En la
unidad de todas las fuerzas que apoyan el proceso revolucionario,
necesario es reafirmar el compromiso con los intereses del pueblo, abriendo
y organizando todos los espacios de participación para la ejecución
del combate.
Por ello convirtámonos todos en vanguardia impulsores y defensores del proceso. Vanguardia es aquel que incluye, no el que excluye, es el que une, no el que desune, es el que aglutina; el que convence con sus ideas y su práctica, es el que marcha sin miedo y sin vacilación al frente de la causa que cree y defiende.
El militante y activista de hoy no es el Juanbimba de la cuarta república, su condición de elector es mucho más madura y conciente, desde luego entiende que las ambiciones políticas personales, la búsqueda de los cargos públicos como botín, la vanidad, la arrogancia y la persecución del poder como inclinación perversa, son ajenos a todo principio y ética revolucionaria. De esto no podemos dudar, nuestra militancia sabe perfectamente donde están las desviaciones pequeñas burguesas de los “cuadros de la revolución”
Con esa máxima por delante y la humildad combatiente, trabajemos duro y sin descanso por la victoria de las elecciones presidenciales, y después del triunfo y la victoria irreversible, es que urge seguir atendiendo sin reparos, las peticiones y orientaciones del soberano, “ el que esté perdido pregúntele al pueblo” oír la máxima voz que no es otra cosa que el que surge del gran consenso nacional de todos los oprimidos que hoy se emancipan y encuentra su expresión libertaria en la confianza depositada en sus vocerias y no representaciones, designados en los micro territorios, las localidades y regiones.
Fundamentalmente en esta gran batalla la disciplina revolucionaria juega el más importante papel; si no se deponen las posiciones personales o grupales, si nos infectamos de sectarismo, la coordinación de la batalla será más complicada y por ende la gobernabilidad que se desprende del reconocimiento del otro como sujeto histórico de este proceso, pudiera llevar a un aumento de los esfuerzos previstos para tal escenario.
Así mismo
digo que la oposición prepara desde hace bastante rato sus diferentes
terrenos de combate nacionales e internacionales, “pacíficos” y
violentos; pero estoy plenamente convencido que si se les ocurriera
un zarpazo como el del 11 de Abril de 2002, en esta coyuntura electoral,
este pueblo saldría como el 13-A, a combatir en todos los escenarios,
para garantizar el triunfo de nuestro candidato comandante de esta
revolución Bolivariana y por consiguiente el de la esperanza
del pueblo.
Hoy más que nunca la defensa de nuestra soberanía y nuestras esperanzas están puestas en el desarrollo y profundización del proceso revolucionario bolivariano, en aumentar aún más los existentes lazos de hermandad y organización que nos identifican como pueblo soberano e indeclinable.
Digámoslo más claro, hay una inmensa exigencia de esta revolución, a construir aceleradamente instancias organizativas; desde las más embrionarias e imperceptibles formas, hasta aquellas que son impulso visible de la revolución. Pero la organización no puede ser pensada con fríos cálculos para acceder a cuotas de poder a partir de diferentes instancias organizativas: cooperativas, sindicatos, asociaciones de vecinos, cargos de alta gerencia institucional etc. Organizarse hoy demanda reconocer las potencialidades que cada uno tiene para proponer y desarrolla cualquier tarea que le demande la lucha por garantizar la continuidad del proceso revolucionario.
Creemos que la acelerada marcha de la revolución lo demanda, lo exige el país entero. Es también el momento de contribuir a formar la conciencia colectiva, trabajar duro para que se materialice la verdadera democracia directa, la de participación protagónica, la de conducir el proceso juntos, la de asumir conciente y organizadamente su defensa en cualquiera de los espacios donde nos encontremos; en fin la de hacer cumplir la contraloría social, los sueños de la mayoría, no los que están en la imaginación, si no los que están en el proyecto de sociedad que nos hemos dado a través de nuestra Constitución, el Proyecto Nacional Simón Bolívar y las leyes que ha parido la Asamblea Nacional
Creo finalmente
en estas reflexiones que no es el momento de descuidarnos, ni de confiarnos
respirando aires de triunfalismo; es el momento de permanecer alertas
ante los enemigos; los de afuera y los de adentro. Es el momento de
prepararnos sin escatimar esfuerzos en todos los terrenos; porque de
lo contrario pueblo que no se organiza y se duerme lo jode el imperialismo,
ya vivimos esa experiencia.
baredu25@hotmail.com