Frente a la ofensiva contrarrevolucionaria de la burguesía y las políticas reformistas de la burocracia

Todo el poder político y económico a los trabajadores


Un contexto internacional favorable para la revolución.

La revolución bolivariana se encuentra en un contexto internacional de la lucha de clases más favorable que nunca. El imperialismo norteamericano y sus socios europeos se encuentran atenazados por la crisis económica, y tomando medidas que lejos de resolver la crisis están generando las condiciones de una nueva profundización de la misma. La crisis que está pagando la clase trabajadora con recortes sociales y desempleo crónico conlleva a una crisis en la legitimidad de las instituciones burguesas. La clase obrera no ha permanecido pasiva ante estos ataques y ha respondido con grandes movilizaciones de masas que están sacudiendo estos países. La crisis de los partidos burgueses y de la socialdemocracia es un síntoma de los estallidos revolucionarios que van a suceder en estos países así como un giro a la izquierda en el conjunto de la sociedad.

Los imperialistas tienen grandes problemas para mantener su dominio. La guerra en Siria o los acontecimientos en Ucrania son muestra de ello. En Ucrania tras impulsar un golpe de estado fascista contra el gobierno de Yanukovich, (un gobierno deslegitimado y sin apoyo popular por sus políticas pro capitalistas inspiradas por Putin) se han encontrado con el levantamiento de la clase obrera del Este de Ucrania que está luchando con sus propios medios contra el gobierno títere del imperialismo en Kiev.

En América Latina la oleada revolucionaria, lejos de amainar, arrecia, y gobiernos de derecha como el de Chile han sido derrotados en las elecciones o se hallan con profundas contradicciones como el colombiano. En Brasil ha despertado un movimiento de masas contra la política reformista y pro capitalistas del PT. En Europa el intento de cargar la crisis sobre los trabajadores está provocando una respuesta masiva de la clase obrera: huelgas generales en Grecia, Italia, Portugal y el Estado español. En los propios Estados Unidos estamos viendo un cuestionamiento creciente al gobierno Obama, el desarrollo de un movimiento como “Ocupa Wall Street” que cuestiona las políticas capitalistas y luchas obreras masivas como las huelgas de Wisconsin o la reciente huelga de algunos de los sectores más explotados de la clase obrera como McDonalds o la cadena de supermercados Wall Mart

El marasmo y la decadencia del sistema capitalistas empuja a millones a cuestionarse el sistema y buscar una salida. La revolución venezolana sigue siendo el punto más avanzado de la revolución latinoamericana y una referencia para los trabajadores de todo el mundo. Esta es la causa del afán por destruirla. La profunda crisis del capitalismo y de la socialdemocracia en todo el mundo justifica más que nunca luchar en Venezuela y en toda América latina por el socialismo.

El momento actual de la revolución y las tareas del proletariado venezolano

La nueva ofensiva de la contrarrevolución en el terreno económico y durante los últimos meses con la acción de bandas fascistas que condujeron a más de 40 muertos y grandes daños materiales, han puesto a la revolución ante una nueva prueba.

Tras 14 años desde la victoria del comandante Chávez la contrarrevolución todavía es capaz de golpear y amenazar el futuro de la revolución. La causa de ello es que la economía venezolana sigue en manos de un puñado de grandes empresarios que utilizan su poder político y económico para estrangular la revolución a través del sabotaje económico. Con ello buscan enajenar el apoyo de la mayoría de la población a la revolución para derribarla. La ofensiva contrarrevolucionaria de la burguesía está impulsada por el imperialismo norteamericano el cual ha financiado y organizado a las bandas fascistas que han sacudido el país las últimas semanas. Mientras que las grandes empresas y monopolios no sean nacionalizadas bajo el control de los trabajadores, los capitalistas van a mantener su músculo económico para golpear la revolución.

Otro factor contrarrevolucionario es el aparato del estado, que tal como señaló Chávez repetidas veces sigue siendo un aparato estatal burgués que frena la iniciativa de las masas para hacer avanzar la revolución en líneas auténticamente socialistas. La burocracia reformista que anida en ese aparato estatal burgués, que habla en nombre de la revolución pero que actúa en sentido opuesto intenta desmoralizar a la clase trabajadora y al pueblo. Las propuestas presentadas por los trabajadores en distintas ocasiones, el intento de estos de extender el control obrero y la toma de empresas, de crear sindicatos revolucionarios, etc., han chocado con la oposición e incluso la persecución de muchos burócratas que mientras utilizan un discurso revolucionario actúan con métodos y objetivos similares a los de los capitalistas. Esta quinta columna burocrática quiere llegar a un acuerdo con la derecha con el fin de descarrilar por vías reformistas la revolución. Sin embargo, los reformistas están lejos de conseguir su propósito.

La conferencia de paz es presentada ante sectores de las bases revolucionarias como una táctica para ganar tiempo y desactivar la violencia contrarrevolucionaria pero, en realidad, representa un peligro mortal para la revolución. Las conferencias de paz no conseguirán resolver ningún problema de la economía porque éstos tienen su raíz en el carácter parásito del capitalismo y la burguesía venezolana, como el comandante Chávez denunció en varias ocasiones. Tampoco acabarán con la violencia fascista.

La ofensiva contrarrevolucionaria que ha puesto en marcha la burguesía venezolana utiliza todos los métodos de lucha a su alcance. En unos momentos predominan unas tácticas, en otros momentos intensifican otras, pero el objetivo es siempre el mismo: descarrilar la revolución e impedir que la clase obrera y el resto de los oprimidos se pongan al frente de la misma. El saboteo económico, la violencia en la calle, la campaña de calumnias internacional y ahora el chantaje en la negociación presentando sus medidas para encarecer los precios y cercenar los derechos de los trabajadores forman parte de un mismo guión.

