Piedra de Tinajero, Alí

Yo no sé si alguna vez lloraste, compañero. Creo que sí, porque como tú mismo señalaste, viajabas constantemente entre la rabia y la ternura. Y por las dos se llora.

Tendré que preguntarle a Sol, y a Montecano y Lilia, y a Adelis, a Emiro, a Héctor, a Franquis, y tendré que preguntarle a los caminos que tantas veces recorriste, Ali, unas veces  acompañado por la multitud descalza y huérfana de tierra, llena de amor por ti y por lo que tu canto nos decía. Otras veces caminando solo como Florentino cuando iba al encuentro del diablo. En ambos senderos se llora porque nada hay más desolador que una soledad multitudinaria. Y esa también la viviste, compañero.
 
Me pregunto lo de tu llanto porque si estuvieras de cuerpo presente por acá en estos años, en estos meses, en estos días seguramente hubieras sido el primero en llorar con la guitarra en alto.

Hoy cumples años, compañero. Nosotros, los emocionales hijos de tu tierra, que cantamos, bailamos, peleamos, sufrimos y amamos, no hemos dejado de enarbolar tu bandera limpia, Alí, tu rabia y tu ternura.

Dicen que los cumpleaños son para la alegría. Sólo tus familiares saben cómo asumías cada 31 de octubre cuando niño, cuando joven. Siempre a las madres nos gusta agasajar la vida al recordar el parto feliz, pero no siempre se puede agasajar con tortas y festines porque la vida marca el paso a la alegría. Imagino que a Carmen Adela eso le pasó muchas veces.

Hay cumpleaños que marcan, querido Alí, y te cuento uno de estos días.
El pasado 26, hace escasos 5 días cumplió años el compañero Evo Morales, sí, ese indomable boliviano vestido con la inmensa sencillez que le dio como ropaje la Madre Tierra y al que seguramente hubieras dedicado un canto de tu alma al conocer su lucha. Evo confesó ese día que nunca pudo festejar el cumpleaños de sus padres porque sus viejos no supieron cuándo habían nacido, de tanta ignominia y desplazamiento, indefensión y anonimato  al que era sometida la población indígena de su tierra (y de todas). Y dijo más, porque confesó que la primera vez que a él le festejaron por cumplir años fue a sus 20 porque los cocaleros se enteraron y le dieron la sorpresa, pero sin torta. Y que la primera vez que él, Evo,  picó una torta fue a sus 29 años porque se la obsequiaron unos obreros de Francia, precisamente. De Francia, Alí, donde hoy luchan…

También hay llantos que marcan, compañero. No hemos terminado de digerir la significación que tienen 33 hombres emergiendo desde el fondo de la tierra en un Chile que en estos tiempos tiembla muchas veces por muchas causas. Allí fue como la vida misma: el llanto primero para luego aplaudir  y posteriormente analizar el viceversa.  Ahora lloramos viendo cómo lloran los hombres y mujeres del pueblo argentino. Creo que te hubieras quebrado un poco Alí viendo ese llanto de varones que, vendidos mediáticamente como altivos y arrogantes, no son mas que un amasijo de sentimientos, como nosotros siempre. A ese proceso que en medio de convulsiones permitió al pueblo de la argenta asimilar su esencia de este lado del sur, también hubieras cantado. Hubieras llorado a mares si hubieras estado acá cuando la tierra y la injusticia le pegaron a nuestra más vieja hermana, Haití. Eso te habría dolido militantemente y tus pasos te habrían conducido, no lo dudo, a sus gritos recurrentes.

Sabemos que habrías cantado a los ecuatorianos, a la insurgencia guaraní, y hubieras compuesto la segunda parte de ‘la guerra del petróleo’ y se te hubieran indignado las notas al ver en tiempo real ‘El color Púrpura’ un poco más lejos, hacia el norte…

Cuánta argumentación para extrañar tu canto, Alí. Por eso, en medio de esas sensaciones, te evocamos como faro indiscutible del camino que seguimos.

Poco a poco, con mucho esfuerzo y sobre todo desde abajo, vamos limpiándonos de sumisión, de alienación, de ese oportunismo aprendido. Cada vez más tenemos mejor puntería para mirar hacia los rostros que nos engañan y tratan de ocultarlo. Cada vez leemos mejor las noticias. Poco a poco aprendemos a filtrar, convertidos en piedra de tinajero para no dejar pasar la basura escondida en la transparencia.

Nos hemos vuelto respondones, Alí. Más respondones. Tenemos como Biblia tus canciones, y como proverbios tus decires. Nos hemos vuelto inmunes a ciertas armas y pesares. No abandonamos el canto ni siquiera para llorar.

Dejaste de ser el solitario Bolivariano de aquellas horas amargas y sabemos que eso te alegra. Tu canto no se perdió. Tu canto, tu enseña, tu guía. Tú.

Poco a poco retornamos al camino de nuestra genuina pertenencia. No es fácil, porque nos encandilaron mucho y nos hicieron ver como propio el interés de los otros, pero ahí vamos, con nuestros galerones y parrandas, con nuestras gaitas y sangueos, con nuestra salsa, y también con lo académico musical tan dignamente representado en, por ejemplo, Diego Silva ( de lo otro no te hablo, para que no te arreches hoy).

Ahí vamos Alí, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa. Y vamos bien, porque vamos contigo, compañero.  Como dicen los Yoruba: Cuando la conciencia está limpia el espejo no se empaña. Y limpiamente  tú nunca nos fallaste.

Yo no sé si alguna vez lloraste, compañero pero te puedo decir en este nuevo cumpleaños tuyo que en estos días más latinoamericanas no pudieron ser las lágrimas. Para enjugarlas tomamos tu mensaje.
Te queremos siempre, indeclinablemente, siempre.


“Si el cantante no es militante de la misma lucha a la cual canta,
se convierte en simplemente un comediante de su propio espíritu.
Los pueblos que cantan estas canciones, son los mismos
que por siglos se mantuvieron callados. Si cae la mordaza es más fácil romper las cadenas”.

“Basta ya de intentar conocer al pueblo como a una anécdota más. Como quien llena un requisito previo para entrar a las tertulias de la "izquierda divina"  facilota ella, a lo piano-bar, ella”.

“Soy feliz al saberme de todos y también mi propio dueño”

“Me es sospechoso el primero que dijo:’el himno no se aplaude’ "
      
“Siento más aprecio por el enemigo ideológicamente justificado que por
el hipócrita que se dice mi amigo”

 “No creo en el revolucionario que busca solo su propia redención
como tal”.

 “El árbol cuando florece siempre descubre su sitio y enseña su nombre”.


Lil Rodríguez

lilrodriguez@cantv.net



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Lil Rodríguez

Periodista. Defensora de los valores culturales venezolanos y latinoamericanos.

 lilrodriguez@cantv.net      @lildelvalle

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