El INPSASEL y sus estadísticas

Elaborar estadísticas no es cosa sencilla, ya que en su elaboración muchos factores determinan, no solo su diseño, sino también su impacto. Ahora bien, es bueno que sepamos qué queremos lograr con las estadísticas, a quién queremos impactar, qué queremos reflejar, cómo las construimos, al servicio de quién deben estar y quienes las elaboran.

Las estadísticas no solo deben contener datos técnicos y científicos, pues estamos convencidos de que si no reflejan el aspecto político e ideológico de la muestra y fenómeno estudiado, estas solo reflejarán una parte de la realidad.
En tal sentido, los números nos pueden ayudar a mirar mejor, a comprender, pero también nos pueden embriagar y enturbiar el conocimiento y la comprensión objetiva de la realidad. Los números tienen la capacidad de fascinarnos y hacernos creer en ellos sin pensar en su origen o en su validez. Y si bien pueden ser muy relevantes y ayudarnos a dilucidar muchas cuestiones de interés; no siempre reflejan la verdad, debido a limitaciones o distorsiones generadas por prejuicios de quien las diseña, por fuentes de información no necesariamente objetivas, por el uso inapropiado de los datos o por una interpretación no necesariamente objetiva. Muy en especial los científicos saben que es posible “fabricar” y hasta “torturar” los datos.

Incluso cuando usamos números fiables y análisis adecuados, sólo obtenemos una visión parcial y limitada de la realidad, no de su conjunto. Ya que estas cifras miden con frialdad rasgos de individuos sin rostro, que homogeneizan, que reducen dramas personales muy diferentes y aún más importante, porque los números con frecuencia distraen nuestra atención, tienden a alejarnos de la realidad concreta en que labora la clase trabajadora y en el deterioro de su salud.

Sin negar la importancia de las estadísticas, estas deben servirnos para actuar sobre la realidad concreta y estas deben ser elaboradas con una dimensión subjetiva ya que serían estadísticas muertas que ocultarían la realidad por la que atraviesa la clase trabajadora y el resto de la población.

Un accidente o una enfermedad ocupacional encierra muchos elementos distintos al técnico y científico y si somos consecuentes con lo que pretendemos construir en la sociedad venezolana, debemos tomar en cuenta los otros elementos que se relacionan de manera directa con nuestro contexto político e ideológico. Si aceptamos que tras la globalización neoliberal capitalista lo que está en juego es la salud de la clase trabajadora y el bienestar de las personas, así como la de nuestro planeta, que el poder desigual daña desigualmente la salud, que una minoría de la población vive con niveles materiales muy elevados, explotando y protegiéndose de quienes no tienen o tienen muy poco y que el bienestar y la salud de unos pocos se alimenta del sufrimiento y de la mala salud de muchos, entonces estaremos por buen camino.

Los datos para generar estadísticas deben ser construidos en colectivo, ya que de esta manera usaremos una fuente primaria y legítima que nos brindará información objetiva y subjetiva para generar acciones producto del consenso. Sin los datos adecuados, sin la investigación científica, sin el análisis político que permita descubrir los indicadores, gran parte de la salud de la clase trabajadora quedará oculta, invisible y/o distorsionada.
Cuando elaboran las estadísticas de los accidentes laborales, qué pretenden develar, solo la cantidad de reportes de accidentes, la actividad económica, el nivel de gravedad, el grupo de edad por género, el nivel educativo, la nacionalidad, la ocupación, el agente material, el área del cuerpo, la naturaleza de la lesión y el tipo de accidente. Estos indicadores, solo contemplan el aspecto técnico y científico y no el político, el ideológico, ni en definitiva el social.

A manera de ejemplo: el Inpsasel reportó en el año 2008 los accidentes por grupo de edades entre 15 y 24 años, en el caso femenino fue de 755 lo que equivalía a 10,2% y en el caso masculino de 4.323 lo que equivalía a 9,1%, para un total nacional de 5.078 (9,3%). Pero en el 2012, el primero fue de 2.297 (16,4%) y el segundo de 9.182 (18,4%) para un total nacional de 11.479 (18,0%) (Sistema Integrado de Gestión del INPSASEL (SIGI). Dirección de Epidemiología y Análisis Estratégico), es decir, a nivel nacional en cuatro años y en términos porcentuales la cantidad de reportes de accidentes para este grupo de edades se duplicó.