La negociación ya está siendo utilizada contra la revolución por la burguesía. Empresarios que se declaran “socialistas” (como el de Café Anzoátegui) y van a las conferencias de paz son los primeros en esconder productos y especular con la escasez que sufre el pueblo. Empresarios como Lorenzo Mendoza aprovechan para presentar sus 12 condiciones, que de ser aceptadas significarán un golpe decisivo a las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo. La burguesía siempre saldrá ganando en este juego. Si el gobierno no acepta todas sus exigencias se retirarán de la conferencia diciendo que efectivamente hay una dictadura, no se les tiene en cuenta, etc. y volverá a repetirse la lucha de los últimos meses pero en circunstancias mucho más difíciles para la revolución. Si el gobierno acepta sus condiciones, peor: significaría atacar las condiciones de vida de sus propias bases y llevar la revolución a la situación más crítica en mucho tiempo.

La intervención contra la especulación de varias cadenas de electrodomésticos en noviembre y diciembre del año pasado, a pesar de ser una medida limitada contra la especulación, demostró lo que quieren las bases. Si una medida que era temporal y parcial animó a las bases y fue clave para hacer fracasar los objetivos contrarrevolucionarios en las elecciones del 8-D, ¿que no ocurriría si se tomaran medidas decisivas que las bases venimos esperando hace tiempo como la expropiación de la burguesía para planificar democráticamente la economía y resolver definitivamente problemas como el desabastecimiento?

Pero, lamentablemente, la dirección por la que se está optando en este momento es precisamente la opuesta. Lejos de llamar a las bases revolucionarias a protagonizar y liderar la movilización y tomar medidas económicas decisivas contra los especuladores para derrotar a la contrarrevolución, la dirección hace continuos llamamientos a la pasividad y ha optado por intentar negociar con un sector de la derecha para tratar de desactivar las acciones de las bandas fascistas y parar la creciente movilización popular. De hecho, la respuesta de las masas contra las agresiones de las bandas fascistas estaba desbordando claramente la consigna de no enfrentar a los contrarrevolucionarios y confiar en la policía bolivariana y en la guardia nacional.

Hay muchos ejemplos de cómo la acción de la clase obrera empezaba a escaparse de las manos de la burocracia. Acciones como la de los trabajadores de Guayana el 20 febrero, que se enfrentaron y disolvieron a la guarimba, y la de miles de militantes revolucionarios mostraban la voluntad de la clase obrera de ponerse al frente de la lucha. El 10 de marzo la marcha en Valencia de los trabajadores automotrices convocados por el comando anti-golpe del estado Carabobo fue un éxito pese a que le fue retirada la protección de la policía bolivariana y dejada a merced de la violencia contrarrevolucionaria. La marcha de los trabajadores de Corpoelec el 14 de marzo en Caracas, en apoyo a la revolución, que llegó hasta Miraflores y no fue recibida por el Presidente Maduro, el cual prefirió reunirse con medios internacionales.

Las llamadas “conferencias de paz” en realidad son resultado de la presión de la burguesía (que no renuncia a imponer sus reivindicaciones) y de los sectores de derechas dentro del gobierno y el ejército (los cuales tuvieron como portavoz unos días al gobernador del Táchira, Vielma Mora). Y, lo más grave, están siendo utilizadas como un medio de parar la creciente movilización de las bases revolucionarias, especialmente de la clase obrera, que comenzaba a tomar acciones independientes del control de la burocracia en la lucha contra los escuálidos.

Todos los ejemplos citados anteriormente de cómo las bases obreras y populares han intentado plantar cara a la contrarrevolución muestran que frente a la línea política de los reformistas, que planteaban que hubiera tranquilidad y que se dejara a la fuerza pública disolver las barricadas de la derecha, el instinto certero de los trabajadores fue que sólo pueden confiar en sus propias fuerzas. Solo el pueblo salva al pueblo. Esto fue lo que permitió la derrota de la derecha el 11 de abril de 2002 y en el paro patronal de diciembre de ese año y lo que ha garantizado la supervivencia de la revolución desde entonces.


Nuestra posición ante la conferencia de paz: ni conciliación, ni negociación; todo el poder político y económico a la clase trabajadora.

A los planes contrarrevolucionarios de la burguesía y la quinta columna reformista se interpone continuamente la acción de los trabajadores que pretendemos seguir el legado del comandante Chávez y llevar la revolución hasta el final, hasta el socialismo. La única solución frente a la ofensiva reaccionaria no pasa por conciliar, establecer mesas de paz e intentar apaciguar al enemigo, a los organizadores del golpe de estado del 2001 y las actuales guarimbas, haciéndoles concesiones políticas y económicas. Las conferencias de paz, los llamados a la conciliación tratando de hacer pasar a los enemigos mortales de la revolución por posibles amigos, debilitan el apoyo consciente de los trabajadores y el pueblo a la revolución que es el sostén del gobierno del presidente Maduro. Pese a que sectores del gobierno bolivariano se empeñen en ello, no existe ningún sector democrático dentro de la burguesía o de la MUD, al que se pueda convencer para que actúen como una oposición democrática y respetable. Solo existe una división de trabajo en sus filas (el policía bueno y el policía malo) con el fin de presionar para hacer retroceder a la revolución y, si se dan las condiciones, derribarla.

