La conmemoración de los acontecimientos de 1810 en su bicentenario nos lleva a reflexionar y pensar acerca del momento histórico, sus protagonistas y las consecuencias finales de los hechos.
A propósito de uno de los actores en la contienda del 19 de abril, es bueno recordar el protagonismo de la representación eclesiástica: Madariaga, éste al tanto de la crisis de legitimidad interna y de la metrópolis, decide asumir su rol político sustentado en su capital simbólico oscurantista religioso. Convencido que a las masas agitadas hay que tratarlas como tales, ovejas descarriadas, se coloca detrás de Emparan y levantando las manos en señal negativa y pisándole los talones a Emparan quien apresuradamente afirma "yo tampoco quiero mando". Creyente de que al pueblo hay que conducirlo por el camino correcto tratándolo como masa ciega, subestima la capacidad del pueblo como sujeto histórico. Desde allí hasta la historia republicana y los acontecimientos contemporáneos, el sentido misionario de la jerarquía eclesiástica ha sido de estar al servicio de la seguridad del orden establecido y por constituirse. Es decir, de acuerdo a los acontecimientos de la historia, al servicio de las élites políticas y económicas.
En el año de 1936, en el gobierno de López Contreras, frente al descontento popular contra la dictadura y por la constitución de un verdadero poder popular, la jerarquía eclesiástica nuevamente toma partido por el poder constituido dictatorial e invocando la fe apoya la represión contra el pueblo. Posteriormente, esto se sucede desde el trienio adeco, pasando por la dictadura perejimenista hasta la concertación del pacto de Nueva York puntofijista. La iglesia, la jerarquía eclesiástica, toma partido a favor de las élites desde una postura política e ideológica a favor del Betancourismo contra la revolución cubana y como pretexto contra el comunismo apoyando la injerencia del Departamento de Estado de los EE.UU y la noción descalificadora y arrogante al considerar a Latinoamérica y el Caribe como "su patio trasero", continuación de la doctrina Monroe y el macarthismo.
Es así, como la jerarquía eclesiástica siempre ha jugado su rol político e ideológico más allá de "su misión religiosa" y como soporte de las hegemonías de las élites políticas, económicas, militares y culturales. Un ejemplo significativo, fue la celebración y reconocimiento a Betancourt en sus 50 años de vida política y en su lucha contra el llamado "comunismo fidelista". Es decir, la iglesia apelando a su semántica religiosa manipula para legitimar regimenes.
Hoy, la vemos nuevamente cumpliendo esa misión en representación de los partidos de oposición y de las instituciones gremiales empresariales debilitadas en su legitimidad y poder político. Ante el desconcierto de la llamada "sociedad civil", surge la iglesia como la voz rizomática "del pueblo", en el que por cierto nunca confía y reconoce, porque lo descalifica como masa ciega, negándole la capacidad autónoma para constituirse como sujeto histórico capaz de decidir su propio destino y emancipación.
Es así, como pareciera reeditarse aquella máxima de que la historia se sucede como tragedia y como farsa. Como bien dijo Walter Benjamin "…no hay un documento de cultura que no sea al mismo tiempo un documento de barbarie…" Las élites estériles no están satisfechas, están sedientas de poder y van en busca a cualquier costo y sacrificio. Ellos, se inspiran canónicamente bajo el principio de que saber es poder. Desde el púlpito están invocando seguramente, como aquél cardenal que bendijo las naves que lanzaron las bombas contra un pueblo del sur del continente asiático, la injerencia de la flota norteamericana que ya ondea por el continente con sus bases militares establecidas. La ética ha sido desplazada por el cinismo de la barbarie arrogante que subestima y desprecia la voluntad de un pueblo que legitimó su derecho a través de la Constitución que por voluntad popular decidió en su camino hacia su emancipación...
Así como debajo de la sotana se encubre su inmoralidad pederasta, también lo hace el disfraz de mercader y fariseo. Se quedó corto el presidente cuando lo llamó troglodita.
lupatv@gmail.com