Hay leyendas que aún palpitan en los corazones de quienes alguna vez han llorado a su Patria.
El excombatiente guerrillero y actual presidente de la Asamblea Nacional Fernando Soto Rojas, junto a su equipo de diputados del pueblo -que como dictamen de las reglas del juego mayoritariamente integran la bancada oficial- hoy tienen en sus manos sendas herramientas como son: martillo, madera y clavos, para que sean excelentes carpinteros y así puedan darle el mantenimiento riguroso contra toda la maliciosa polilla, que en determinado momento pudiera corroer a la fina madera que adorna el hermoso Salón de Sesiones y demás recintos del soberano aposento legislativo; pilón donde se pila el maíz de la esperanza de un pueblo sin fronteras, como lo es la República Bolivariana de Venezuela.
El camarada diputado Soto Rojas, hombre con sudor y almizcle de pueblo decente, producto del rigor bajo la intemperie en la que se curte de leyenda heroica la piel del guerrillero; “que sólo el viento y el agua conocen su secreto”, como el mismo Soto Rojas lo ha expresado parafraseando a un poeta.
Disculpen si peco de egocéntrico y permítaseme salir por un instante del texto, pero, es que, personas como Fernando Soto Rojas, luchador de la otrora insurrección latinoamericana me traslada a un pasado, cuando yo apenas caminaba a través de la escuelita rural de la vida.
Quizá esa circunstancia de una lejana y nostálgica vivencia, con el tiempo despertó en mí la curiosidad y la admiración por todas aquellas valientes mujeres y aguerridos hombres, que aferrados a un ideal revolucionario, al igual que Cristo el insurgente, un día marcharon por esos montes y caminos espinosos, cuesta arriba con su madero al hombro.
Y, todo por un sueño, el de romper cadenas. ¡Hoy, sanamente como les envidio!
En la esquina inerte de un tiempo, atrapados en la oscuridad, a muchos hijos de esta tierra como un alud la edad se les vino encima.
Qué efímera y mezquina en su esencia y existencia es la vida en el ser humano. No cede en sus espacios treguas ni otorga segunda ronda. El señor diputado y afortunado presidente de la Asamblea Nacional Fernando Soto Rojas es de las pocas excepciones; ojalá lleno de virtud y vigor no desperdicie ni un ápice de tan faraónica oportunidad, que le permitiría legislar y, a su vez, desarrollar la métrica de leyes sociales para su pueblo. Un pueblo que en condiciones desiguales compite con el tiempo avaro e ineludible que no le permite “el vivir viviendo”, pues, es tanto el compromiso de coexistir como sociedad libre, donde la prioridad “del buen vivir” es ya! Dice un proverbio: La vida del hombre es todo menos que el rocío de la mañana, muchos días pasados pocos en el futuro.
julio.cesar.carrillo@hotmail.com