El pasado 26 de Diciembre ocurrió en Indonesia un gran terremoto con tsunamis, de 8.9º de magnitud, con una duración de más de dos minutos. Este sismo con tsunami parece ser uno de los mas grandes ocurridos en los últimos cuarenta años, desde el gran terremoto de Chile en 1960 de 9,5º de magnitud. El epicentro del terremoto de hoy estuvo ubicado al Norte de la isla de Sumatra 1.605 kilómetros de Yakarta y con 10 kilómetros de profundidad focal. El tsunamis que produjo el movimiento telúrico afectó al menos siete países del sureste asiático con olas gigantes de más de 15 metros de altura en alta mar, y más de 35 metros al llegar a las costas. El número de víctimas todavía no se conoce, pero inicialmente algunas agencias noticiosas mencionan que podrían superar los 10,000 muertos y desaparecidos. Todos los países afectados pidieron la ayuda internacional especialmente Sri Lanka.
En Venezuela no hemos sido afectados por tsunamis destructivos como los que ocurren en el Océano Pacífico. Lo que si hemos experimentado los venezolanos son grandes olas de 7 metros de altura, producidas por las marejadas. A diferencia de los tsunamis, las marejadas se producen por la acción del viento sobre la superficie del agua y sus olas tienen una ritmicidad de 20 segundos aproximadamente y como máximo suelen propagarse unos 150 metros tierra adentro, como observamos en los temporales o huracanes que recientemente afectaron las costas Norte de Venezuela. La propagación de las olas producidas por las marejadas es limitada por la distancia, de modo que va perdiendo intensidad al alejarnos del lugar donde el viento la está generando. No así ocurre con los tsunamis, donde sus efectos pueden llegar a varios kilómetros tierra adentro, sobretodo si son tierras bajas.
La palabra TSUNAMI proviene del japonés TSU: puerto o bahía, NAMI: ola, o sea es una ola o serie de olas que se producen en una masa de agua al ser empujada violentamente por una fuerza que la desplaza verticalmente. Cuando de produce un terremoto en el lecho marino ocurre un hundimiento que genera ondas de agua que viajan miles de kilómetros destruyendo las zonas bajas de las costas a donde ellas llegan. Pero también los tsunamis pueden ser producidos por volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e incluso explosiones de gran magnitud. Las avalanchas, erupciones volcánicas y explosiones submarinas pueden ocasionar tsunamis que suelen disiparse rápidamente, sin alcanzar a provocar daños en sus márgenes continentales. Respecto de los meteoritos, no hay antecedentes confiables acerca de su ocurrencia, pero la onda expansiva que provocarían al entrar al océano o el impacto en el fondo marino en caso de caer en zona de baja profundidad, son factores bastante sustentables como para pensar en ellos como eventual causa de tsunami, especialmente si se trata de un meteorito de gran tamaño.
Para que un terremoto origine un tsunami el fondo marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal. Cuando esta inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas. El tamaño del tsunami estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino. No todos los terremotos generan tsunamis, sino sólo aquellos de magnitud considerable cuyo foco ocurren bajo el lecho marino. Dados los inmensos daños producidos por los tsunamis, existen sistemas de alerta temprana para realizar desalojos y evacuaciones de las zonas donde llegarán las olas destructivas. Las grandes olas pueden tardar horas desde el momento que se generan. Parece que los sistemas de alerta temprana de tsunamis no funcionaron en esta ocasión.
El brusco movimiento del agua desde la profundidad genera un efecto de “latigazo” hacia la superficie que es capaz de lograr olas de gran tamaño a veces impensables. Los análisis matemáticos indican que la velocidad es igual a la raíz cuadrada del producto entre la fuerza de gravedad (9,8 m/seg2) y la profundidad. Para tener una idea tomemos la profundidad promedio del Océano Pacífico, que es de 4.000 metros. Eso nos daría una ola que podría moverse a una velocidad de 200 metros/seg, o sea a 700 km/hora. Como las olas pierden su fuerza en relación inversa a su tamaño, puede viajar a miles de kilómetros sin perder mucha fuerza. Sólo cuando llegan a la costa comienzan a perder velocidad, al disminuir la profundidad del océano. La altura de las olas, sin embargo, puede incrementarse hasta superar los 35 metros (lo normal es una altura de 5 a 7 m). Los lectores podrán imaginarse el efecto de olas de 35 a 40 metros llegando a las playas.
