Hilvanando el verdadero Poder Trabajador contra la cultura imponente del poder constituido

Un poder constituido formado por un patrón y un sindicato dentro de la cultura de la explotación y su inaudito e indebido usufructo usurpador del Poder Constituyente, aún tiene vigencia en la revolución; esa dupla, formaliza la totalidad del régimen que oprime al trabajador, el tecnicismo hace galas abierta y no depura los viejos estatus divisorios, que indirectamente reclutan para su causa aniquilante a buena parte de la masa trabajadora, toda confusa por desconocer su capacidad del poder que se le ha legado; estos, sus originales enemigo de luchas, se afianzan en su pequeña burguesía proveniente del estamento de su oligarquía parasitaria que impone el régimen a ser constituido, la meritocracia funge de patrona inquisidora y absolutista aun por encima de la ley, en este caso, del patrón denominado Estado. En esa, su inquebrantable idea de sujeción, pero, si que proyecta a cabalidad su ideario capitalista burgués, que basándose en las meras reivindicaciones, y en un pasmoso conjunto con el sindicalismo fuera de contexto revolucionario, negocia limosnas para sí y para sus "representados", para de esa forma, crezca y se argumente la soez competencia de su mercado humano; es como aquello de: divide y vencerás. El patrón que se dice revolucionario a capa y espada, mas, no se desprende ni por un instante del poder otorgado en comodato y mal entendido; y para el cual, sólo sigue siendo su gran preocupación, cómo producir dividendos materiales fuera del concepto y contexto de la socialización del trabajo humano, la mecanización esperanza su absoluta visión productiva enganchada en suplantar horas hombres por máquinas. Ante esta disyuntiva las fuerzas trabajadoras, que deben aclarar muy bien en sí misma el significado que encierra el término trabajador en la nueva concepción laboral, están en una clarísima desventaja; el irrespeto y burla total por omisión intencionada, en muchas de sus veces, por no decir en todas de la ley (LOTT) y el absurdo interpretativo que a libre albedrío cada cual le da al orgánico de esta ley, es el meollo del debate y la lucha de clases revolucionaria.

            La anuencia de los fulanos gerentes y coordinadores (tecnócratas y meritócratas) y otras nominaciones de categoría burguesa, son el talón de Aquiles en la revolución; sin ningún criterio ideológico se justifica que tales puestos de trabajo sean ocupados por elementos sin formación alguna al respecto, pero más grave aún le significa, que sí tienen formación y claros propósitos anti-revolucionarios y que sí le ejecutan abiertamente; también, es muy preocupante que quienes les emplean u otorgan cargos carecen de los mismo y en grado superlativo. Cabe preguntarse: ¿Quién o quienes tienen potestad para corregir y poner al escarnio público toda esta componenda o acaso existe una política de omisión ante este preclaro desbarajuste? Sin una firmeza de qué es lo que queremos y a hacia dónde debemos dirigir el acimut revolucionario, lo tardío se hará visible por mucho más tiempo y malgastaremos un preciado tiempo histórico. La revolución amerita de urgencia, más enfoque ideológico en sus cerradas filas de cuadro.-         



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