Las mesas de paz y la negociación con los empresarios terminarán en un sonoro fracaso. No van a cambiar el carácter parásito de la burguesía venezolana, que no va a invertir un solo bolívar en desarrollar la industria o la agricultura del país. Los recursos económicos que se asignen a los empresarios se malversarán y dilapidarán como ha ocurrido en el pasado.

Entre algunos sectores sindicales se plantea la idea de que el problema de las conferencias de paz es que no se está dando participación a los trabajadores. Según estos sectores, la clase obrera debería tener participación en las mismas, “tener voz”. Desde la UNETE defendemos que los trabajadores no debemos tener ninguna confianza en que las conferencias de paz puedan resolver las amenazas a la revolución, las mismas siembran el camino para la derrota. Los capitalistas han demostrado repetidas veces que no están interesados en el desarrollo económico de Venezuela. Si participan en la conferencia de paz es para tratar de adormecer a la revolución y acometer una nueva embestida contrarrevolucionaria.

Frente a las conferencias de paz, los trabajadores debemos plantear que la única manera efectiva de terminar con el sabotaje económico y la ofensiva contrarrevolucionaria es que los trabajadores y el pueblo tengan el poder político y económico para gestionar la economía y todos los asuntos del país, y eso pasa por la expropiación de los capitalistas para poder planificar la economía democráticamente y acabar con el desabastecimiento, por el monopolio estatal del comercio exterior y la gestión directa de las empresas y de toda la economía para construir un estado y una economía auténticamente socialistas, dirigidos por los trabajadores y el pueblo. Solo así se acabaría de una vez por todas con la corrupción, el sabotaje y el burocratismo. Esto fortalecería el ánimo y moral de las bases que hoy seguimos apoyando la revolución y recuperaría a muchos de los que han caído en el escepticismo y han empezado a votar por la oposición o a escuchar su discurso.

Los sindicatos y los marxistas.

Los sindicatos son el principal instrumento que tiene la clase trabajadora para defender y mejorar sus condiciones de vida. Los marxistas impulsan la formación y defensa de los sindicatos allí donde actúan. Dentro de los sindicatos luchan por que estos defiendan una política combativa, de clase y democrática. En la medida en que los sindicatos viven bajo la presión de la burguesía, la dirección de los mismo puede degenerar en líneas reformistas, conciliadores. En su caso más extremo se pueden transformar en sindicatos patronales, cuyo ejemplo más vivo fue la CTV.

La tarea de los Revolucionarios dentro de los sindicatos es dar la batalla porque respondan en todo momento a los intereses de la clase trabajadora y no a los intereses de clases ajenas al proletariado. Dentro del movimiento obrero los revolucionarios impulsamos al máximo que los sindicatos sean órganos de combate de la clase obrera, ya que todo lo que ha conseguido la clase obrera ha sido sobre la base de la lucha, arrancado a los capitalistas que fruto de la presión o el miedo se ven obligados a hacernos concesiones. SINGETRAM fue un modelo de sindicato de nuevo tipo, basado en la democracia obrera, la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos, el sometimiento de los dirigentes a las bases a través de asambleas como máximo órgano de decisión de los trabajadores

La lucha contra la burocracia reformista en el movimiento obrero.

Los marxistas somos parte de la clase obrera y, por ello, participamos allí donde están los trabajadores. No formamos sindicatos al margen de los ya existentes, sino que participamos dentro de los mismos animando la lucha contra la burocracia, dando la batalla por ganar la mayoría explicando pacientemente nuestro programa. La lucha contra el burocratismo en los sindicatos consiste en ayudar a la clase obrera a organizarse y movilizarse para ganar confianza en sí misma, en defender que sea la base quién tome las decisiones y controle el funcionamiento de sus organizaciones.
Nuestra principal herramienta en la batalla contra el reformismo es la táctica del frente único.

La táctica del frente único como método de lucha contra la burocracia reformista

La burocracia sindical trata de mantener la lucha de los trabajadores siempre bajo su control, de modo que no rebase sus objetivos reformistas. Pero para poder mantener su influencia no pueden frenar siempre y en todo momento la lucha de los trabajadores. En ocasiones, si la presión de la clase obrera es demasiada, o si la burguesía lanza ataques que no le dejan margen suficiente para pactar, sectores de la burocracia reformista pueden verse obligados a ponerse al frente de la lucha e incluso utilizar un discurso muy radical. Pero incluso en esos casos, en la medida que no confían realmente en la fuerza de la clase obrera y no se hallan sometidos a su control, siempre tenderán finalmente a intentar frenar la lucha revolucionaria de las masas.

Muchos activistas sindicales y trabajadores de un modo sano, al descubrir este papel de freno de los dirigentes reformistas creen que basta con denunciarles públicamente acusándoles de “burócratas”, etc. para que el conjunto de los trabajadores comprenda su papel. Pero esa táctica es contraproducente. A los burócratas no se les combate con insultos o acusaciones. Eso sólo sirve para aislar a los revolucionarios del conjunto del movimiento ya que los reformistas tienen más medios que los revolucionarios y los utilizarán para presentarse como víctimas y acusar a cualquiera que los ataque de infiltrados, quinta columna, escuálidos, etc. El resultado será confusión entre los trabajadores que no sabrán a quién creer y separar a aquellos trabajadores que todavía confían en sus dirigentes reformistas de quienes les acusen de “traición”. No debemos dar ninguna excusa a los burócratas para poder presentarse como víctimas. No queremos que una asamblea se centre en un intercambio estéril de descalificaciones sino en lo verdaderamente importante: cuándo, cómo y por qué consignas y reivindicaciones concretas vamos a luchar. Esa es la aportación de los marxistas, un plan concreto de lucha que deje claro ante las bases que nos diferencia de los reformistas. A la burocracia se la desenmascara de un modo práctico, no con palabras.

