Como se sabe, vivimos tiempos revolucionaros caracterizados desde el
punto de vista ideológico por la búsqueda del Socialismo del Siglo
XXI, definición acuñada por el Presidente Chávez para diseñar un
Estado donde el interés social tenga prioridad frente al modelo
capitalista basado en los esquemas del consumismo y el lucro
desaforado.
Esta búsqueda no puede dejar por fuera a nuestra Fuerza Armada
Bolivariana, cuyos componentes se están adaptando al nuevo sistema, no
solo como espectadores, sino como participantes a tiempo completo. A
fin de cuentas la revolución es pacífica, pero dotada de las armas
para echarle un parao a quien pretenda desconocer nuestra soberanía e
instituciones fundamentales.
La palabra socialismo asusta a más de uno pues en Venezuela siempre
la han dosificado añadiéndole algún suavizante al estilo de la
social-democracia adeca o el social-cristianismo copeyano. Algunos
consideran de plano que el socialismo de Chávez equivale a comunismo,
sin tomar en cuenta que el Presidente venezolano se define como
católico respetuoso de la religión y de sus manifestaciones más
autóctonas, además de bolivariano.
Es en ese contexto que por primera vez se produce la visita a nuestra
Isla del ministro del Poder Popular para la Defensa, de pura cepa
margariteña, como lo indican los apellidos del general en jefe Carlos
José Mata Figueroa, quien, según nota de prensa, llega acompañado del
Alto Mando militar, aparte de los almirantes de la Armada, que tienen
a la Virgen del Valle como Patrona de su componente, pues no en balde
es la Virgen de los pescadores y los marineros, además de reinar en
Margarita y el Oriente venezolano.
Si bien es cierto que en los eventos militares se ha hecho rutinario
el lema de “Patria socialista o muerte” con el respectivo
“¡Venceremos!”, no lo es menos que conservan las tradiciones que
vinculan a la FAB con eventos religiosos que forman parte del
sentimiento profundo del pueblo venezolano.
Lamentablemente estas circunstancias no las aprecia el cardenal Urosa
Sabino cuyas actitudes políticas entorpecen su obligación de
comportarse como un sacerdote ecuánime.
augusther@cantv.net