el terreno
de lo simbólico y en la percepción que las sociedades, tanto del Norte
como del Sur, tiene de la problemática del endeudamiento. En los países
acreedores, las campañas han difundido las causas y las consecuencias
que el pago de la deuda externa tiene para los pueblos del Sur y se
ha vinculado el concepto de deuda externa al de pobreza y subdesarrollo.
Así mismo, en los países acreedores, se ha generado una importante
movilización de denuncia de las consecuencias que esta deuda tiene
sobre sus poblaciones y la responsabilidad de las instituciones internacionales
(BM, FMI, G8...) en la generación y mantenimiento de la misma. En el
transcurso de estos años, las campañas han dejado claro la necesidad
de condonar, cancelar o abolir la deuda para permitir el desarrollo
de estos países, a la vez que han reivindicado una deuda social, ecológica
e histórica del Norte respecto al Sur.
En relación con otros
movimientos sociales, debemos de señalar como éstos han ido incorporando
como propia la demanda de cancelación de la deuda externa. Así colectivos
de mujeres, ecologistas, campesinos, ONG’s de desarrollo... han asumido
en su repertorio de reivindicaciones la necesidad de cancelar las deudas
de los países del Sur. Un hecho que es fruto de la participación y
el impulso de los actores antideuda en el seno del movimiento altermundialista,
a la vez que estos últimos han incorporado a su discurso y demandas
nuevos enfoques ecologistas, feministas, anticorporativos... en una
dinámica de contaminación mutua.
En el ámbito institucional,
más allá de situar la cuestión de la deuda en la agenda política,
los cambios conseguidos han sido mínimos. Si analizamos, por ejemplo,
las promesas de condonación de los países miembros del G8, podemos
afirmar que éstas no han sido nada más que una estrategia de limpieza
de imagen. En la cumbre de Colonia, en junio de 1999, los jefes de estado
de los países más ricos se comprometieron a anular el 90% de la deuda
bilateral y multilateral de los 42 países más endeudados listados
en la Iniciativa PPAE. Pero, finalmente, las cifras reales tan solo
equivaldrían a un 3% de la deuda total de los países del Sur.
Según Éric Toussaint
y Damien Millet/6, esta contradicción, entre promesas y realidad, pone
de relieve el objetivo de los países del G8 para mantenerse como acreedores
de los PPAE y del resto de los países subdesarrollados. Su objetivo
es continuar imponiendo las políticas neoliberales y mantener un mecanismo
permanente de transferencia de riqueza del Sur a los capitalistas del
Norte. Los países que ocupen una posición geoestratégica relevante
o que se muestren más dóciles seguirán recibiendo medidas de reducción
de la deuda, pero que no les servirán de nada para liberarse del yugo
neoliberal. Respecto al resto de los países en desarrollo, que suman
un total del 89% de la población pobre del planeta, el G8 ni siquiera
ha propuesto ninguna medida de alivio.
Es a partir del análisis
de estas cifras que se observa la dificultad para conseguir medidas
reales de alivio que tengan un impacto en las poblaciones del Sur. La
deuda es un claro ejemplo de la dominación Norte-Sur y las élites
políticas y económicas no renunciarán fácilmente a ella. El impacto
político se debe de medir en el terreno de los simbólico, del descrédito
y del debilitamiento de los acreedores tanto del G8 como de las IFI.
Aún así, algunos gobiernos
o instancias políticas en Europa, como el gobierno noruego o el senado
belga, han dado pequeños pasos en lo que respecta la declaración
de ilegitimidad de algunas de las deudas de las que sus países eran
acreedores. Según Jubileo Sur/7, el hecho de que un gobierno de los
países acreedores reconozca y tome responsabilidad pública sobre este
tema, abre una oportunidad en la lucha por la ilegitimidad de la deuda
y es un precedente a tener en cuenta. En el Estado español, por ejemplo,
el trabajo de los actores antideuda ha conseguido, a finales del 2006,
la aprobación en el Congreso de una Ley reguladora de la gestión de
la deuda externa que, a pesar de sus limitaciones, significa un cierto
paso adelante sobre todo en materia de transparencia informativa.