Pero no lo veamos global sino específico, es decir, el grupo de edades, en el caso femenino en cuatro años, en términos numéricos los reportes se triplicaron y en el caso masculino fue un poco más del doble.

Ahora bien, ¿qué lectura le debemos dar a esto los que apoyamos el proceso revolucionario, o lo dejamos al garete para que la oposición lo utilice contra el proceso?. Creemos que no solo se trata de generar números, sino que estos números debemos llenarlos de contenido, es decir, tienen que servir para apuntalar el proceso y por supuesto visibilizar las condiciones en que labora la clase trabajadora bajo el sistema capitalista. No debemos abstraernos e ignorar la realidad, no podemos olvidar el padecimiento humano, conocer lo particular además de lo general: la tragedia personal de cada individuo y el drama social de la población trabajadora, conocer la sociedad donde vive el individuo y al individuo inserto en esa sociedad, identificar los que solo son un “número” en las estadísticas oficiales, conocer no solo lo mensurable sino lo relevante, no desentenderse del sufrimiento de ningún ser humano, he ahí el verdadero reto.

Enfermedades ocupacionales

La seguridad y salud laboral no solo se limita a los accidentes, también existen las enfermedades ocupacionales, lo que por razones desconocidas no forma parte de las estadísticas del INPSASEL desde el 2008.

Esto es algo que debemos ver con sumo cuidado. Estamos convencidos de que los accidentes que no se han formalizado ante el INPSASEL superan a los formalizados, por razones diversas que van desde el desconocimiento de la existencia de este instituto, hasta el temor de perder el empleo o no recibir respuesta expedita. En casos donde se da respuesta expedita, la empresa pública o privada lo desconoce, lo que origina apatía y decepción en la o el trabajador. Lo mismo ocurre con las enfermedades ocupacionales. Esto no significa que no se haya formalizado ninguna enfermedad ocupacional ante el INPSASEL. Se han reportado y muchas, pero entonces nos preguntamos, ¿qué pasa? ¿Por qué no existen estadísticas de dichas enfermedades? ¿Es muy difícil construir los indicadores? ¿Tarda tanto tiempo?.
¿Cómo podemos establecer prioridades si no tenemos las estadísticas?. Este es un problema no solo para la población trabajadora sino para el personal del INPSASEL el cual trabaja sin ningún tipo de dirección, ni política ni técnica, en un caos tremendo por la falta de unificación de criterios y discusión con las unidades operativas de manera colectiva. Pero lo más terrible es que a este paso jamás será vista la situación de la salud de la clase trabajadora como prioridad de Estado. Lo que no se muestra no existe, es así como este flagelo sigue oculto entre las paredes de las empresas públicas y privadas.
El INPSASEL no tiene estadísticas sobre los casos atendidos y a los cuales se les ha dado respuesta efectiva, sobre casos reportados que no han sido atendidos, sobre inspecciones generales solicitadas, sobre investigaciones de accidentes, sobre investigaciones de origen de enfermedad, sobre certificaciones dadas o no dadas, sobre cálculos periciales, sobre sanciones aplicadas, sobre la cantidad por Estado de Delegados y Delegadas de Prevención, (cuantos hay activos, cuantos están a punto de vencerse, cuantos han recibido formación por parte del INPSASEL), cuantos Comités de Seguridad y Salud se han registrado, (cuantos están operativos, cuantos se han actualizado). Es más, el INPSASEL no sabe cuantos de sus trabajadores se encuentran enfermos por razones laborales, no sabe cuantos Delegados de Prevención tienen, ni los Comités, si existen o no o si están operativos. No basta con publicar en la página web de manera epiléptica una que otra actividad, mientras se dejó de elaborar dípticos, trípticos, afiches y leyes como material de información y apoyo para el impulso de la organización de los trabajadores en la materia. Estos materiales que son herramientas fundamentales para los facilitadores, facilitadoras, inspectores e inspectoras dejaron la escena hace mucho tiempo. El INPSASEL no realiza los exámenes pre empleo, pre vacacionales, post vacacionales, post empleo, periódicos, no tiene Servicio de Seguridad y Salud, no tiene Programa ni Sistema de Vigilancia Epidemiológica, en definitiva, el órgano gestor de la materia no cumple con la LOPCYMAT.

