Durante la semana que culmina, y en ese hurgar en las cosas que interesan, pude leer dos trabajos, combinación de reportaje y entrevista, con dos músicos de los que no conocemos masivamente por acá.
Ismael Serrano, de España, está presentando su nueva producción “Acuérdate de vivir” y a propósito de ella le preguntan por ese título. Entre otras cosas, Serrano, a quien conocimos a través de Luís Eduardo Aute, dice: “Hay que recordar ciertos sueños que a veces olvidamos porque nos tratan de convencer de que crecer supone renunciar a ellos. Así que no me parece que esté de más recordar que tenemos que vivir”. También dice: Es verdad que la música se ha convertido en un objeto de consumo de usar y tirar, como tantas otras cosas, y para que sea así tiene que ser una música que no invite a la reflexión. Y eso lleva a que muchas veces se apueste por artistas cuyo éxito depende de un hit radiofónico o de un momento mediático. La carrera del cantautor (creador) no se puede basar en un hit radiofónico, se basa en un repertorio, en una continuidad que se va creando con el tiempo. Con una mirada a largo plazo, que es algo que hace tiempo que perdió la industria musical.” “Vivimos en unos tiempos en los que asumimos los aspectos contradictorios como naturales, de la misma forma que asumimos que la realidad es inalterable. No nos cuestionamos la posibilidad de cambiar las cosas, y no somos conscientes del potencial que tenemos para cambiarlas”.
Dejamos a Ismael Serrano y nos fuimos con Susana Baca a propósito de su primera visita a Colombia para participar en el III Congreso Iberoamericano de Cultura. Casi con seguridad que nuestro pueblo en su mayoría no sabe quién es Susana y mucho menos el alcance del encuentro que tendrá este año edición en Medellín.
Susana Baca es la resistencia musical y cultural hecha persona en Perú, en el Perú negro que durante tanto tiempo fue invisibilizado.
He acá algunas de las cosas que dijo Susana esta semana. "Por épocas muy largas, en mi país no se tomaba en cuenta la música tradicional de la sierra ni de la costa; era música de gente pobre, iletrada, y había una serie de prejuicios, no se pasaba en la radio ni en la televisión”.
Susana recuerda que hace muchos años, sola con su compañero se presentaba en los espacios negros, donde sólo la escuchaban los negros peruanos, bastante segregados entonces. "Grabábamos un concierto y al siguiente vendíamos los cassettes del anterior", recuerda de aquellos días de nadar a veces contra la corriente y desde los que se siente en resistencia: "Tocamos mil puertas para poder grabar una canción, y no me hicieron caso, luego hicimos lo elemental de grabarnos a nosotros mismos y en cierta forma fuimos pioneros de la difusión alternativa de la música peruana". Y luego apunta de forma certera y alta. Atención:
"Creo que los Estados juegan un papel, no tanto como que estén detrás de los artistas para que les canten en sus eventos políticos, pero sí ampliar la difusión. El apoyo no es darle dinero a los artistas sino favorecer a éstos con leyes, que el artista tenga un seguro social, que no nos toque que nos atiendan nuestros amigos médicos, porque tenemos muchos artistas valiosísimos que han dado muchas alegrías y han terminado en la indigencia”.
Y acá
A veces pienso que no hay mecanismos que fomenten la unión entre músicos y melómanos. Y no se trata acá de los clubes de ‘fans’ (que son válidos pero jamás profundizan en el entorno social de su ‘ídolo’). Se trata de que entre los músicos pasan demasiadas cosas importantes, se producen polémicas, se discute y se coopera y los melómanos permanecen ajenos a ese mundo no por indiferencia sino por el silencio mediático que estamos cada vez más llamados a romper. Y por cuotas de poder que, en oportunistas manos, terminan siendo exterminadoras de lo patrio.
Por ejemplo, acá tenemos el caso de Diego Silva Silva, uno de los venezolanos que personalmente más respeto (más allá de lo musical, porque es íntegro). Diego, tan implacable como tierno nos sirve de ejemplo para ver lo inversamente proporcional que trata el Estado a los músicos cuando de creaciones propias y de altura se trata.
Da vergüenza que la pieza “África Mía” de Diego Silva (piano, percusión clásica y percusión tradicional) ya se haya podido escuchar tres veces en Europa y no se haya podido estrenar en Venezuela.
Da vergüenza que tampoco se haya podido estrenar el Homenaje al pueblo palestino, de Diego, con textos de Mahmud Darwish, para solistas, coros y orquestas, como da vergüenza que tampoco conozcamos “Abu Reyna” y “Eva Negra” referidos al saqueo al que sigue siendo sometida Irak.
Diego se encargó, junto al talentoso Ignacio Barreto de restaurar las canciones patrióticas venezolanas del siglo XIX y encima de esto se encuentra restaurando las verdaderas Honras Fúnebres a nuestro Libertador,… y no pasa nada. El Centro de Arte La Estancia hace esfuerzos, pero una golondrina no hace veranos. Me constan los boletines de prensa, la información enviada a todas partes, la palabra evangelizadora de Diego Silva Silva, Poseedor de cuánto premio hay en el planeta en su especialidad, y parece que acá estamos esperando a que se muera para decir “Qué bueno era”. Me pregunto por qué “El Sistema” no acoge las propuestas de nuestros creadores y sigue trillando el camino fácil que representa interpretar a Mozart o el ya cansón Mambo para que el oportunismo, vestido de ‘emoción patria’ baile, y aplauda, y suelte el chorro de dinero que debería ser, por lo menos equitativamente distribuido en el trabajo de todos. Porque Diego está en Caracas, pero… ¿Y Beto Valderrama? ¿Y Adelis Freitez? ¿Y el proyecto latinoamericano de Lilia Vera? ¿Y las orquestas Típicas? ¿Y la salsa de los barrios? ¿Y las escuelas para instrumentos tradicionales? ¿Y las Campanas de El Tocuyo? ¿Y los músicos y cultores como Rojita, el mas viejo blanco pintado de negro en el San Pedro de Guatire, que se acaba de morir?
El caso de Diego es el caso de decenas de músicos nacionales, muchos de los cuales se van del país, no porque estén contra Chávez, sino porque nuestro enrarecido aire está cada día más casado con la dependencia eurocéntrica e imperial que con los vientos soberanos de la creación patria. Y duele, carajo. Duele.
lilrodriguez@cantv.net
Tomado del diario Últimas Noticias. "La Cota Lil"