9 marzo 2013 - Del comandante Hugo Chávez se pueden destacar mil cualidades. La principal, su espíritu revolucionario. Sus luces largas para ver la necesidad de la unidad latinoamericana frente al imperialismo gringo. Y su voluntad de acero para construir esa unidad. Sus iniciativas siempre fueron originales e integradoras, desde la UNASUR hasta Petrocaribe, desde el Banco del Sur y el Consejo Sudamericano de Defensa hasta Telesur, el SUCRE, el ingreso de Palestina en la UNESCO...
Nadie pudo reunir a todos los presidentes de la región como hizo Chávez cuando se fundó en Caracas la CELAC. Una vida grande, gigante, a la altura de Bolívar, de San Martín y Artigas, de Alfaro y Morazán, de Martí y Sandino, de Allende y el Che. En Venezuela y en América Latina hay un antes y un después de Chávez.
Pero como somos radialistas, queremos fijarnos en Chávez, el comunicador. Ningún político habló en América Latina como habló este hombre. Ninguno.
1- UN LENGUAJE POPULAR Chávez no tenía que ensayar palabras sencillas. Él era del pueblo y hablaba como el pueblo. Su lenguaje siempre fue campechano, cotidiano, estuviera en un discurso de campaña o en la asamblea de Naciones Unidas. Con frecuencia, decimos promover la diversidad cultural. Pero nuestras palabras resultan insípidas, de ningún país. Las de Chávez no. Sus expresiones siempre fueron venezolanísimas. Hablaba en colores. Sabía dibujar con las palabras.
2- HUMOR, IRONÍA, PICARDÍA... Los políticos, generalmente, no ríen. Menos cuentan un chiste. Sienten que eso los rebaja. Chávez no. Él sabía que al pueblo nunca se baja porque el pueblo siempre está arriba. Y que no hay más ascensión que hacia la tierra. Chávez se reía de todos y también de sí mismo. Tuteaba al presidente que tenía al lado. No se daba importancia y, por eso, tenía tanta importancia lo que decía. Revisa la historia política latinoamericana. ¿Alguien habló con tanto humor como este llanero?
3- HACER FÁCIL LO DIFÍCIL Vas a una conferencia, escuchas una ponencia. Y no te quedas con nada. Abundan esos intelectuales de mucho gre-gre para decir Gregorio. Oradores y predicadores que no hablan para que los entiendan sino para demostrar que saben mucho. Ya que no son profundos, se dan el lujo de ser oscuros. Chávez tenía una capacidad infinita para explicar los asuntos más difíciles de economía o política de la forma más sencilla. Maestro siempre, pedagogo del lapicito en mano, utilizaba todo tipo de comparaciones para que lo entendieran hasta los marcianos.
4- AL PAN, PAN Su lenguaje fue claro, frontal, políticamente incorrecto. Chávez dijo que la tribuna de la ONU olía a azufre y le llamó diablo... al diablo de Bush. No se calló cuando el rey de España lo mandó a callar. Mandó a los yanquis al carajo. Maldijo al Estado terrorista de Israel. Al Papa le soltó que no era ningún embajador de Cristo porque Cristo vive en el pueblo y no necesita embajadores. Chávez no se calló ante nadie. No conoció las medias tintas. Fue un deslenguado. Ojalá que hubieran más para cantarle las verdades a tanto político sinvergüenza que anda suelto.
5- UNA MEMORIA PRODIGIOSA Chávez era un lector empedernido. Nadie sabe dónde ni cuándo encontraba tiempo para devorar libros y subrayarlos con resaltadores de diferentes colores. Luego, su prodigiosa memoria le permitía citar lo que leía, recordar hechos históricos al detalle, fechas, datos... Pero sus citas nunca eran pedantes, no mencionaba autores para echar en cara lo mucho que sabía, sino para explicar mejor sus ideas. Fue una mente brillante.
6- NUNCA ABURRIÓ Tuvimos la suerte de escuchar de cerca a Chávez en un Aló Presidente, en el barrio caraqueño de Caricuao. Fue una experiencia mágica. Chávez estuvo hablando dos horas. ¿O fueron tres? ¿O cuatro? Imposible recordarlo. Porque Chávez contaba anécdotas, enlazaba una con otra sin perder el hilo central del discurso, relataba, narraba. En medio de un discurso se ponía a cantar o a recitar una copla. Nunca aburrió a quienes le escuchaban.
7- CON PASIÓN Las palabras tienen temperatura. Hay gente que habla frío, que no transmite emociones. Y como no emociona, tampoco convence. Todo lo contrario de Chávez, que siempre habló con pasión. Fue su elocuencia desbordada la que precipitó la adhesión de Kirchner y de Lula y de otros presidentes latinoamericanos allá en Mar del Plata, en el 2005, cuando se enterró para siempre el ALCA. Sólo Chávez podría haberle dado vuelta a aquel perverso proyecto imperialista.
No, ningún político ha hablado en América Latina como este hombre. Ningún gobernante se comunicó tanto con su pueblo, ninguno despertó tanta simpatía, tantos amores y también tantos odios, tantas emociones juntas. Glosando al mismo Chávez, sus palabras fueron un batazo de jonrón por el jardín central. Genio de la comunicación, este comandante botó la bola como ningún líder lo ha hecho hasta ahora.