Historia reciente del Imperio que no acaba todavía

Operación Mangosta

Después de la derrota militar, política y diplomática que significó Playa Girón para Estados Unidos, el presidente John F. Kennedy, en nombre de la Seguridad Nacional de su país, aprobó la Operación Mangosta el 30 de noviembre de 1962, futuro instrumento esencial y básico de la política de Estados Unidos hacia Cuba.

El objetivo central: destruir la Revolución Cubana a toda costa; el método: exportar la contrarrevolución a Cuba desde Estados Unidos; las vías: el Pentágono y la comunidad de inteligencia; el propósito: la intervención directa de las Fuerzas Armadas norteamericanas en Cuba; el escenario: las ciudades y las zonas rurales del país.

Mangosta le fue impuesta a la CIA como una misión estratégica de Seguridad Nacional, objetivo principal de la política exterior de los Estados Unidos para América Latina y el Caribe, y uno de los objetivos esenciales en el conflicto este-oeste. Para los Estados Unidos, aniquilar a la Revolución Cubana equivalía a garantizar que su ejemplo no se expandiera.

Todas estas consideraciones explican el despliegue de fuerzas y medios que se utilizaron en el modus operandi de la estación JM-WAVE. Después que se aprueba oficialmente la Operación Mangosta, en el invierno del año 1962, el dispositivo de esta estación experimentó grandes transformaciones, a la altura de las aspiraciones de la administración Kennedy.

No es factible precisar el presupuesto asignado. Las fuentes consultadas –que van desde documentos desclasificados, hasta estudios de expertos en Seguridad Nacional– divergen por amplio margen. Hay quienes calculan un presupuesto de entre 50 a l00 millones de dólares solo para el primer año. Otra dificultad con la investigación respecto a ese campo es que los gastos de Mangosta, además de su presupuesto específico, estuvieron a cargo de las diferentes organizaciones que intervenían en este proyecto: la CIA, el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado, la Agencia de Información de los Estados Unidos, el Departamento de Tesoro, y otras agencias especializadas de la comunidad de inteligencia, Secretarías y Departamentos del Gobierno de los Estados Unidos.

Para emprender los planes de Mangosta la administración Kennedy decidió efectuar cambios en los principales mandos de la CIA, que habían intervenido directa y catastróficamente en la Operación Pluto, que culminara con la derrota de Playa Girón.

El 28 de noviembre de l96l culminaba la carrera de Allen Dulles como Director de la CIA, después de ocho años al frente de la organización (fue nombrado asesor para las investigaciones históricas de la agencia). Su salida significó la primera reestructuración que experimentaría la CIA desde su fundación; era la señal de la presencia de nuevos rostros en Langley, dispuestos a llevar a cabo la política de los Kennedy en la cruzada contra el comunismo desde una nueva visión estratégica, anunciada por la Comisión Taylor después de evaluar las causas y condiciones del fracaso de Playa Girón.

Para ocupar el cargo de Dulles fue destinado John Mc Cone, Presidente de la Comisión de Energía Atómica desde 1958. El subdirector de la CIA, Charles Cabell fue sustituido por el general Marshall Carter. El general Maxwell Taylor, cercano colaborador de Kennedy, uno de los principales arquitectos en el diseño de la Operación Mangosta, ocupó la responsabilidad de Jefe del Estado Mayor Conjunto. Richard Bissell, jefe de los poderosos Servicios Clandestinos de la Agencia y brazo derecho de Dulles en todas las operaciones encubiertas de la CIA, fue destinado a un centro de estudios militares, el Instituto de Análisis para la Defensa.

En febrero de l962 Richard Helms sería designado como nuevo Jefe de los Servicios Clandestinos de la CIA. Hombre asociado desde sus orígenes a la Agencia, no había tenido ninguna participación directa de manera significativa en los planes de la Operación Pluto contra Cuba.

En el terreno específico de las operaciones contra Cuba en el período de Mangosta, la nueva dirección de la CIA designó a William Harvey como Jefe de la Cuban Task Force (Fuerza de Choque), encargada de supervisar y controlar las operaciones contra Cuba desde el cuartel general en Langley. Harvey, con un amplio expediente en las operaciones clandestinas contra la URSS en Berlín, no era también Jefe del Grupo de Acciones Ejecutivas de la CIA –conocido como ZR-RIFLE–, por pura casualidad. El Programa de Acciones Ejecutivas de la CIA llevaba a cabo la eliminación física de figuras políticas enemigas u hostiles a los intereses de los Estados Unidos a partir del principio de la negación plausible, que en todo momento debía enmascarar la participación del Gobierno de los Estados Unidos en la realización de los asesinatos políticos. El segundo al mando de la Cuban Task Force sería Samuel Halpern, quien desempeñaría un papel importante en las operaciones de la CIA montadas en 1963 en el Programa de Múltiple Vía como segundo jefe de la Sección de Asuntos Especiales dirigida por Desmond Fitz Gerald, cercano colaborador y amigo de Robert Kennedy.