La táctica del frente único a veces da lugar a confusión. Algunos piensan que consiste en la unidad de todos los revolucionarios u organizaciones para luchar o plantear una demanda. Para conseguir nuestro objetivo, que es arrancar a los trabajadores de la influencia de sus dirigentes reformistas y ganarlos al programa de la revolución, es necesario que la clase obrera compruebe no la teoría sino en la práctica, sobre la base de la movilización, la inconsistencia de sus dirigentes reformistas y la diferencia entre estos y los marxistas. Por eso, aunque sabemos que esos dirigentes reformistas no quieren luchar seriamente, la emplazamos a ello constantemente, presentando siempre que tenemos oportunidad un plan de movilización concreto. Al mismo tiempo que llamamos a los dirigentes reformistas a luchar nos dirigimos en todo momento a su base dándole a conocer esos llamados (así como el conjunto de nuestro programa y métodos de lucha) para que las bases puedan ver por sí mismas cuáles son nuestras posiciones y contrastarlas con las de su dirección. No sólo eso: cada vez que tenemos la oportunidad intentamos llevar a la práctica esas propuestas que hemos presentado a los dirigentes reformistas, estén ellos de acuerdo o no.

No podemos tener ninguna ilusión en que el carácter reformista de esos dirigentes vaya a cambiar porque se vean obligados a convocar tal o cual acción que les hemos propuesto. Antes o después el resultado del frente único será poner en evidencia sus contradicciones. Si no aceptan luchar, quedarán rápidamente desenmascarados ante su base. Si aceptan nuestra propuesta de lucha, demostraremos también en el propio desarrollo de la movilización que nuestros métodos y consignas son superiores y que los revolucionarios, a diferencia de los reformistas, estamos dispuestos a llegar hasta el final. Esto sirve a los revolucionarios para ponerse en contacto con sectores de la clase obrera que están bajo la influencia de los reformistas, debatir y trabajar con ellos y mostrar en la práctica la validez de nuestras ideas y métodos de lucha.


CSBT y UNETE deben organizar a la clase trabajadora de modo unitario para luchar contra el sabotaje económico y la ofensiva contrarrevolucionaria

LA UNETE tuvo desde 2002 múltiples oportunidades para unificar a la clase obrera y poner a ésta al frente de la revolución. Todas ellas fueron desaprovechadas a causa de la política falsa (mezcla de oportunismo y ultraizquierdismo) de su dirigencia. El último escalón de la degeneración de estos dirigentes es la alianza sindical con la derecha (que en la práctica significa el salto a las filas de la oposición) de Marcela Máspero. Esto supone un fuerte golpe a la UNETE y en lugar de debilitarla fortalece a la burocracia de la CSBT.

Proponemos mantener la UNETE como una organización revolucionaria ligada a la revolución bolivariana, pese a las políticas contrarrevolucionarias de la burocracia reformista. La UNETE sigue teniendo un potencial enorme en la medida en que la burocracia de la CSBT no va a dar respuesta a los trabajadores que se acerquen a ella. Por eso una capa creciente buscará luchar en la UNETE. Luchamos por transformar a UNETE Anzoátegui en un referente de lucha en primer lugar a nivel regional y, luego, nacional. Tenemos que hacernos fuertes en las empresas y regiones o ciudades donde ya tenemos presencia y que se transformen en ejemplo para el resto de trabajadores.

Respecto a los trabajadores revolucionarios afiliados a la CSBT deben seguir haciendo su trabajo en el seno de ésta con los mismos métodos que hemos comentado al hablar de la táctica de unidad de acción con UNETE y desarrollar un sindicalismo de clase y combativo. Al mismo tiempo que presentamos propuestas revolucionarias a la dirección de la CSBT los trabajadores revolucionarios dentro de la misma nos diferenciamos en la práctica de los reformista, pico de oro, centristas, que tiene un discurso revolucionario pero en la practica no ejecutan nada o son vacilantes, los trabajadores revolucionarios de verdad llevan los acuerdos a la práctica, se colocan al frente de cada lucha y centros de trabajos, desarrollando un modelo de sindicalismo de clase, combativo y democrático que no tiene nada que ver con los reformistas. La consigna fundamental con la que agitamos es la unidad de acción de la CSBT y la UNETE para organizar a la clase trabajadora de modo unitario y luchar contra el sabotaje económico y la ofensiva contrarrevolucionaria organizando movilizaciones y ocupaciones de fábrica, impulsando el control obrero y la gestión directa de las empresas por los trabajadores y presentando este programa al conjunto del movimiento revolucionario

La relación entre la lucha reivindicativa y la lucha por el socialismo

Venezuela se halla inmersa en medio de una revolución que ha levantado a las masas obreras de todo el país. Para millones, las demandas fundamentales de empleo, vivienda, y una alimentación digna, educación y sanidad están ligadas a la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Dentro del movimiento sindical, los sectores burocráticos quieren mantener la lucha de la clase obrera dentro del marco puramente reivindicativo para así defender su papel y privilegios como intermediarios entre la clase trabajadora y los patronos en las negociaciones contractuales. Les interesa perpetuar la esclavitud asalariada. Los revolucionarios al mismo tiempo que luchamos por cada mejora particular de los trabajadores, salario, contrato colectivo, seguridad laboral e higiene, etc., buscamos hacer consciente a los trabajadores de que la solución final de nuestros problemas pasa por que la clase obrera y el conjunto de los oprimidos tomemos el control de la economía y la política del país, por la construcción de un estado obrero que destruya el actual aparato del estado burgués y la nacionalización bajo control obrero de las palancas fundamentales de la economía (los bancos, la industria, la tierra) bajo control democrático de la clase obrera y los sectores populares para planificar la economía venezolana en beneficio de la mayoría y no de los capitalistas.

