Orlando Zapata Tamayo, de 42 años, no forma parte de los mercenarios que fueron juzgados en marzo del 2003 (no es uno de los 75), ni tiene un “grueso expediente político”, como dicen medios de prensa internacionales con tal de demonizar a Cuba.
Esta es la historia real:
Cumplía una sanción conjunta de privación de libertad de 25 años, después de haber sido sancionado en el 2004, a tres años, por Desorden Público, Desacato y Resistencia. Su historial delictivo es el de un delincuente común.
Desde julio de 1990, fue procesado y condenado en reiteradas ocasiones por delitos comunes, entre ellos por Alteración del Orden, Daños, Resistencia, dos cargos de Estafa, Exhibicionismo Público, Lesiones y Tenencia de Armas Blancas. Ya en cumplimiento de la sanción de privación de libertad, fue sancionado varias veces por Desorden en Establecimiento Penitenciario y Desacato.
En el 2001, se vincula a la contrarrevolución, contactado entre otros mercenarios por Oswaldo Payá Sardiñas y Marta Beatriz Roque.
En el 2003, ingresa nuevamente en prisión y a partir de entonces protagoniza varias acciones violentas en ella, agrediendo físicamente a funcionarios penitenciarios. Se negó en reiteradas ocasiones a consumir los alimentos del penal y solo consumía los alimentos que recibía de sus familiares.
Se declaró en huelga de hambre el 18 de diciembre de 2009, negándose a recibir asistencia médica. No obstante, fue trasladado primeramente al Puesto Médico del penal, posteriormente, al Hospital Provincial de la ciudad de Camaguey, y después al Hospital Nacional de Reclusos de La Habana.
En todos los lugares, se le realizaron estudios clínicos y se le prestó toda la asistencia médica necesaria, incluida terapia intermedia e intensiva y alimentación voluntaria por vía parenteral (endovenosa) y enteral (mediante levín) y se le garantizaron todos los medicamentos y tratamientos necesarios hasta su fallecimiento, lo cual fue reconocido por su propia madre.
El 3 de febrero, presentó fiebre que desapareció en 24 horas. Posteriormente, se le diagnosticó una neumonía que se trató con los antibióticos y procedimientos más avanzados. Al comprometerse ambos pulmones, fue asistido con respiración artificial hasta su muerte.
Después de su ingreso al establecimiento penitenciario, la madre de Zapata Tamayo, Reyna Luisa Tamayo, se vinculó a actividades de grupos contrarrevolucionarios, por las cuales recibía dinero de organizaciones contrarrevolucionarias que actúan en territorio de Estados Unidos como la Fundación Nacional Cubano Americana.
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