Para un cálculo aproximado de la dimensión de las fuerzas que intervienen en Mangosta basta referir un dato: el l0 de octubre de 1962, en un informe desclasificado de la CIA se señala que existen 415 organizaciones contrarrevolucionarias, entre las que operan en la Isla y en los Estados Unidos. Los analistas de la JM-WAVE, consideraban que existían en los Estados Unidos 371 organizaciones y grupos.

En cada centro de importancia de la CIA en el exterior había, al menos, un oficial de caso de la CIA encargado de las acciones de la Operación Mangosta en ese país, que eran coordinadas con la Estación JM-WAVE en la Florida. En América Latina, ciudad México era una plaza priorizada, y David Atlee Phillips el Jefe de la estación, una pieza clave. En Europa, España y la República Federal Alemana era plazas fuertes del trabajo de la CIA contra Cuba.

La planificación de la Mangosta estaba prevista para ser satisfactoriamente completada antes de fines de 1962. El calendario operativo era, grandes rasgos, el siguiente.

Marzo: Inicio de las operaciones

Abril–Mayo: Fortalecimiento de la actividad clandestina dentro de Cuba

1ro de agosto: Puesta en marcha de las acciones subversivas. (Léase, hechos terroristas, sabotaje, atentados, infiltraciones)

Agosto–Septiembre: Incremento de acciones.

Octubre: Revuelta generalizada.

Finales de Octubre: Reconstrucción del nuevo gobierno.

La realidad no pudo alejarse más de los planes del gobierno norteamericano. Entre 1962 y 1965 la Agencia Central de Inteligencia se empeñó, sin lograrlo, en crear un frente nacional de guerrillas contrarrevolucionarias que abarcara toda la nación, cuyo cuartel general radicara en el Escambray. Numerosos recursos militares, técnicos y económicos, fueron destinados para abastecer las bandas armadas que en un momento determinado abarcaron las 6 provincias.

En esta dirección se inscriben los esfuerzos por establecer grandes redes de inteligencia y subversión, cuyo teatro de operaciones se encontraba en las zonas rurales del país donde existían mejores condiciones para este tipo de guerra, es decir, en las montañas de Pinar del Río, Las Villas y Oriente.

Para materializar sus objetivos contrarrevolucionarios y terroristas se crearon tres organizaciones: FAL, RCA y Alpha-66. Además, estructuraron cinco redes de espionaje de la CIA como: el Frente Unido Occidental en Pinar del Río; las encabezadas por Luis Puig Tabares y Mariano Pinto Rodríguez, en Las Villas; y las de Joaquín Escandón Renedo y Manuel del Valle Caral, atendidas directamente desde la Base Naval de Guantánamo. Todos ellos incluían entre sus objetivos el apoyo a los alzamientos y el desarrollo de tareas de espionaje.

Los cabecillas de las redes creadas lograron contactar al menos en seis ocasiones con los principales jefes de bandas, fundamentalmente en las provincias de Matanzas, las Villas y Oriente.

Las agresiones llevadas a cabo por los alzados en las zonas rurales, con apoyo de la CIA y las organizaciones contrarrevolucionarias, abarcaron todo el país. En ese período las bandas realizaron actos de sabotaje y terrorismo, asesinaron campesinos y trabajadores agrícolas, crearon un clima de temor entre los habitantes de las zonas donde actuaban, pero no fueron capaces de llevar a cabo acciones armadas contra importantes objetivos militares que le permitieran avanzar en su forma de lucha.

Las tareas que debían ejecutarse según la Mangosta, estaban destinadas a destruir la producción agropecuaria en las diferentes provincias y sentar las bases de una insurrección armada nacional que se extendiera del campo a las ciudades. Las bandas, conformadas por ex militares de la tiranía, prófugos de la justicia revolucionaria, elementos marginales, antiguos empleados de los terratenientes y burgueses de la zona de operaciones, campesinos y trabajadores agrícolas políticamente confundidos, no fueron capaces de librar una guerra irregular efectiva.