En lo que se refiere
al pago de la deuda por parte de los países del Sur, según Éric Toussaint/8,
la coyuntura actual es favorable para que los gobiernos de estos países
modifiquen la situación y sea posible el desendeudamiento. En la actualidad,
un número importante de estos países, si incluimos a Rusia como lo
hace el BM y el FMI, son acreedores netos de EEUU y de los bancos privados
en el Norte y si se lo propusieran podrían reembolsar de facto
al FMI todo el dinero que le deben y crear fondos de asistencia para
que los otros países en desarrollo, con menos recursos, pudieran también
eliminar su deuda rápidamente. Pero como señalaba Toussaint, los países
que tienen en su mano la posibilidad del cambio (China, Rusia, India,
Brasil, Nigeria, Indonesia, México y Sudáfrica) no tienen la más
mínima intención de llevar a cabo esta estrategia, ya que sus gobernantes
son los primeros beneficiados por la implementación de las políticas
neoliberales en sus países.
En oposición, debemos
de señalar aquellos gobiernos como el de Rafael Correa en Ecuador,
Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia que, a pesar de sus
contradicciones y límites, rechazan, con grados diversos y de forma
parcial, al imperialismo y a las políticas neoliberales, a la vez que
fortalecen el papel del Estado. Aún así, los pasos dados por estos
gobiernos en materia de deuda, a excepción del de Correa, han sido
muy moderados.
El gobierno de Rafael
Correa es quien se ha mostrado más favorable para tomar medidas que
frenen el pago de la deuda, repudiando aquella considerada como ilegítima
y dedicando la partida ahorrada a inversiones sociales. Hay que tener
en cuenta que Ecuador es el país de América Latina que dedica un mayor
porcentaje de su presupuesto al reembolso de la deuda externa. En este
sentido, el gobierno de Correa ha hecho pública su voluntad de identificar
la deuda ilegítima del país y ha creado una Comisión de Auditoría
Integral de la Deuda Pública Interna y Externa, formada por representantes
de la administración del Estado y de la sociedad civil ecuatoriana
e internacional. El trabajo de esta Comisión de Auditoría priorizará
la deuda contraída con los acreedores multilaterales, sin dejar de
lado los préstamos comerciales, los bonos y los bilaterales, a la vez
que nace con una vocación integral, incluyendo no sólo un análisis
financiero o legal, sino también una valoración social y ambiental.
A pesar de que en materia de deuda Correa lleva a cabo una política
avanzada, ésta no es necesariamente extensiva a otros ámbitos.
Acabar con el yugo de la deuda externa, como instrumento de control y de dominación de los países periféricos y poner fin a la expoliación de sus recursos naturales es hoy más urgente que nunca. Los países en desarrollo han reembolsado casi diez veces el monto de la deuda de 1980 y aún así se encuentran cinco veces más endeudados. Como defiende el movimiento antideuda, debemos de exigir la ilegitimidad y la inmoralidad de estas deudas y abogar por el reconocimiento de una deuda ecológica, social e histórica del Norte respecto al Sur.
*Esther Vivas es autora de En pie contra la deuda externa (El Viejo Topo, 2008).
**Artículo publicado
en El Viejo Topo, nº 244.
1 Las resistencias nacionales contra la deuda externa se remontan al siglo XIX cuando ésta se empezó a utilizar como instrumento de dominación de los pueblos del Sur. Desde entonces varios países intentaron rechazar su pago, pero no fue hasta mediados de los años 80, en el siglo XX, que se dio una movilización masiva desde del Sur que trascendió las fronteras nacionales.
2 Millet, D. y Toussaint, É. (2004) 50 preguntas 50 respuestas, Barcelona, Icaria editorial.
3 La constitución de la campaña Jubileo 2000 y el apoyo que recibió por parte de las iglesias cristianas marcó un punto de inflexión en la trayectoria del movimiento contra la deuda estableciendo el punto de partida de lo que sería un potente movimiento internacional antideuda.
4 Donnelly, E. (2002) “Proclaiming Jubilee: the debt and structural adjustment network” en Khagram, S. et al.(ed) Restructuring world politics, Minneapolis, University of Minnesota Press.
5 Donnelly, E. (2002) Op cit.
6 Toussaint, É. y Millet, D. (2005) El G7 prefiere las promesas a los actos: no habrá una verdadera anulación de la deuda en http://www.cadtm.org/article.php3?id_article=1145
7 Jubileo Sur (2006) Norway cancels the debt claimed of five south countries en: http://www.cadtm.org/spip.php?article2124&var_recherche=norway
8 Toussaint, É. (2005b)
Deuda: nuevos retos en http://www.cadtm.org/article.php3?id_article=1673
esther.vivas@pangea.org