La clase obrera debe financiar sus organizaciones

La autonomía de la clase obrera se mide por su capacidad por poder llevar una política que defienda sus intereses sin estar atada o sujeta por los capitalistas o la burocracia. La tarea de liberación de la clase obrera es tarea de la propia clase obrera. Esta verdad es doblemente cierta en el terreno de las finanzas. Para hacer frente a nuestros enemigos es fundamental que las finanzas de los sindicatos u otras organizaciones del proletariado estén sostenidas por los afiliados a través de sus cotizaciones o de otras actividades que involucren al conjunto de la clase obrera en el sostenimiento de la organización sindical: Rifas, colectas, etc.

Si el dinero no proviene de la clase obrera, será la burguesía, o la burocracia, quien determine en última instancia la política de los sindicatos. La independencia de clase pasa por la autofinanciación, basándose en el apoyo militante de la clase obrera y el movimiento revolucionario. Esta es la única manera. No podemos depender de regalos de empresarios, o del estado. Por ejemplo, en el seno de la industria automotriz, existe la práctica de que los empresarios entregan un cupo de carros al sindicato para que este se financie, esta es una práctica corruptora que conlleva a que los dirigentes se separen de los obreros y las finanzas del sindicato estén a merced del patrón. Lo mismo pasa con los cupos de empleo que gestionan los sindicatos. Estos son solo una fuente de corrupción para los mismos. Desde la UNETE estamos a favor de que los cupos de empleo sean gestionados por una comisión elegida y revocable en todo momento por la asamblea de trabajadores de la propia empresa y que rinda cuentas ante la misma

El que las organizaciones sindicales y políticas de la clase obrera estén financiadas exclusivamente con el esfuerzo colectivo de las cuotas de sus afiliados y las aportaciones del conjunto de la clase obrera juega un papel fundamental en elevar el nivel de comprensión y educación política de la clase obrera. Fortalece la confianza en sí misma de la propia clase, muestra que no podemos confiar en nadie más que en nuestras propias fuerzas y aumenta la cohesión dentro de nuestras filas al mostrar una vez más que la clase obrera sin organización no es otra cosa que carne de explotación.

Lucha contra la degeneración reformista de los sindicatos. La lucha contra los privilegios

Los trabajadores revolucionarios somos los primeros en luchar por recuperar a los sindicatos como instrumentos de lucha de la clase obrera. La burguesía tiene muchos medios de terminar con la organización de los trabajadores: despidos, represión, terror laboral, etc. Para el patrono el mejor sindicato es el que no existe. Pero cuando estos instrumentos no le sirven, el patrono utiliza otros, como corromper a los dirigentes sindicales. Los medios que tienen son diversos: sobornos, privilegios, permisividad en la utilización de la libertad sindical, con fin de que el dirigente sindical se separe de uno u otro modo de las condiciones de vida de sus compañeros y el patrón le pueda presionar con las prebendas (que en muchos casos puede ser tiempo libre para actividades privadas) que obtiene de su actividad sindical. La mejor manera de evitar la desviación de dirigentes es desarrollando la democracia dentro del sindicato. La asamblea de trabajadores debe tener un control efectivo y permanente de la actividad de la dirigencia sindical. Los trabajadores deben tener plena información de todas las actividades de la dirigencia y tanto estas como las decisiones que se tomen deben estar sometidas a las asambleas de afiliados y de trabajadores.


Control obrero y consejos de trabajadores.

El sabotaje económico de la burguesía pone sobre la mesa una y otra vez la necesidad del control obrero de la producción como único medio de acabar con él. Frente al sabotaje económico y los paros patronales tomamos como nuestra la consigna fábrica cerrada, fábrica tomada que elaboró el comandante Chávez. Sólo con el control obrero de la producción y la administración obrera de la industria hacen posible la planificación democrática del conjunto de la economía y hacer frente de un modo efectivo al desabastecimiento, la especulación y la inflación.

Desde la UNETE hacemos un llamado a la dirección de la CSBT para que unifiquemos nuestras fuerzas y luchemos contra el sabotaje económico capitalistas a través de una movilización nacional que pase por la toma de fábricas que acaparan y sabotean, se establezcan consejos de fábrica en las mismas para impulsar la producción conforme a un plan nacional discutido por el conjunto de trabajadores y el pueblo.

Se ha de extender a nivel nacional el ejemplo de Café Anzoátegui, donde las denuncias de los trabajadores y el control obrero de la producción que llevaban a cabo condujo al gobierno bolivariano a la toma de las instalaciones y a descubrir el acaparamiento masivo. Ahora es necesario nacionalizar estas empresas bajo control de sus trabajadores junto a las comunidades.

