Cultura de trabajo

Es indudable que la Revolución en Venezuela ha dignificado a la clase trabajadora venezolana, su ejemplo recorre toda América y el mundo como la vieja consigna de la espada de Bolívar.

Los avances que se han generado en esta materia son dignos de estudio, como lo es también el reciente planteamiento del presidente Nicolás Maduro: Debemos construir una cultura de trabajo.

En retrospectiva: veinticinco aumentos de salario desde la llegada de Chávez al poder, el decreto de igualdad de salario y pensiones de vejez en 1999, una de las primeras muestras de políticas de Estado que caracterizarían al Comandante y no sólo eso, las pensionadas y pensionados han pasado de 200 mil en 1998 a más de 2 millones y medio en la actualidad con un Seguro Social que mejora cada día y que estuvo a punto de ser privatizado.

Sin caer en comparaciones con la cuarta república, pues no es siquiera posible; estos años han sido de reivindicaciones de todo tipo. Ahora bien, ¿Es suficiente? ¿Qué debemos entender como la cultura del trabajo? ¿Qué es el trabajo? ¿Qué nos toca hacer a nosotros los trabajadores?

Para Carlos Marx, el trabajo es un proceso creador entre el hombre y la naturaleza. Una facultad exclusiva del hombre. El animal actúa de manera instintiva sobre la naturaleza y no se diferencia de ella, mientras que el hombre realiza una actividad creadora, libre y consciente orientada a fines: la producción.

Esa naturaleza del hombre es inherente a él, es lo normal.

Sin embargo, el rentismo petrolero, la generalización y casi despenalización de la corrupción, el “no me den, pónganme donde haiga” o el desánimo, han generado una “falsa cultura” como la llamó Nicolás Maduro.

Frente a eso, se nos imponen nuevos retos. Desde las revolucionarias y revolucionarios debe nacer inicialmente y propagarse la independencia cultural a la que hacía mención el comandante Hugo Chávez, las que nos falta por lograr.

El trabajo, como actividad productiva libre, debe servir para que el ser humano exprese su humanidad, su verdadera naturaleza. De este modo, el trabajo es la esencia que representa a los hombres, se revela como realización de la personalidad y las potencialidades humanas.

El trabajo no puede ser sacrificio, o lo que consiga; sino mi trascendencia para alcanzar la riqueza y contribuir con la grandeza de la familia y la Patria.

En primera instancia, estas características no son diferentes si trabajas en alguna empresa pública, privada o como patrón. Pero si comprometen a dejar atrás un mensaje que vi una vez en una camioneta de transporte público: “Si el trabajo fuera bueno, los burros tuvieran chequera”, parte del sistema que nos impusieron de facilismo, consumismo, burla, superficialidad y robo.


gustavoajaimeg@gmail.com


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