¡De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!

Vladimir, se ha imaginado siempre que el socialismo es asunto de soplar, hacer botellas y voluntarismo. Piensa, no muy distante de aquellos que con bandera roja se iban a las guerrillas porque la vaina estribaba en “echarle bolas al asunto”.

 De estos últimos, muchos volvieron frustrados y hasta convencidos que así no era la cosa y menos para ellos.

 En gran medida se guiaban por unos mensajes mal trasmitidos o recibidos, leídos con apuro o productos del inmediatismo y foquismo.

 Marx, en la “Crítica al Programa de Gotha”, sentenció que la superación del derecho burgués, permitiría a la sociedad “escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”.

 Esta fórmula que el Socialismo Científico postuló, muchos convirtieron en arma de combate. La exhibían como muestra del carácter democrático de la sociedad nueva, aquélla que habrían de construir cuando “asaltasen el cielo”. Lo que no sería malo, si se tuviese en cuenta que los caballos siempre deben ir delante de las carretas.

 Vladimir, que desde unos cuantos años atrás ha estado metido en cuantas luchas se han planteado contra la opresión, por la democracia y el socialismo, es de los que ofrece ahora aquella sentencia de Marx, a quienes le acompañan, de bandera para orientar combates y de aplicación inmediata.

 Otros, con mayor oportunidad, pues hacen uso de prensa de gran circulación y demás medios, se empalagan pidiendo que las empresas que el Estado venezolano nacionalice o socialice, según sea el gusto o preferencia, la apliquen en lo inmediato. Pues según sus pareceres, ese es per sécola seculorum la forzosa fórmula del parto socialista. Hay hasta intentos concretos que no caminan porque, según sus propulsores, la realidad es defectuosa y no se moldea a sus deseos. Se inventan una igualdad distinta a la realidad y a lo “totalizado dialécticamente”, como dijese Sartre, y lo enunciado por Marx.

 Lo que en verdad no es más que un pretender comerse los cambures cuando apenas hemos sembrado el pie. Porque no es exactamente eso lo que el brillante alemán escribió.

 Contrario a lo que alguien premonitorio, muy tenido en cuenta dentro del proceso, Marx dice sin equívoco:

 “De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede”.

 Para decirlo de otra manera - a mi modo - el futuro se construye sobre la base del presente conservando lo bueno, mejor pero no pudiendo evitar arrastrar ciertas rémoras.

 Conste que el maestro, habló en el texto citado, de una sociedad comunista “que acaba de salir”; la nuestra, la venezolana, está sumergida en vientre capitalista y no sabemos exactamente si los dolores son de parto. 

 El capitalismo, hasta ahora, no hay prueba en contrario, ha antecedido al socialismo. En el desarrollo de la sociedad humana, surge de aquel como resultado de la lucha de clases.

 Cuando el socialismo se inicia, trae consigo, valores de la sociedad que está reemplazando y que forman un despreciable lastre que se pueda lanzar por la borda fácilmente.

 El propio Marx, advierte que el derecho igual que defiende, es un derecho desigual entre los hombres, por la desigualdad derivada de la vieja sociedad.

 “No reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo no es más que un trabajador como los demás; pero reconoce tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes individuales”.

 Advierte que “estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de largo y doloroso alumbramiento”.

 De modo que lo de “¡Cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!, se corresponde a la: “Fase superior de la sociedad comunista”, desparecidos la división del trabajo, contraste entre trabajo manual e intelectual, con el desarrollo de los “individuos en todos sus aspectos”, crecimiento de fuerzas productivas y “corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza”. 

 Esas desigualdades heredadas seguirán impulsando el proceso de cambio en una sociedad socialista. Ignorarlas produce conformismo, frustración y en nada contribuye a las metas que el hombre debe alcanzar.

  Es decir, el hombre nuevo colectivo no es una invención, decreto de un teórico o Mesías, tampoco un deseo generoso y divino, sino será resultado del proceso descrito por Marx.

  *NOTA: Todas las citas son de “Glosas marginales al programa del partido alemán”. Inserto en la “Crítica al Programa de Gotha”.   

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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