El pueblo venezolano vive en la actualidad una coyuntura muy compleja, que dificulta poder cumplir el objetivo de construir una sociedad socialista de nuevo tipo, que supere las desviaciones, limitaciones e inconsecuencias de los intentos desarrollados durante el siglo XX en Europa y Asia.
Es una coyuntura signada por avances y retrocesos, marchas y contramarchas, derrotas y victorias, en los campos de batalla nacional, suramericano, continental y mundial.
Mientras la revolución avanza y se encuentra a la ofensiva en el campo suramericano, logrando crecientes procesos de unidad, o en el campo mundial, con la OPEP, ella pasa a la defensiva en el campo nacional, con la derrota electoral del 2 de diciembre, y las dificultades para construir una industria de alimentos socialista y una red de distribución de productos que neutralice la especulación y el acaparamiento de alimentos por parte del sector capitalista privado.
Tratando de pasar de la defensiva a la contraofensiva en el campo nacional, se han venido construyendo los instrumentos organizativos del pueblo socialista, necesarios para la construcción del socialismo: el PSUV avanza como el instrumento político ideológico, los consejos comunales se van consolidando, faltando solo construir la etapa superior de las mancomunidades o comunas socialistas y las federaciones estadales comunales. Pero falta un instrumento fundamental, sin el cual no puede iniciarse la construcción del socialismo, que es la organización de los trabajadores del campo y la ciudad.
En efecto, el movimiento de los trabajadores se encuentra realmente rezagado, atomizado, infectado con luchas intestinas, burocratismo, oportunismo, reformismo y corrupción. Años de neoliberalismo, desde finales de los años 70, destruyeron la incipiente industria nacional y la agricultura patria, y consolidaron el modelo económico importador-rentista. Obviamente, los trabajadores se concentraron en las estructuras del Estado burgués, o se fueron a la llamada “economía informal”, que no es más que un concentrado de comercio de productos de importación, sin reglas ni seguridad social alguna. En los últimos 5 años de esfuerzo económico del gobierno revolucionario, se han empezado a revertir los efectos de esos 25 años continuos de destrucción económica, y ello ha constituido la base para una refundación del movimiento de los trabajadores.
En estos últimos 5 años, los trabajadores tuvieron primero que sacudirse el yugo de la dictadura sindical ejercida por la CTV adeca, y sus acólitos más pequeños, la CGT y la CODESA socialcristianas. Esta tarea se realizó con muchas dificultades, debido a la fortaleza de esa burocracia sindical, y a los apoyos internos en el gobierno bolivariano, a través del infame Miquilena, que actuó a su favor hasta el año 2002. Se realizó un referéndum sindical y se obligó a realizar elecciones en octubre del 2001, pero un gigantesco fraude impidió que las fuerzas revolucionarias asumieran la dirección del movimiento sindical. Luego del paro petrolero de 2002-2003, en abril del 2003, se creó la UNT, legalizada el 16 de mayo de ese año, que se constituyó en la esperanza de los trabajadores para construir un nuevo movimiento sindical. Pero la UNT solo logró uno de sus objetivos, que era el desplazamiento de la CTV y demás acólitos. El otro objetivo, refundar el movimiento sindical, no se logró.
Ahora, después de muchas discusiones internas, el 21 de junio de 2008, en la sede de la FENTRASEP, se constituyó el Comité Promotor de la CENTRAL SOCIALISTA DE TRABAJADORES (C.S.T.), que arranca con buen pié para lograr, finalmente, el objetivo de refundar al movimiento de los trabajadores, con un sindicalismo nuevo, adaptado a la etapa de transición al socialismo que se ha iniciado.
Este modelo de sindicalismo se basará en la colaboración entre las dos armas de la clase trabajadora en esta etapa de transición al socialismo: los Consejos de Trabajadores (urbanos y rurales) que se organizan por unidad económica (empresa) y los sindicatos y federaciones, que se organizan por sector de actividad económica. Es un sindicalismo que se vinculará directamente con los consejos comunales, sus comunas y sus federaciones. Un sindicalismo que procurará ser la expresión organizada de la alianza de los obreros, los trabajadores intelectuales y los campesinos. Un sindicalismo que será el vocero nacional de la clase trabajadora toda, impulsando el desarrollo de la economía socialista, dando la lucha contra los patronos capitalistas, apoyando al gobierno revolucionario en las políticas correctas y criticando los errores y desviaciones capitalistas, y apoyando también la organización política de los trabajadores, rompiendo el modelo apolítico de sindicalismo que nos impuso el capitalismo. También se impulsará un nuevo modelo de central sindical democrática, con una estructura distinta a la tradicional.
La refundación del movimiento de los trabajadores y la constitución de la nueva central son dos tareas indisolubles, e indispensables para que la clase trabajadora asuma su verdadero rol dirigente en la construcción de la sociedad socialista.
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