Elía Jaua en la India: balance de un viaje necesario

Aunque la visita del Canciller Elías Jaua, el diciembre pasado no generó tanto interés mediático en la India, la misma fue  exitosa y  bien planificada, un testimonio a la madurez, la inteligencia y la creciente confianza de la diplomacia venezolana. Jaua logró acuerdos significativos con Nueva Delhi en temas económicos y culturales junto con una convergencia política ligera con el país asiático cuya trayectoria desde los Noventa ha sido hacia neoliberalismo en la economía, muy ligado a Israel en la defensa y entorno a los EE. UU. en la política exterior. Pero en la diplomacia, es necesario saber hasta dónde exprimir  el limón y Venezuela necesitará mucha paciencia, mientras espera que la India estreche lazos de amistad para llegar a acuerdos que beneficiaran las ambas naciones.

¿Qué beneficios económicos le trajo el viaje de Elías Jaua para Venezuela? En lo concreto, quizás lo más interesante pudiera ser la replicación en Venezuela de la llamada revolución blanca, un sistema con que las ciudades de la India tienen un suministro diario y adecuado de la leche de vaca. Esto puede ayudar combatir la escasez en Venezuela y también acabar con la costumbre de los venezolanos de consumir leche de polvo. El Presidente Nicolás Maduro mencionaba que Venezuela buscaría la ayuda de India para instalar pequeñas fábricas de cementos pero no queda claro si esto figura entre los acuerdos finales.

Venezuela suministra buena parte del petróleo que se  consume en la India. Ese país siempre está en la búsqueda de fuentes seguras de petróleo y hay un gran interés en la India para invertir en Venezuela. La India también es un voraz consumidor del oro, algo arraigado en su cultura, y si Venezuela es capaz de incrementar su producción de ese mineral a corto plazo, puede ganar aún más en el comercio. La India tiene agricultores hábiles y fuertes pero las empresas agricultoras de la India tienen la mala reputación en otros países de agarrar las tierras fértiles y dañarlas con el uso desbordado de químicos como ha ocurrido en África. Venezuela tendrá que tener cuidado de eso si en el futuro decide invitar agricultores de la India.

Para la India, Venezuela es su principal socio en América Latina, con un comercio anual de 14,35 mil millones de dólares. Y para Venezuela la India es su tercer cliente más importante después de los EE. UU. y China. Pero el principal impedimento en desarrollar el comercio, para ambos países, es el idioma y se hace difícil profundizar los vínculos económicos, más cuando la mirada de la clase dirigente está fijada en los países anglosajones, una herencia colonial que ha empeorado en la India independiente.

Es entendible que Venezuela envié a sus artistas y técnicos a la mal llamada Bollywood o la industria cinematográfica de la India pero con una advertencia. Se supone que al desarrollar una industria similar en Venezuela, los valores también son vitales y el cine en la India es un factor altamente contaminante de la cultura y la vida cotidiana. Por ejemplo, no hay duda que el acoso diario de las mujeres en India obedece en un gran parte a lo que los jóvenes ven en las películas donde tal comportamiento es normal y hasta festejado en la pantalla. La India también tiene una tradición de las películas alternativas, de valor, aceptación popular y sensibilidad social, con sus directores trabajando con pocos recursos. La embajada en Nueva Delhi puede y debe investigar una vía diferente con más seriedad.

En el mediano plazo, es problemático tener en la India un movimiento unitario de solidaridad con la revolución bolivariana. Hay una avalancha de noticias negativas contra la revolución en los grandes medios de comunicación, lo cual ha creado una impresión ambigua hasta en una buena parte de los luchadores sociales allá sobre lo que pasa en Venezuela. Entre la gente de buena fe y  luchadores, hay quienes creen que la revolución bolivariana padece de autoritarismo, que había un culto de personalidad alrededor de Chávez y que la libertad de expresión está trancada. La izquierda está fragmentada en la India y aquí hay un dilema: la principal fuerza en la actual corriente solidaria es el Partido Comunista de la India (Marxista), el más antiguo y enérgico defensor de Venezuela pero al mismo tiempo un partido en el declive no solo en su alcance político sino también en la influencia moral después de que su gobierno en Bengala de Oeste utilizó terror, violencia y matanza como política contra los pobres para quitarles sus tierras en favor de las grandes empresas. Este partido estalinista, muy sectario y autoritario, aleja individuos y organizaciones potencialmente aliados naturales de la revolución bolivariana y la embajada en Nueva Delhi tendrá que pensar en estrategias flexibles para extender su círculo de amigos sin alienar los actuales.

Cuando el Presidente Maduro vaya a la India este año, encontrará un país un poco más receptivo al llamado de la amistad y el buen estudio de la embajada en Nueva Delhi le ayudará a cosechar un avance alentador partiendo de la economía hacia una convergencia

diplomática.

supriyo@chatterjees.freeserve.co.uk



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