Un banquero decente es algo así como una prostituta virgen.
Teóricamente, la existencia del uno o la otra es posible aunque, en la práctica, alguien será despojado del dinero o del himen a las primeras de cambio.
En todo caso, aun si no se produce el despojo, la imagen de una doncella virginal refocilándose con pericia impúdica resulta más procaz que la de una bicha fané y descangallada, términos que no mastico, pero tienen tufo a burdel.
Por lo mismo, un banquero que se diga decente resulta grotesco e hipócrita, al punto que sus colegas del hampa lo verán con gran desconfianza.
La demostración de este aserto ocurrió hace pocos días cuando el presidente Chávez cruzó algunos epítetos con el presidente del Banco Provincial en Venezuela, el cual, como se sabe, es una entidad financiera cuyos negocios en España incluyen al Gobierno y a la oposición.
No bien terminó Chávez de jamaquear verbalmente al banquero hispánico, cuando la televisión mundial y las agencias noticiosas se aprestaban a manipular una ola de airadas protestas de parte de los súbditos del Rey Juan Carlos, conocido por sus gritos destemplados contra el mandatario revolucionario.
Pero, hete aquí que pasaron los primeros minutos de la publicación noticiosa en los medios de comunicación de masas ibéricos sin que se materializara alguna reacción digna de ser comentada a favor del Bbva, siglas que corresponden al mentado banco en su lugar de origen.
Por el contrario, casi de inmediato una avalancha de comentarios bien sazonados con términos iracundos apareció en las páginas de Internet, dándole gracias a Dios o a Chávez, por haber puesto en su lugar al banquero de marras.
Buena parte de los mensajes hacía votos porque a Zapatero le fluyera testosterona como para darles el mismo trato a los banqueros de su terruño.
La reacción de las transnacionales de la información consistió en sacar del juego la noticia del incidente Chávez - Banco Provincial y hacerse los locos al estilo de "aquí no ha pasado nada".
Ni siquiera los de CNN, expertos en noticias contra Chávez, le dieron cabida al incidente.
Por lo visto, la fobia contra los bancos no tiene fronteras ideológicas.
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