La burocracia en su intento de desviar la revolución por vías reformistas se ve obligada muchas veces a mantener un lenguaje revolucionario junto a una manera de actuar completamente reaccionaria. Un ejemplo claro es la actitud respecto al control obrero y los consejos de trabajadores. La burocracia se llena la boca con la idea de participación de los trabajadores, “control obrero” y “consejos de fábrica” aunque luego actúan de un modo despótico en las empresas que controlan y reprimen a los trabajadores, como vemos en industrias Diana, Vivex o las empresas públicas en Guayana, entre otras. Frente al intento de la burocracia de torcer el control obrero y transformarlo en control burocrático, los trabajadores reclamamos:

Que la asamblea de trabajadores sea el máximo órgano de decisión de la misma.
No a las juntas de transición elegidas a dedo por la burocracia. Que el consejo de fábrica sea el gobierno obrero de la fábrica elegido por los trabajadores.
Que todo miembro del comité de fábrica sea elegible y revocable por sus compañeros en cualquier momento.
Que ningún miembro del comité de fábrica tenga un salario superior al de un obrero cualificado o medio de tal modo que no se separe de las condiciones de vida de sus compañeros.
Rotación en todos los cargos del comité de fábrica para que todos los trabajadores se familiaricen con la dirección de los asunto de su empresa.

Existe la fuerza para que la clase obrera tome el poder.

La clase obrera ha tenido múltiples oportunidades para tomar el poder durante estos años de revolución. El problema fundamental ha sido que la mayor parte de las luchas han estado aisladas y no ha habido una conexión y coordinación por parte de la dirección de las organizaciones obreras de los esfuerzos del proletariado hacia la toma del poder. Ha habido miles de conflictos, tomas de fábricas, de portones, formación de consejos de trabajadores, intentos de control obrero en diferentes empresas que muestran el tremendo potencial de la clase obrera. Sanitarios Maracay, Vivex, Inveval, MMC automotriz, Gotcha INAF entre otras son ejemplo de fábricas la lucha de la clase obrera amenazó el poder burgués. La tarea en el próximo periodo es coordinar todos esos esfuerzos en uno solo dirigido contra la burguesía y la quinta columna burocrática que atenaza la revolución.

Muchas de estas luchas no han podido desarrollarse más porque quedaron aisladas. Esta situación muestra la necesidad de una organización que centralice y unifique a la clase obrera, es decir, la necesidad de un partido que sepa reunir en torno a si a la mayor parte de los trabajadores y en primer lugar a su vanguardia. Si en vez de existir un Vivex o un Inveval hubieran existido 50, el movimiento obrero hubiera estado en condiciones de dar un salto enorme hacia delante. Si en vez de un Singetram (sindicato revolucionario y combativo) hubieran existido 10 Singetram en el conjunto de la industria automotriz y en las diferentes autopartistas la lucha de la clase obrera habría alcanzado un nivel muy superior

En el último período hemos visto como los trabajadores en distintas luchas y sectores están sacando conclusiones de su experiencia y buscando formas cada vez más avanzadas y conscientes de dar la pelea a los capitalistas y a la burocracia. Lo vimos en Aceites Diana o en Abastos Bicentenario, donde de un modo en parte intuitivo (y en el caso de Abastos Bicenteneraio también bajo la influencia de nuestras propuestas de desarrollar la táctica del frente único) buscaron extender la lucha, dirigirse a otras empresas y a las bases del movimiento revolucionario para explicar sus demandas y vincularon éstas a la defensa del proceso revolucionario. Esa orientación les permitió romper la táctica de la burocracia de aislarles y presentarles como ultraizquierdistas e incluso como enemigos del proceso revolucionario.

En esas mismas luchas y otras como la de Lácteos Los Andes de Cajaseca (Mérida) o Vivex hemos visto como los trabajadores han llegado a plantear la elegibilidad y revocabilidad de las juntas directivas y gerentes designados por el gobierno y su sometimiento a las asambleas. En otras luchas donde predominan capas de trabajadores jóvenes que se han incorporado más recientemente a la lucha, como la de los trabajadores de la imprenta de la Cadena Capriles, hemos visto como los obreros desafiaban a la patronal ocupando la empresa (y en este caso no ante una amenaza de cierre sino demandando reivindicaciones sociales y salariales) y como vinculaban igualmente su lucha a la defensa del proceso revolucionario. Esto demuestra el enorme potencial revolucionario que sigue existiendo entre los trabajadores y las conclusiones cada vez más avanzadas que está sacando una capa amplia de trabajadores. Lo único que falta es la organización a nivel nacional que unifique y organice esas luchas. Ese debe ser el papel de la UNETE

Lejos de ello, el papel de los dirigentes sindicales de la UNETE y la CSBT está siendo el de echar tobos de agua fría, separar las luchas y confundir o dejar abandonadas a sus suerte a cada una de ellas. El que la clase obrera por ahora no haya tomado el poder no es consecuencia de la baja conciencia de los trabajadores como mantienen los reformistas, los cuales piensan que hace falta décadas de educación de los obreros para llegar al socialismo. Todo lo contrario. Desde el 98 hasta el presente se muestra el increíble avance de la conciencia de los trabajadores: para la mayoría de la clase obrera conceptos como control obrero y consejo de trabajadores o socialismo les parezcan normales, que estas ideas sean de común uso y en infinidad de empresas se haya intentado llevar a la práctica es muestra del nivel de conciencia.

