En el Centro San Ignacio Jenny escuchó la voz de su amiga Keyla Vollmer y rápidamente se soltó de los brazos de Ramón Pérez. Se acercó a su amiga y la saludó y se despidió de ella y volvió al lugar donde Ramón la esperaba. Ramón caminó con ella hacia un rincón del pasillo donde nadie los veía y, nuevamente le dio un beso. En ese momento repicó el celular de Jenny. Ella se soltó de los brazos de Ramón y buscó en su cartera Luis Vuiton el celular. Vio que era su marido. “Hola, papi”. “Qué tal, ¿cómo estás sin mí?, Jenny”. “Mal, papi. Extrañándote”. “Y qué te pasa que estás jadeando, ¿tienes asma? “No, papi, es que estoy pensando en ti”. “Okey, mami, mañana nos vemos, y mañana no te salvas”. “Okey, papi”.
Lejos de allí, Kathy Mendoza se estremecía de placer en los brazos de Gregorio Salazar. Había llegado puntual al Parque del Este y Gregorio la sorprendió cuando estacionaba. Se metió en el Porsche y allí estaban entregados a una pasión desenfrenada. “Gregorio, quiero verte más a menudo”. “Cuando quieras me llamas”. “Abandona el chavismo y dedícame más tiempo”.
En la quinta Prohibido Olvidar, Jean Brillembourg seguía por el canal ocho y por su canal Globovisión, todo lo que estaba pasando en el Sur del Lago. El gobierno chavista había decidido expropiar 47 fundos y ponerlos al servicio de la nación. En uno de esos fundos estaba el señor Chucho Melean que decía que no salía de su finca. “Vamos Melean, defiende tu vaina con valentía. Pórtate como un macho, Melean. Tú nos estás representando. Que estos comunistas no te quiten tu vaina”, así decía Jean Brillembourg mientras veía los sucesos por Globovisión. Mientras tomaba coñac, con el control remoto iba al canal ocho y luego volvía a Globovisión.
Jean Brillembourg se detuvo en el canal ocho por un tiempo y vio que el vicepresidente Elías Jaua y el ministro Loyo estaban sentados en la cocina de Chucho Melean. “Que no te jodan, Melean. No te dejes engañar por esos comunistas”. Gritaba Jean frente al televisor. Y entonces escuchó las declaraciones de Melean. “Yo estoy dispuesto a negociar”. “Nos jodimos”. Dijo Jean.
En ese momento sonó el timbre y Jean se acercó a abrir la puerta y, sorpresa, se encontró de frente con el cuerpo más deseado por él.