Las fallas presentes en las costas del Océano Pacífico donde las placas tectónicas se introducen bruscamente bajo la placa continental provoca un fenómeno llamado “subducción”, lo que genera tsunamis con frecuencia. Derrumbes y erupciones volcánicas submarinas pueden provocar fenómenos similares. La energía de los tsunamis se mantiene más o menos constante durante su desplazamiento, de modo que al llegar a zonas de menor profundidad, por haber menos agua que desplazar, la velocidad se incrementa de manera formidable. Un tsunami que en mar adentro se siente como una ola grande, puede al llegar a la costa destruir hasta kilómetros tierra adentro. Las turbulencias que produce en el fondo del mar puede arrastrar rocas y arena que provoca daños erosivos en las playas que llegan a alterar la geografía costanera, amén de destruir edificaciones e instalaciones ubicadas en las cercanías.
Si bien cualquier océano puede experimentar un tsunami, es más frecuente que ocurran en el Océano Pacífico, cuyas márgenes son más comúnmente asiento de terremotos de magnitudes considerables especialmente las costas de Chile y Perú y Japón. Además el tipo de falla que ocurre entre las placas de Nazca y Suramerica, llamadas fallas de subducción, esto es que una placa se va deslizando bajo la otra, hacen más propicia la deformidad del fondo marino y por ende pueden ocasionar los tsunamis. No obstante se han reportado tsunamis devastadores en los Océanos Atlánticos e Índico, así como el Mar Mediterráneo.
Para finalizar vamos a mencionar varios tsunamis ocurridos en la historia. Un gran tsunami acompañó los terremotos de Lisboa en 1755, el del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918, y el tsunami de Grand Banks de Canadá en 1929. Los mas recientes tsunamis ocasionados por terremotos y que han sido mas devastadores ocurrieron en 1929 el de Grand Banks, Canada; en 1946 en las Islas Aleutianas, Alaska; en 1952 en la Península de Kamchatka, Russia; el año 1960 en Chile; en 1964 en Prince Williams Sound, Alaska; en 1975 en las islas de Hawaii. Mas recientemente en Nicaragua el 1ro de septiembre de 1992, un terremoto con una magnitud de 7.0 generó un tsunami con olas entre más de 20 metros de altura, que golpeó a 26 pueblos a lo largo de 250 km de la costa del Pacífico de Nicaragua. Más de 40,000 personas fueron afectadas por la pérdida de sus casas y trabajos. Las olas dejaron 116 muertos, 63 desaparecidos y 489 heridos. También en 1992 en Indonesia, el 12 de Diciembre ocurrió un sismo de 7.8º de magnitud en la Isla de Las Flores de la región de Indonesia, ubicada a 1,800 km al Este de Jakarta . El número de muertos superó los 2000 como resultado del terremoto combinado con los efectos del tsunami. En 1993 ocurrieron tsunamis en Japón, con un terremoto de magnitud 7.8º; ocurrió fuera de la costa oriental de Hokkaido y el pequeño costanero la isla de Okushiri en el Mar de Japón. También en Japón en 1994 en Shikotan, Islas de Kuril un terremoto de magnitud 8.1º ocurrió en el Kurils del sur y en Hokkaido. En 1998 ocurrió el tsunami de Nueva Guinea con un terremoto de magnitud 7.1º, matando 2,182 personas por lo menos, dañando 1,000, y cambiando de sitio más de 10,000 personas. El gran Terremoto de Chile del 22 de mayo de 1960 de magnitud 9.5º fue el terremoto más grande de la época actual, ocasionó más de 5,000 muertos.
(*): Ingeniero Civil, M.Sc. CIV No. 8511 – email: jairolarottas@cantv.net
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