La necesidad de una organización revolucionaria de trabajadores. La tarea central: construir UNETE

Muchos activistas se preguntarán por que la clase trabajadora no ha podido ponerse al frente de la revolución hasta ahora. En primer lugar, para una gran mayoría de trabajadores el gobierno bolivariano es su gobierno. Es cierto que el presidente Chávez trató de impulsar la lucha de los trabajadores, apoyarse en la clase obrera para impulsar el socialismo. Pero cuando el presidente planteaba iniciativas como la de tomar empresas el aparato burocrático del estado y la dirigencia sindical no tomaban ni organizaban ninguna medida concreta para impulsarlo, más bien todo lo contrario; saboteaban las iniciativas del presidente Chávez. Así lo que resultaba muchas veces es que había explosiones dispersas fruto de la lucha de la clase obrera que algunas veces recogía Chávez e impulsaba con sus discursos pero que luego no tenían ningún tipo de extensión ni desarrollo, quedando en su mayor parte aisladas. Ejemplos claro de ello fueron Venepal, Inveval, Sidor y cientos de luchas más.

Lo que impidió que todo ese movimiento de lucha de los trabajadores del que hablamos, con ocupaciones y tomas de empresas no tomara un carácter general fue la ausencia de una dirección marxista al frente del movimiento obrero y popular que le diera a las luchas esa orientación y defendiera la creación de un estado revolucionario, un estado obrero que junto a la nacionalización bajo control democrático de la economía a manos de los trabajadores culminara la revolución. Chávez era un hombre honesto, intuía cuál era el camino pero, por un lado, trataba de apoyarse en el aparato del estado burgués que saboteaba sus iniciativas y, por otro, vacilaba en lo que respecta a la expropiación de los capitalistas en los momentos críticos, al carecer de un punto de vista marxista claro y, sobre todo, de una organización marxista de cuadros para desarrollar esa política.

La construcción de una central sindical revolucionaria de trabajadores en Venezuela es la tarea más importante del momento. La tendencia de la clase obrera venezolana a lo largo de la historia ha sido una lucha tenaz para construirla. Si no se ha desarrollado no ha sido por ninguna carencia de los trabajadores venezolanos, tales como el atraso del país, la renta petrolera, la falta de conciencia etc. La tarea de la construcción partido recae sobre la vanguardia de la clase obrera. Durante toda una época el estalinismo y la dirigencia sindical adeca y copeyana, paralizaron todo intento de construir ese partido como hemos explicado en otro documento. La revolución bolivariana abrió un nuevo horizonte para la clase obrera que agarró la posibilidad que proporciona Chávez de transformar la sociedad de arriba abajo. Chávez intentó ir más lejos pero la dirigencia sindical, particularmente de Chirinos y Marcela Máspero que tenían influencia entre los trabajadores paralizaron ese proceso y los sabotearon en los momentos críticos particularmente en el congreso de UNETE de 2006 y en los procesos de nacionalización y expropiación de empresas

El congreso de la UNETE de 2006 es un punto clave para entender lo que ha ocurrido luego en el proceso revolucionario. Más de 2.000 trabajadores llegaron al congreso buscando una táctica para poner a la clase obrera al frente del proceso revolucionario. El eje debía ser tomar el llamado realizado por Chávez a que el movimiento obrero ocupase las fabricas abandonadas y a partir de ahí demandar al gobierno la nacionalización de las mismas, así como de los bancos y el conjunto de la economía bajo el control de los trabajadores, vinculando este programa concreto de llevar la revolución hasta el final a la lucha por la reelección de Chávez ese mismo año. Esto hubiese permitido a la clase obrera ponerse al frente de la lucha por completar la revolución y estar en las mejores condiciones para poder desbancar a la burocracia reformista. Pero aunque quienes tenían la mayoría en aquel congreso se decían marxistas, realmente eran una tendencia centrista y además sectaria dirigida por Orlando Chirino. En lugar de hacer el eje de este punto lo hicieron de las elecciones de la central con el fin de asegurarse el control de ésta. Eso permitió a otro sector, encabezado en aquel momento por Marcela Máspero y la FBT, desviar la atención del debate sobre el programa de lucha y acción que necesitaba la UNETE y centrarlo en la lucha por los puestos de dirección. El congreso acabó a golpes y esa división paralizó al movimiento obrero revolucionario por casi tres años. Cuando en 2009 la UNETE volvió a reorganizarse, bajo la insistencia de los cuadros sindicales de la UNETE Anzoategui allí presentes convocó marchas unitarias de los trabajadores con el movimiento de delegados de prevención y el movimiento por el control obrero (que englobaba a varias empresas expropiadas y en lucha). Pero nuestra propuesta de organizar la toma de empresas y desarrollar una táctica de frente único hacia la FBT primero y luego, cuando ya fue creada la CSBT, hacia ésta no fue aplicada. Esto demuestra también como, además de una apolítica correcta, es imprescindible construir una organización de cuadros, con militantes suficientes no para poder influir en determinados momentos sino para ser un factor en la situación y poder garantizar que aplicamos allá donde estamos las políticas que defendemos.

La construcción de UNETE y la creación de cuadros marxistas es una tarea que viene favorecida por las condiciones objetivos de la crisis capitalista y del reformismo en Venezuela y en todo el mundo las cuales impulsan a la clase obrera a la lucha

La burocracia reformista no quiere que la clase obrera tome el poder. Ante la acentuación de la lucha de clases con la derecha y con los propios obreros, que quieren impulsar la revolución, tratan de descarrilar la revolución con las conferencias de paz y el llamado al diálogo a los empresarios, nuestros verdugos. Con ello trata de confundir a los trabajadores y el pueblo de cuáles son las tareas de la revolución y cómo podemos derrotar a nuestros enemigos. LA UNETE juega un papel muy importante aclarando a la vanguardia de los trabajadores el carácter de esa conferencia de paz y sobre todo como se puede luchar contra el sabotaje económico y salir del atolladero que, como hemos señalado muchas veces, solo puede ser sobre la base de la toma del poder político y económico a manos de los trabajadores.

