Tanto aquí como en el país vecino, después de las muy serias investigaciones del Ministro Chacón, todo mundo tiene por verdad incuestionable que el militante revolucionario Rodrigo Granda Escobar, fue plagiado en Caracas, por un comando de policías mercenarios colombianos, conjuntamente con policías corruptos venezolanos, que recibieron una gruesa suma de dinero de los 2 millones de dólares gastados en este crimen por el fascista de Uribe Vélez, a través de su Secretario Privado, el señor Bernardo Moreno Villegas, quien maneja como plata de bolsillo –seguramente con cuentas en el Banco Riggs- los presupuestos de la Red de Informantes, que se utiliza para secuestros, asesinatos y torturas de opositores políticos, tal como ocurrió en Chile durante la nefasta dictadura de Pinochet, hoy con una medida de aseguramiento efectiva según mandamiento de la Corte Suprema de Justicia, después de años de impunidad y complicidad de muchos factores de la sociedad chilena.
Uribe como Pinochet, es un criminal secuestrador al que seguramente en su momento le caerá todo el peso de la justicia.
Solo Uribe Vélez, Castro el general mentiroso y sobornador –según lo cuenta Granda, después de escucharle ofertas durante tres horas para que delatara a Raúl Reyes-, Osorio el Fiscal fraudulento, Uribe el Ministro paraco y el escuálido embajador en Bogota, siguen sosteniendo que fue capturado en Cúcuta. Es la prueba de su autoría intelectual en este aberrante evento que tendrá que esclarecer a profundidad el Fiscal Isaías Rodríguez.
En el debate publico suscitado por este plagio, ha salido a relucir el tema de la doble nacionalidad de Granda Escobar. Miguel González, el reputado jurista colombiano que lidera su defensa en Bogota, para alcanzar su pronta libertad y regreso a su hogar acá en las tierras libres de Bolívar, ha dicho que su cliente lleva viviendo mas de diez años en nuestro país y que tiene nacionalidad bolivariana, en consecuencia el Estado y todas sus instituciones están en la obligación de proteger sus derechos. Es lo que acaba de hacer la Asamblea Legislativa, al conformar una Comisión para que investigue este siniestro episodio, en el que se ha vulnerado descaradamente nuestra soberanía nacional.
Algunos altos funcionarios como el Viceministro del Interior, Alcides Rondón, dijo que esa cédula de Granda -obviamente su nacionalidad- es falsa, por lo que su ciudadanía venezolana queda descartada.
Rondón desmintió al jurista Miguel González, afirmando que la cédula venezolana No. 22'118.142 corresponde a un ciudadano de ese país llamado Johny Palma Ramírez de la ciudad de Barinas.
Posición que me parece bastante precipitada porque se debe esperar a que la Fiscalia y un juez determinen con exactitud la irregularidad que se presume.
Mas precipitada me parece a sabiendas de lo que ocurre en el mundo contemporáneo con los procesos de globalización, cuando se han intensificado las corrientes migratorias por distintas circunstancias.
Pongo el caso de los estados que recurren con mucha frecuencia, como en el vecino, a traslados de personas con sus familias a otros países, con cambio de identidad, cirugías plásticas, apertura de cuentas y enganches laborales, como medidas de complicidad por su colaboración con los servicios de espionaje y las redes de informantes. En Colombia eso es pan de todos los días. Diariamente están saliendo hacia Centroamérica, Europa y Usa, cientos de individuos, que son trasladados con dineros del gobierno fascista, para protegerlos de retaliaciones, después de haber delatado a quienes despliegan actos de oposición política contra la dictadura que allí impera.
Ricardo Granda salió de Colombia debido a la represión política de que fue victima, al igual que su familia, por parte de varios gobiernos reaccionarios. Se vino a nuestro país y aquí consiguió un cedula, como muchos colombianos, según dice el Ministro Chacon. Algo que me parece apenas normal, para proteger mínimos derechos. No entiendo porque esto es condenable y si se considera legitimo y correcto que el Estado Colombiano lo haga con los soplones que diariamente están señalando a quienes no comparten las políticas oficiales y son victimas de la mas violenta represión. Eso en plata blanca se llama Ley del Embudo.
Puede ser que la cédula de Granda no este hecha como “Dios manda”. Pero ese es un asunto que deben resolver las autoridades electorales, no propiamente dejando que lo secuestren o negándole los derechos que nuestra Constitución concede a todos quienes viven bajo su jurisdicción. Como tendrán que resolverlo en muchos casos, según dice el Ministro Chacón, porque en la frontera se venden cedulas en condiciones muy irregulares. Para eso se creo la Misión Identidad.
Para que el problema de la ciudadanía de muchos compatriotas e incluyo colombianos, a los que se le negó su reconocimiento por largos años y por razones politiqueras, se resuelva de manera integral. Lo que no es justo es hacerse los desentendidos en épocas electorales para utilizar esta masa en las votaciones y después olvidar el asunto, remitiéndolo a instancias judiciales y policiales.
Rodrigo Granda, como ciudadano venezolano, voto en el referendo apoyando el Presidente Chávez y en las elecciones regionales acompañando los candidatos bolivarianos, como corresponde a sus convicciones revolucionarias. Lo que no es correcto es que en ese momento si existiese para el Estado y ahora no, porque su cedula es de un señor de Barinas, al decir de Alcides. Eso, de nuevo, en plata blanca, se llama lavarse las manos. Algo que no ocurre en los ámbitos de la ética revolucionaria.
Addenda: Como el escuálido que está de Embajador en Bogota – ¡cómo hace de falta Chaderton! -, pisoteando nuestra Constitución con su grotesco comportamiento, insiste en su solidaridad con el secuestro de Granda que vulnera nuestra soberanía, como si se tratara de un funcionario del régimen fascista de Uribe Vélez y no el delegado de la revolución bolivariana, procede preguntarle a nuestro Canciller si es de esa manera que se defiende nuestra integridad como Estado soberano. Por lo menos cuando hemos sido victimas de las agresiones del gobierno imperialista del señor Bush, la reacción de nuestra Cancillera y nuestros representantes en Washington ha sido clara y contundente en el rechazo a la descarada intromisión. Es lo que no sabe hacer Santiago Rodolfo porque el tiempo solo le alcanza para "jalarle bolas" al paraco de Uribe Velez.
Maracaibo, 7 de enero de 2005.