“Dentro del Clasismo todo, fuera del Clasismo nada”, es la consigna que demarca nuestra esencia como comunistas y que mejor sintetiza los postulados científicos de nuestra teoría y praxis. El Clasismo (La Ideología de la Clase Trabajadora) ha sido para nosotros, los marxistas-leninistas, la base más real del Socialismo, un sistema social donde el colectivo popular toma el control de los medios de producción y desde esa posición, ejerce el poder político; y ciertamente, esta cosmovisión –identidad de clase- constituye la base fundamental de nuestra identidad, por encima de cualquier otro ideario, llámese: raza, religión, gremio, género o nación. Pertinente me es hoy como comunista y abogado obrerista, que apoya irrestrictamente la Revolución Bolivariana y el liderazgo del Comandante Chávez, ratificar lo que ha sido nuestra línea pública, abierta y categórica durante años: Marco total deslinde frente a los nefastos agentes de la pseudorevolución, dícese de las sectas privilegiadas que se autoproclaman “dirigentes sindicales”, pero que por décadas no han trabajado en la fábrica; que viajan mensualmente a conferencias sindicales en Europa, pero que no representan sindicatos; y que vergonzosamente enquistados en las jefaturas de partidos y organizaciones “de obreros”, despliegan una exacerbada política de reformismo, clientelismo, foquismo, populismo, sectarismo, estancamiento, repliegue, economicismo, “cíclica rendición ante la Burguesía” y que en definitiva usan al movimiento político como un fin en si mismo (cueva para su lucro grupal) y no como auténtico instrumento revolucionario para la liberación de la clase proletaria. Junto a esos “príncipes del proletariado” jamás haremos la revolución, ni podremos los proletarios liberarnos de los burgueses que nos oprimen, ni derrocar a la burocracia corrupta que “legaliza” la explotación. Terminan todos estos falsos dirigentes siendo los mejores aliados de la explotación del obrero, de la dictadura del capital y de las capas más bestiales que nosotros hemos enfrentado, vale decir: de los empresarios que violan los derechos humanos de los trabajadores, que les niegan condiciones elementales de seguridad e higiene en el trabajo, que quebrantan arbitrariamente la estabilidad laboral y los derechos sindicales, que falsean las convenciones colectivas; y que juegan en complicidad con oficinas gubernamentales divorciadas de la justicia y de los derechos del pueblo.
La descomposición actual del movimiento obrero y el sabotaje de poderosas minorías antiproletarias nos revelan que la revolución obrera en Venezuela aun está por hacerse. Hoy más que nuca es imperioso renovar un exhorto a la mayoría del proletariado nacional, hacia el estudio del marxismo, a la organización clasista y a la lucha permanente que nos permita elevar nuestras capacidades teóricas y prácticas como revolucionarios. Porque siempre he considerado, especialmente dentro de la lucha de clases, que todo aprendizaje, debe fusionar práctica y teoría para llegar a convertirse en un conocimiento completo y verdadero -para que las opiniones emitidas sean de la ciencia revolucionaria y no del oportunismo charlatán-, como trabajador y a la vez, humilde abogado de los trabajadores, doy mi agradecimiento a las enseñanzas clasistas, sindicales, ideológicas y fundamentalmente humanas que me fueron impartidas por la clase obrera venezolana. Especial deferencia me merecen, los camaradas de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV) -hoy inexplicablemente disuelta-, y especialmente su central afiliada en la ciudad de La Victoria, en mi natal estado Aragua (CTA); así como demás colectivos aliados, con sede en esa importante región industrial. Testigos son todos ustedes, al lado de quien les habla, apreciados camaradas, de nuestros años de labor sin cobrar un centavo, de nuestro lazo incondicional con la defensa de los trabajadores y del sacrificio de nuestro propio peculio. Son todos éstos, elementos de una historia que los “mercaderes pseudorevolucionarios”, esos que han hecho de la revolución un negocio, jamás perdonarán. Quizás les hiera nuestro prestigio y reputación bien ganada, certificada por la abrumadora mayoría de nuestra clase. Sepan todos: “Que aunque juntos pasamos hambre, fuimos felices.”
Sea ésta entonces, una ocasión propicia para reiterar el compromiso histórico de los comunistas con la liberación del proletariado, con la realización de una sociedad sin explotados y la revolución socialista. Que las recientes medidas económicas para los trabajadores, anunciadas por nuestro Presidente Chávez, así como la significativa designación de un comunista, Roberto Hernández, como Ministro del Trabajo –tras la delicada crisis de los sidoristas-, hagan que este año 2008, oficialmente declarado como año del reimpulso revolucionario, sea también él del reimpulso del movimiento proletario.
Gracias camaradas obreros, por permitirme ser en vuestro hogar, simplemente lo que soy, uno más de ustedes, y conferirme toda la sabiduría popular que pude asimilar en años de reflexión política y esencialmente al rigor de la experiencia en tantas luchas clasistas que juntos libramos. Dejo pues, este testimonio histórico, en honor a las convicciones clasistas y las aleccionadoras vivencias que junto a mis hermanos de clase he compartido durante este extendido viaje revolucionario que solo culminará el día de la victoria final. ¡Viva la clase obrera!.
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