Ante la ofensiva de la burguesía, que busca descarrilar la revolución, los trabajadores revolucionarios agrupados en la UNETE proponemos al conjunto de los trabajadores luchar por un Programa de Lucha que, además de otros aspectos que se puedan ir añadiendo como resultado de la lucha y la discusión entre los trabajadores, contenga al menos los siguientes puntos:

¡Por la defensa de la revolución y la satisfacción de las necesidades de la clase obrera y el pueblo trabajador! ¡Ninguna concesión a la burguesía! ¡Contra las políticas reformistas y burócratas! ¡Todo el poder político y económico para los trabajadores!

Luchemos por Nacionalización de la banca, la tierra y la industria bajo la administración directa de los trabajadores para hacer realidad el llamado del comandante Chávez a construir una Venezuela socialista y resolver todas las lacras que sufre la población a causa del sabotaje capitalista y burocrático como por ejemplo : la especulación con los precios, desabastecimiento, burocratismo, corrupción…
Luchemos por Empleo digno y de calidad para todos. ¡No a la tercerización! Incorporación de todos los tercerizados como fijos a la nómina. ¡Mantenimiento y ampliación de la inamovilidad laboral!
Elegibilidad y revocabilidad de los inspectores de trabajo por los propios trabajadores para acabar con la complicidad de muchos de ellos con la patronal
Escala móvil de salarios de modo que estos suban automáticamente igual o más que la inflación, nunca menos.
Reducción de la jornada de trabajo a 35 horas semanales como pasó hacia las 30 sin reducción salarial.
¡No al cierre de ninguna empresa ni a la reducción de nomina!
Creación efectiva de milicias obreras por industrias, con entrenamiento militar, para que cumplan tareas de vigilancia y defensa de la revolución junto a la milicia popular y a la guardia nacional.



¡Contra el desabastecimiento y la especulación!

Expropiación inmediata y sin indemnización de todas las empresas cerradas o que participen en el sabotaje económico o vulneren los derechos de los trabajadores
Apertura de los libros de cuentas de todas las empresas privadas y públicas a la inspección de los trabajadores para luchar contra el saboteo capitalista y/o burocrático y combatir el intento de cargar la crisis del capitalismo sobre los trabajadores
Monopolio estatal del comercio exterior, de modo que una empresa pública bajo gestión directa de los trabajadores y el pueblo se encargue de realizar todas las exportaciones e importaciones que sean necesarias para satisfacer las necesidades y garantizar su distribución a precios justos. Sólo así se podrá acabar con la especulación. ¡No a la entrega de divisas a los empresarios, que las utilizan para engañar al gobierno y especular al pueblo!

Por el mantenimiento y mejora de las Misiones

Mantenimiento y ampliación de las Misiones garantizando que éstas estén bajo el control de las comunidades y de los propios trabajadores, así como el derecho de sus trabajadores a un salario digno y a la organización sindical
Creación de una empresa pública de construcción bajo control obrero y de las comunidades para desarrollar un Plan Nacional de Vivienda, elaborado por los trabajadores y las comunidades, para erradicar definitivamente el déficit habitacional.

Contra el burocratismo y la corrupción:

Elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos.
Que ningún funcionario público gane más que un trabajador calificado.
Rotación de cargos siempre que sea posible, y que los funcionarios públicos estén bajo la supervisión de las asambleas obreras y populares, los Consejos de Trabajadores y Comunales.
Desarrollo de un verdadero control obrero mediante consejos de trabajadores elegibles y revocables en todo momento y con poder real para hacer realidad la administración obrera directa de la economía por los trabajadores y la planificación democrática de la economía
Gestión revolucionaria de la educación por parte de profesores, estudiantes, trabajadores y empleados, en conjunción con el resto de la clase obrera y el pueblo.
PDVSA y la CVG deben estar también bajo administración directa de los trabajadores y el pueblo.

Por un sindicalismo revolucionario, asambleario y basado en los principios de la democracia obrera que ponga a los trabajadores al frente de la revolución


¡Ninguna represión contra la organización sindical de los trabajadores! ¡Creación y fortalecimiento de los sindicatos en todas las empresas públicas y privadas!
Unidad de acción de la UNETE y la CSBT para defender el proceso revolucionario y presentar un programa de lucha en las líneas anteriormente comentadas al gobierno y al conjunto del movimiento revolucionario (PSUV y partidos aliados, GPP, organizaciones campesinas y populares, etc) planteando no ceder a la presión ni realizar ningún pacto con la burguesía y llevar la revolución hasta el final y que todo el poder político y económico esté en manos de los trabajadores.
¡Ninguna toma de decisiones al margen de las bases dentro del movimiento sindical! Las asambleas de trabajadores deben ser el máximo órgano de decisión.
Elegibilidad y revocabilidad permanente de los directivos sindicales por los afiliados y rendición de cuentas de estos ante las asambleas de afiliados
Elegibilidad y revocabilidad de los delegados de prevención como el deber de estos realizar asambleas con los trabajadores para recoger sus demandas y necesidades antes de cada reunión con la empresa
Control de las horas empleadas para actividades sindicales o reivindicativas por la asamblea de trabajadores o afiliados del sindicato según el caso y rendición regular de cuentas de los directivos y delegados ante los trabajadores
¡No a la dependencia económica de los sindicatos del Estado ni de las empresas! Para tener una política de independencia hacen falta finanzas revolucionarias. Autofinanciación de las organizaciones obreras revolucionarias por los propios trabajadores


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1834 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter