Las transnacionales del disco en Suráfrica y los comentaristas venezolanos

Ke nako

Dice un viejo proverbio africano: “Al lado de un arroyo uno no se pone a discutir si el jabón hace espuma, pues hay agua para probarlo”. Y hay cómo probar muchas cosas acerca de un continente al que el eurocentrismo, con su limitada manera de medir, no logró calificar como viejo continente, o nuevo. Asunto.

Ke nako. “Es la hora” dicen los carteles por todas partes en Suráfrica. Y ciertamente esa hora no debemos permitir que se pierda rindiendo culto a quienes trataron de depredar cultural, social y económicamente a África, en nombre de la hegemonía.

Lo del jueves en la tarde y lo del viernes en la mañana sirve de ejemplo: primero un gran concierto de apertura en el que presuntamente el mundo le cantaba a África. Mayor farsa no se puede, en mi opinión. No le cantó el mundo a África: Le cantaron aquellos a los que las grandes transnacionales del disco necesitan posicionar. Se ratificó la estrategia de lo bonito por encima de la calidad. Lástima que Totó la Momposina no tiene las caderas de Shakira, de padre africano, por cierto. Y es que también la dignidad no cede espacios: Susana Bacca, una de las grandes cultoras de la música negra peruana bien lo puede decir, o lo puede reconfirmar Cesaria Évora, la caboverdiana ausente de la occidentalizada fiesta en Soweto. Fue el concierto de las grandes disqueras del mundo, dispuestas a seguir negociando, y en las que lo único negro que parece caber es la ya decolorada camisa de Juanes, porque la orden disquera es cero negro, cero ‘feo’. Lo sabemos. Ya lo hicieron con la Salsa.

Frente a la pretensión el campanazo de alerta y protesta lo dio K’naan en ese concierto, cuando sacándose el clavo, hizo el Waka Waka a la manera de ellos, poco antes de que la señorita Mebarak lo hiciera a la manera de las transnacionales del espectáculo.

Lo de viernes fue distinto y a favor de los africanos, sólo que los comentaristas venezolanos de todo signo y tendencia, no lo supieron. Decir que Suráfrica fue el país escogido porque tiene oro y ‘muchas minas’ fue la revelación exacta de cómo se multiplica el discurso que nos enseñaron.

Como siempre acontece con este tipo de eventos, pareciera que los comentaristas venezolanos no saben lo que es la brújula de la racionalidad, el estudio y el sentido oportuno de lo que se dice.

Más pendientes del vestuario, o de la forma de cruzar las piernas, o de sonreir, los comentaristas venezolanos, como los de todo el mundo, tuvieron tiempo suficiente, si no sabían, de estudiar en torno a África, y concretamente, a Suráfrica. Meter en un solo saco la inmensa diversidad cultural desplegada en la apertura de la copa del mundo es un error tan tremendo como decir que Yolanda Moreno representa el baile folklórico venezolano. Y lo han dicho más de una vez.

En los canales venezolanos los narradores y comentaristas montaban su voz sobre la maravilla musical que pugnábamos por escuchar, ajenos al hambre que tienen los pueblos por sentir más de cerca las manifestaciones musicales que tanto nos han negado los mismos medios de difusión y comunicación, los mismos medios que impiden que sepamos de la obra musical, ancestral y actual, de África. Por eso lo del viernes fue una cátedra, con voces de todas las regiones del querido continente, con movimientos libres no sujetos a la ‘perfección mecánica’ de los eventos mundialistas. Recordamos a Isadora Duncan, la inolvidable danzarina que siempre luchó porque la manifestación danzaria del cuerpo fuera libre, como lo hizo el viernes África.

Otros detalles quedarán para la historia de la indiferencia y la ignorancia. No poder identificar a Desmond Tutu, surafricano premio Nobel de la Paz, fue toda una tragedia para el conocimiento. Hubo comentaristas que decían: ‘Que gracioso el señor que le puso humor al acto (del jueves). No poder identificar al presidente mexicano Felipe Calderón, y decir ‘una comitiva acompaña al presidente de Suráfrica’ fue otro desliz terrible. Como terrible fue que el presidente surafricano Jacob Zuma saludara a los jugadores y no se dignara a dar siquiera una palmadita a los niños que acompañaban a esos jugadores, sobre todo en medio de la campaña publicitaria por la educación infantil. Es algo que jamás le hubiera sucedido a Nelson Mandela, el hombre inmenso que fuera tocado por una nueva tragedia con la muerte de su bisnieta horas antes de la apertura del evento por el que tanto luchó.

Un último detalle lo marcan los colores. ¿Habrá manera de decirle a algunos comentaristas que el amarillo que predomina en las gradas surafricanas no se debe a McDonals sino al color del uniforme del equipo de ese país? Porque hasta eso escuchamos.

Soweto

Soweto significa SOuth WEst TOwnships, al sudoeste de Johannesburgo. Su lucha se volvió emblemática en el mundo, como emblemática es la historia del continente protagonista de estos días de fútbol. Historia que no nos enseñan, como nunca nos enseñaron nada de Haití, lo más africano que tiene América.

En los países del continente, con honrosas excepciones, no se enseña una historia en la que estén incluidos los aportes africanos. Se le niega a África valores civilizatorios, y se ha creado un imaginario que no se corresponde de manera coherente con la realidad de estos antepasados nuestros. Cuando no se les deja de lado se adulteran los aportes. Es, a todas luces un problema cultural lo que enfrentamos pues es una cultura dominante la que intenta obviar los legados, sobre todo el hecho de que el negro, más que un componente biológico en la historia, es un componente cultural con mucho peso.

Conviene recordar que los africanos no eran esclavos: fueron esclavizados, así como África no es un continente pobre, sino empobrecido.

Ojala podamos tener presente siempre que es en territorio africano donde se ha podido reconstruir la historia de la evolución y aparición del hombre y que es ese un continente de grandes tradiciones y de grandes inventos técnicos. El Homo Sapiens es africano y África supo usar los metales para beneficio colectivo mucho antes que Europa, y si a la piedra vamos ahí está Zimbabwe.

Si algún sistema de pensamiento es denso es el africano con la más potente tradición oral del mundo para la cual la memoria, que tanto molesta a unos, es fortaleza de ellos. Nuestros antepasados originarios y los africanos han sido seres que supieron vivir armoniosamente con la naturaleza, sin depredarla y amándola con lecciones de cotidianidad no televisada.

Mañana cumpliría años de vida el Che Guevara, y él estuvo en África, la hermosa reina negra con dolores adquiridos que hoy proclama su lema, Ke nako: Es la hora… y hay agua para probarlo.

lilrodriguez@cantv.net

Tomado de "La Cota Lil" del diario Últimas Noticias


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Lil Rodríguez

Periodista. Defensora de los valores culturales venezolanos y latinoamericanos.

 lilrodriguez@cantv.net      @lildelvalle

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