Es cierto
que el poder y los privilegios del Estado burgués pueden llegar a contaminar
a los revolucionarios, más, no es menos cierto que la democracia revolucionaria
de los trabajadores sanea y detiene el proceso de enajenación del cuadro.
Por alcanzar
los espacios de poder del Estado, la bajeza de algunos sale a relucir.
Asemeja a un show circense de enanos. Y es entonces, en el preciso momento
cuando baja el telón, sale inmediatamente un enano en acción queriendo
robarse el show para agradar al dueño del circo. Hacer el ridículo
es su especialidad.
El pueblo sabe reconocerlos.
Aunque las payasadas de los enanos del circo lo hacen reír, en cuanto
se trata de una abstracción imaginaria, un espectáculo, no les agrada
cuando se convierten en realidad. “Jalabola” es un término
nacido de la sabiduría popular –un venezolanismo- que mejor describe al ruin oportunista que
desguasa su moral y ética traicionando al colectivo para simpatizar
al Jefe con vulgar servilismo disfrazado de lealtad personal. Es la
figura del “capataz moderno” quien, en lugar de utilizar el látigo,
se sirve de la cizaña y la traición contra sus compañeros de trabajo
para hacer su patético show. Es también la expresión del lumpen
proletario que tanto acusaba Carlos Marx para advertir al proletariado.
El jalabolismo es la enfermedad, la ética natural de la pequeña burguesía
oportunista; es la conducta inmoral y desclasada de algunos trabajadores.
Un mal que encuentra espacio entre los más débiles al frente
de importantes puestos dentro de la administración del Estado y los
poderes públicos.
La astucia
de estos oportunistas se inscribe en escalar espacios de poder para,
desde allí, utilizarlo en beneficio propio y sabotear el avance de
la revolución.
Muy recientemente,
a raíz de una pequeña lucha por reivindicaciones laborales encabezada
por unos pocos trabajadores, pero apoyada por la mayoría, resaltó
la asquerosa actuación de un funcionario público de jerarquía quien,
aprovechando su posición de poder, obligó a 3 trabajadores contratados
a mentir y traicionar a sus compañeros. El jalabola pretendía agradar
a su Jefe ocultando su rostro desleal bajo una mascara de firmeza y
compromiso personal para con la institución y la jerarquía. Pero,
para su mala suerte, por su propia estupidez, el resultado de su espectáculo
le procuró la antipatía de su jefe.
Sirva también esta anécdota para crear conciencia e incentivar a la organización y la lucha de la clase trabajadora contra el lumpen-proletario y la burocracia estatal. El lumpen proletario es la expresión de la vieja cultura oportunista pequeñoburguesa que los trabajadores deben derrotar. Cuando Lenin proclamo "Todo el poder para los consejos de trabajadores obreros y campesinos (los soviet)" jamás imaginó que, luego de su muerte, la burocracia estatal terminaría contraviniendo su proclama y transformarla en letra muerta. Politizar y empoderar a los trabajadores es una de las políticas de las 3R planteada por la revolución.
¡La lealtad es para con la clase trabajadora, jamás a la burocracia!
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