Los alzados solo eran capaces de ataques aislados a objetivos civiles aislados, como casas de campesinos, granjas, cooperativas, tiendas rurales, practicaron los ataques al transporte público, incendios de escuelas rurales, almacenes y cañaverales, atentados a milicianos, campesinos, trabajadores agrícolas y dirigentes de base de la ANAP. Fue en ese contexto de cobardía donde cometieron cientos de asesinatos de personas indefensas como Vicente Pérez Noa, Fidel Claro Álvarez, Félix Soto y Pedro Lantigua, maestros voluntarios como Conrado Benítez y Delfín Sen Cedré o brigadistas alfabetizadores como Manuel Ascunce Domenech. También ultimaron ancianos, mujeres y niños.

En su enfrentamiento, las fuerzas revolucionarias perdieron más de 500 combatientes entre miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, milicianos, combatientes de los batallones de la Policía Nacional Revolucionaria y oficiales y agentes del Departamento de Seguridad del Estado.

Las Villas fue la provincia donde esta lucha fue más intensa. Desde antes del triunfo de la Revolución, la Sierra del Escambray ocupó un lugar privilegiado en la estrategia de la CIA. Por todas las vías posibles los servicios de inteligencia de los Estados Unidos hicieron llegar cuantiosos recursos financieros y militares a las bandas de alzados contrarrevolucionarios, que en un momento llegaron a alcanzar la cifra de unos 2 000 efectivos.

El bandidismo en la provincia de Oriente se caracterizó por el estímulo y apoyo en recursos humanos y materiales que le brindaron los servicios de inteligencia de Estados Unidos radicados en la Base Naval de Guantánamo. Desde la base naval de Guantánamo partieron grupos comandos con el doble objetivo de apoyar las organizaciones contrarrevolucionarias que actuaban en las ciudades y fomentar alzamientos en las zonas rurales.

En la misma concepción del Proyecto Mangosta de 1962 se inscriben las acciones de guerra biológica, enfiladas a afectar la salud de la población y a sabotear la producción agropecuaria del país.

El proyecto también concibió planes criminales de atentados contra el presidente cubano Fidel Castro, en los que intervinieron los servicios norteamericanos de distintas agencias.

Al grupo especial ampliado del Consejo de Seguridad Nacional llegaron cuatro alternativas posibles a desarrollar contra Cuba, entre las cuales se encontraba la intervención militar directa, mediante el montaje de una provocación que sirviera de pretexto ante la opinión pública.

El presidente aprobó, mediante el Memorando de Seguridad Nacional 181 del 23 de agosto de 1962, la Variante b, que no contemplaba la acción militar directa de los Estados Unidos. Sin embargo, a esta variante se le agregaba el término de “ampliada”, para incluir el empleo de las fuerzas militares cuando resultara de interés para la administración.

De este modo, los planes para una futura invasión militar norteamericana a Cuba se convirtieron nuevamente en los primeros meses de 1962, en una amenaza real e inminente. Si se relaciona la mencionada variante ampliada con las fases en que estaban previstas las operaciones contra Cuba, la invasión militar de los Estados Unidos a la isla quedaría programada para octubre de 1962.

Los planes de los grupos especiales de la CIA de crear focos de resistencia en las zonas rurales, fracasaron. En los batallones de Lucha Contra Bandidos de las Fuerzas Revolucionarias, en las Milicias Nacionales Revolucionarias, en las Milicias Serranas y en los Órganos de la Seguridad del Estado, apoyados por las organizaciones políticas y de masas, principalmente los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), es decir, el pueblo uniformado y armado, encontraron un muro de contención que los detuvo y los derrotó.

La Operación Mangosta fue suspendida por el gobierno de Estados Unidos después de la Crisis de Octubre, tras comprobarse la incapacidad de todo el millonario andamiaje de carácter organizativo, político, de guerra económica, operaciones sicológicas y de espionaje para detener el proceso revolucionario.

Pero las acciones subversivas engendradas por la Operación Mangosta, a pesar de haber sido oficialmente cancelada a fines de 1962, continuaron, según han reconocido ex funcionarios de aquel gobierno, muchos años después.

De Mangosta saldrían miles de agentes a sueldo para desatar el terrorismo, el asesinato político, el tráfico de armas, el tráfico de drogas, los escándalos Watergate e Irán-Contras, los mercenarios de origen cubano en África, Asia y América Latina, los cabecillas de la FNCA, que convirtieron el terrorismo en un negocio y un medio de enriquecimiento y que han tenido siempre un abrigo seguro dentro de ese país.

Mangosta fue la gran escuela de la contrarrevolución, que se formó en los cuarteles del Ejército Norteamericano y en las escuelas de espías

wbr5@cantv.net



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