Nota: Los informes, en inglés, pueden encontrarse en esta página del Senado estadounidense.
05 de junio 2008. - Han tardado cuatro años, pero al final el Senado de EEUU
ha difundido el último informe público que desvela el alcance de la
manipulación previa a la invasión de Irak. El Comité de Inteligencia
del Senado demostró que las autoridades norteamericanas justificaron la
guerra, frente a sus ciudadanos y al mundo, echando mano de
informaciones de inteligencia nada fiables o simplemente exagerándolas
para hacerla coincidir con sus necesidades.
El presidente del Comité, el demócrata John Rockfeller, no se
anduvo con rodeos al presentar sus conclusiones: “Una cosa es depender
de información de inteligencia incorrecta y otra presentar una imagen a
los estadounidenses sabiendo que es equivocada”, afirmó.
Los parlamentarios llevaron a cabo un trabajo escrupuloso.
Compararon los principales discursos del presidente y de los miembros
de su Gobierno con la información de los servicios de inteligencia que
tenían entonces en sus manos.
Sin base
La conclusión es inapelable: “Antes de involucrar al país en la
guerra, este país debía dar a los norteamericanos una imagen precisa al
100%”, explicó Rockfeller. “Lamentablemente, nuestro Comité concluyó
que el Gobierno dijo varias cosas que no tenían ningún apoyo de
inteligencia”, añadió. En otras palabras, Bush y los suyos mintieron,
aunque el informe y los políticos se cuiden de utilizar esa palabra que
constituye una grave acusación en Estados Unidos.
El vicepresidente Dick Cheney, por ejemplo, denunció varias veces
la existencia de una relación entre Al Qaeda e Irak. El 8 de septiembre
de 2002, en plena conmemoración del primer año de los atentados del 11
de septiembre, aseguró que un alto miembro del Gobierno de Sadam Husein
se había reunido en Praga con Mohamed Atta, uno de los autores de los
ataques. Rotunda conclusión de la comisión: “No hemos podido confirmar
esa reunión”. Años de investigación inútil revelan que probablemente no
existió.
Engañados
Sus miembros denunciaron “los esfuerzos implacables del presidente
y sus consejeros por utilizar la guerra contra Al Qaeda como
justificación para derrocar a Sadam Husein”. “Describir a los
estadounidenses que ambos estaban asociados engañó a la nación”,
aseguraron. La acusación sobre la existencia de un programa nuclear
iraquí también quedó en evidencia: “Las declaraciones de la
Administración de Bush no comunicaba las discrepancias sustanciales que
existían entonces en la inteligencia”.
Para confirmar muchas de los engaños ya conocidos, la comisión
necesitó más de cuatro años y un cambio de mayoría en el Congreso tras
las elecciones de 2006. En 2004, cuando los republicanos controlaban
ambas cámaras, un primer informe se había centrado en los errores de
los servicios de inteligencia. Ahora se trataba de examinar el uso que
los políticos hicieron de esos datos: “Esta Administración distorsionó
la información de inteligencia para ir a la guerra”, acusó la senadora
demócrata Dianne Feinstein, miembro del Comité.
El portavoz republicano en la comisión, Christopher Bond, se negó a
aprobar el informe. Rockfeller recordó que su colega presentó 170
enmiendas al documento. La mitad fueron aceptadas. Aún así, se negó a
dar su aprobación a un informe que cae en mal momento: en plena campaña
electoral. El candidato republicano a la Casa Blanca John McCain apoyó
la guerra y sigue justificando la presencia militar en Irak.
Barack no estaba aún en el Senado cuando los congresistas
autorizaron en 2002 la invasión. Lamentablemente para la derrotada
Hillary Clinton, que sí apoyó la moción, el documento sale tarde.
Durante la campaña, dijo que había dado su aval a la guerra por haber
sido engañada por Bush. Como lo fueron todos los norteamericanos.