Los venezolanos concurrirán el próximo 26 de septiembre a ejercer una vez más su inalienable soberanía política a través del voto, esta vez en el noveno evento electoral al que asistirán, cada vez con mayor participación, desde la aprobación de la Constitución Bolivariana de Venezuela, lo que pudiese asociarse con que en todos estos eventos eventos electorales, incluido dos referéndum trascendentales, ha quedado demostrado que quien tiene los votos es el que gana y que ello obedece a la cada vez mayor transparencia y confianza entre los ciudadanos/as que ha alcanzado el Consejo nacional Electoral en todo este tiempo..
Pero aun cuando parece existir hoy un consenso entre todos los actores políticos democráticos que hacen vida en el país sobre estas fortalezas del ente comicial, modernización, automatización y exigentes auditorías de por medio – el 54 % de las maquinas serán auditadas esta vez-, ya se ha vuelto tristemente tradicional y afortunadamente cada vez menos influyente la puesta en marcha de tendenciosas campañas mediáticas y de rumores sobre la falta de imparcialidad, cuando no de transparencia, del árbitro electoral venezolano, buscando por esa vía crear dudas al respecto y así deslegitimar a los ojos no tanto de la opinión pública nacional sino sobre todo de la internacional, ya veremos por qué, toda la institucionalidad construida sobre la base de los postulados de nuestra Carta Magna, considerada una de las más avanzadas del mundo.
Y es que contrario a ese rumor que a veces ciertos medios de comunicación privados y opinadores dejan colar entre líneas o abiertamente sobre la falta de equilibrio político en la composición del ente comicial venezolano, su presidenta, Tibisay Lucena, responde que, como nunca antes en la historia electoral venezolana los rectores son seleccionados por métodos constitucionales y democráticos, una vez postulados por la sociedad civil, las universidades nacionales y el poder ciudadano. No faltará quien recuerde que en el pasado puntofijista su escogencia era producto de acuerdos cupulares o “cogolléricos” de los partidos hegemónicos de entonces.
Respetar los resultados electorales
Es ante este tipo de campañas que los ciudadanos/as venezolanos/as de genuina vocación democrática deben pronunciarse todos los días, y más aún al acercarse un nuevo evento electoral; con mucha más razón quienes toman parte activa en la competencia electoral: los partidos y organizaciones electorales. Pronunciamiento que siempre han esperado y solicitado los electores/as al inicio de cada campaña electoral y cuyo enunciado no debe ser otro que el compromiso público de todos y todas los participantes de respetar los resultados electorales.
Si bien ello ocurre a nivel de personalidades y de manera aislada, de lo que se trata es de una deuda que con el fortalecimiento de nuestra institucionalidad democrática tiene el liderazgo partidista nacional; injustificable, cuando, como necesarios insistir: hoy ejercen sus cargos de elección popular quienes han tenido los votos en su momento, llámese gobernado, alcalde, concejal, diputados regionales y nacionales, y mejor aún: llámese oposición o chavismo. Los venezolanos y venezolanas de profunda convicción democrática no pueden seguir aceptando el chantaje de “que si gano yo, el CNE es confiable” y si no, “el CNE hizo fraude”.
Esto es así, visto desde la perspectiva de las estrategias político-partidistas a nivel nacional. Pero que una vez se observa desde la perspectiva internacional, tal negativa de respetar los resultados electorales se articularía dentro de una peligrosa estrategia de sectores de derecha internacional, con gran poder mediático a su servicio.
Peligrosa legitimidad con opinión publica manipulada
Esta estrategia es la que pretende atribuirle legitimidad a un gobierno “equis” en el mundo, sobre todo en donde triunfan electoral y continuamente opciones de izquierda o progresistas, dándole mayor legitimidad a estudios de opinión pública o encuestas sobre su desempeño, comúnmente realizados o contratados por supuestas organizaciones no gubernamentales independientes, entre otras: “Transparencia Internacional”, “Fundación Conrad Adenawer” “Humans Right Watch” y “Reporteros sin Fronteras”.
Ello es así a pesar de que es público y notorio a nivel internacional, y también a nivel de las que operan en nuestro país, que éstas supuestas Ong´s no sólo son un “sutil” mecanismo de injerencia en los asuntos internos de los países, sino que además reciben ingentes fondos de EE.UU. y de Alemania, como ha quedado evidenciado una vez desclasificados documentos al respecto.
Ello indica, pues, que ambas naciones -a la cabeza del Grupo de los 7 –Ahora se sabe: grupo Bildelberg de por medio-, están comprometidas en una estrategia de dominación y control sociopolítico global de largo aliento para de ese modo garantizarse tanto la conservación de sus mercados en América Latina, África y Asía; las fuentes de energía fósil; y también, como en el caso latinoamericano, la posesión de la Amazonía, conocido como es su potencial hídrico, en minerales estratégicos y ecológicos.
Es por ello que se han planteado como primordial detener lo que no parece ser sino el despertar de la conciencia de millones de electores configurados en poderosos movimientos sociales, de que el ejercicio de la soberanía política, económica y sobre sus recursos naturales a través del voto, si puede servir para procurarse gobiernos con gran contenido de justicia e inclusión social e independencia nacional
Sin lugar a dudas pero…
Serían, pues, Venezuela, Bolivia Ecuador, paraguay, Uruguay, Nicaragua y Argentina, en este sentido, los países que hoy enfrentan la embestida, en primer lugar mediática, aunque no menos efectiva que la militar, particularmente de EE.UU., por haberse atrevido a romper con la que ya resulta su odiosa hegemonía neocolonial en todos los órdenes: económico, político, cultural; de democracias representativas tuteladas y ejercicio restringido de la soberanía política, convalidado todo por élites locales antinacionales; y para lo cual, y es aquí uno de los aspectos a destacar en este análisis, que llegasen a tener bajo su control el sistema electoral nacional. De allí que una de sus órdenes es: “maten al mensajero” electoral s lo que les trae es mala noticias para sus fines de dominación.
Estrategia que en el caso de elecciones parlamentarias, encontrará de parte de esa derecha pro imperialista, como lo estamos viendo actualmente en nuestro país, el mayor esfuerzo mediático y de propaganda para sembrar y dejar flotando en el ambiente, dudas sobre la veracidad sobre la transparencia de los resultados electorales, que lleve incluso al CNE a situaciones complejas, y ante esta posibilidad hay que estar muy atentos a partir de ahora; una de éstas: tener que repetir elecciones en una determinada circunscripción, con lo que ello pudiese implicar para el desconocimiento de la volunta popular.
Las encuestas parecen no dejar lugar a dudas de cuáles serán los resultados electorales del próximo 26 de septiembre, y por ello muy lejanas la posibilidad de que los enemigos de la institucionalidad democrática venezolana logren lo que lograron sus partners hondureños: destituir al presidente Manuel Zelaya. Pero un descuido de quienes defienden esta institucionalidad puede, bien por la vía mencionada arriba o por otra que la oposición de derecha mantenga oculta, permitiría a sus oponentes descomponer la mayoría calificada que han ostentado desde las elecciones parlamentarias del 2005 -cuando su estrategia fue retirarse de aquellas- y frenar así los cambios que en todos los órdenes sigue reclamando una sociedad que como la venezolana quiere salir definitivamente de la larga noche puntofijista en paz y verdadera democracia.
* Integrante de la coordinación nacional del Movimiento Social de medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC)