26 de Agosto.- Estuvo fuera del país durante ocho años, pero el príncipe Bandar bin Sultan al-Saud, quien como embajador de Arabia Saudita en Washington ejerció influencia sobre no menos de cinco diferentes presidentes de Estados Unidos, ha vuelto a surgir como una figura central en la lucha para que Estados Unidos y sus aliados, inclinen la balanza hacia el campo de batalla contra el gobierno de Siria.
Los funcionarios de la Agencia Central de Inteligencia supieron que Arabia Saudita era seria respecto a derrocar el presidente sirio, Bashar al-Assad, cuando el rey saudí llamó al príncipe Bandar bin Sultan al-Saud, para liderar el esfuerzo.
El príncipe Bandar, un veterano de las intrigas diplomáticas de Washington y el mundo árabe, podría ofrecer lo que la CIA no podía: aviones cargados de dinero y armas, y como dijo un diplomático de EE.UU.,"wasta", que en árabe significa, influir por debajo de la mesa.
Bandar -durante dos décadas uno de los negociadores más influyentes en Washington como embajador de Arabia Saudita, pero que había desaparecido de la vista pública por un largo período- ahora repite su papel como operador geopolítico. Esta vez se trata de avanzar en los principales objetivos de la política exterior del reino saudí: derrotar al presidente sirio al-Assad y sus aliados de Irán y a Hezbollah.
El príncipe Bandar, quien fue nombrado por el rey saudí, su tío, el año pasado, director de la Agencia General de Inteligencia saudí, hay informes de que durante meses se ha centrado exclusivamente en la obtención de apoyo internacional, incluyendo armas y entrenamiento, a las facciones rebeldes sirias en busca del eventual derrocamiento del presidente Bashar al-Assad.
Es una meta a largo plazo de Arabia Saudita, que en los últimos días ha sido ayudada por la crisis sobre el supuesto uso de armas químicas por Damasco, que, de acuerdo a Riyadh, se debe asumir con una respuesta severa. Ese mensaje se lo ha hecho llegar al presidente Barack Obama, el actual embajador saudita en Washington, Adel al-Jubeir, que es un protegido de Bandar.
Fue la agencia de inteligencia del príncipe Bandar quien alertó primero a los aliados occidentales sobre la supuesta utilización de gas sarín por el gobierno sirio en febrero.
Mientras que un viaje a principios de este mes al Kremlin para tratar de engatusar al presidente Vladimir Putin para que retirara su apoyo al presidente Assad al parecer no le funcionó, el príncipe Bandar automáticamente tiene mayor influencia en las capitales occidentales, sobre todo por las amistades forjadas durante su tiempo en Washington. Sus viajes más recientes, que rara vez se anuncian, lo han llevado a Londres y París para entrevistarse con altos funcionarios.
Como embajador, el príncipe Bandar dejó una huella que aún no ha desaparecido completamente. Su voz fue una de las mas ruidosos instando a los Estados Unidos a invadir Irak en 2003. En la década de 1980, el príncipe Bandar estuvo atascado en el escándalo Irán-Contra en Nicaragua.
Meses de aplicar presión sobre la Casa Blanca y el Congreso sobre Siria, lentamente han dado resultados. Se cree que la CIA ha estado trabajando directamente con el príncipe Bandar desde el año pasado en el entrenamiento a los rebeldes, en Jordania, en una base cerca de la frontera con Siria.
Los saudíes son "socios indispensables en lo referente a Siria" y tienen una influencia considerable en el pensamiento estadounidense, dijo ayer un alto funcionario de EE.UU., a The Wall Street Journal. Y agregó: "Nadie quiere hacer nada solo."