Enfermedad, Accidentes = Discapacidad

Cuando escuchamos “discapacidad”, pensamos en alguien a quien visiblemente “le falta algo”, y cuando vemos a una persona con problema, auditivo, motor, sensorial, visual, cognitivos o de baja estatura; suponemos que es de nacimiento o producto de un accidente de tránsito; pero jamás lo relacionamos con el trabajo.
Actuamos así por ser parte de una sociedad manejada por la lógica del capital que la deshumaniza y que nos transforma en seres individuales, insensibles y que nos hacen considerar a estas personas como “excepcionales”, que conviven con nosotros, “los normales”.

La discapacidad en nuestra población activa trabajadora ocurre a edad temprana, producto de accidentes y/o enfermedades generadas por condiciones inseguras e insalubres y/o por un ambiente de trabajo adverso, que en conjunto generan los llamados “factores de riesgo y procesos peligrosos”.

Y como somos “máquinas humanas”, nos adaptamos a esas circunstancias, hasta que algún día sufrimos un accidente o una enfermedad laboral que nos genera discapacidad y nos incluye en el grupo de los “excepcionales”.

Todo lo anterior demuestra que nuestra actitud ante la discapacidad, al igual que el individualismo, la exclusión y la discriminación, son antivalores del sistema de producción dominante que distorsiona nuestra esencia de pueblo luchador y solidario e invisibiliza la situación real de la clase trabajadora que al igual que la situación de las personas con discapacidad lo convierten en un problema de salud pública.

En los inicios del INPSASEL se estimaban aproximadamente 35 mil personas al año que quedaban con alguna discapacidad producto de las enfermedades y los accidentes laborales, hoy no tenemos ni estadísticas.

Es lamentable no poder exponer la situación real, dado que la falta de voluntad política combinada con la ineficiencia y la burocracia exacerbada se imponen ante los intereses, no solo de la clase trabajadora sino del proceso revolucionario.
No presentar estadísticas de enfermedades ocupacionales y de las discapacidades que estas y los accidentes en el trabajo generan es sencillamente negar que bajo el sistema neoliberal capitalista nada de esto ocurre.
Hoy es imprescindible dar a conocer esta realidad oculta por todo un andamiaje mediático que no nos permite ver con claridad, y aunque Carlos Marx lo haya manifestado en el Capital y Federico Engels en su escrito La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra hoy de un modo sutil y difícil de ver, el tipo de trabajo, las condiciones y el medio ambiente laboral conspiran calladamente y siguen enfermando, dejando con discapacidad y matando a nuestros hermanos de clase.

Conocer esta realidad nos puede ayudar a saber qué hacer, pues nuestras percepciones son demasiado simples para captar la complejidad de la situación en salud de la clase trabajadora en los distintos ambientes laborales y su influencia en la salud comunitaria, pero el conocimiento y la investigación no previenen los accidentes, ni las enfermedades ocupacionales así como las discapacidades que estas generan. Mostrar las estadísticas y señalar cuales tienen mayor magnitud o cuales tienden a crecer son condiciones necesarias pero no suficientes para reducir, minimizar o eliminar este flagelo. Para pasar de los hechos a las acciones necesitamos premisas valorativas, la pretensión de lograr unos mayores resultados en la materia no puede descansar en un conocimiento detallado sino en principios éticos y morales revolucionarios y socialistas y por supuesto en la participación activa y protagónica de la clase trabajadora y de las comunidades organizadas.

Para actuar, la política importa más que la técnica, y en ese sentido, debemos prepararnos técnicamente pero insistimos, no se trata de una cuestión técnica. Se trata de asumir la política como actividad comprometida, solidaria, comunitaria y protagónica, para tomar decisiones en colectivo para el bienestar de todos. Y esto implica la organización, la formación y la movilización de cada trabajador y trabajadora; convencidos y comprometidos con la lucha común por la seguridad, salud y vida de la clase trabajadora.

Si al elegir una política en lugar de otra nadie empeorase, las políticas serían esencialmente algo técnico. Sin embargo, la política económica, la lógica del sistema dominante es la responsable de la alarmante situación de seguridad y salud por la que atraviesa la clase trabajadora y nuestras comunidades.


hjhbfot@yahoo.com.ve


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