La vida le premió su constancia dándoselo todo, pero, a su vez le quitó mucho. Y dijo Renny: “No conozco otra forma de ganarse el sustento que no sea con el trabajo honesto”. En la Venezuela de entonces que en poco o nada ha cambiado en el comportamiento idiosincrático que nos caracteriza a los venezolanos, preocupado y como un reclamo aleccionador comentaba: “Este es el país en donde se avanza con la luz roja y se frena con la verde”.
Como buen vendedor un día cernido de conciencia entendió, que seguirle el juego a un comercial de una determinada marca de cigarrillos era letal para la salud del ser humano.
Fue Renny Ottolina todo un caballero de elegante estampa. El Nro.1 de los presentadores y animadores de la televisión venezolana de ayer, cualidad natural e intuitiva -que no le privó de la firme determinación de despojarse y abandonar al divo en la placenta de una capsula de cristal, para ir en pos del más abnegado de los sueños de todo hombre decente, que aspira a diplomarse de líder de una causa social y de justicia.
Que importa si ideológicamente fue de izquierda, centro o derecha; en cualquiera de esas plataformas políticas en las que subjetivamente le queramos ubicar, sin duda fue para muchos la luz innovadora de un quijote -que sin cautela alguna pretendió asomarse por uno de esos boquetes de un tiempo y espacio, en donde reinó por un largo periodo el oprobioso servilismo, que cubrió de negra sombra y tribulación a las clases más desposeídas de esta tierra venezolana.
Tal vez en serio o en bromas en una ocasión decía: “No culminé la secundaria para que no me llamasen el bachiller Renny”. Así de grande era la fe en su yo. Así era el Nro. ¡Uno! La Cigüeña se equivocó de fecha al no transportar al niño Renny al mundo del siglo XX1. En una televisión uniforme y de corta data invirtió el esquema dogmático a cambio del paradigmático.
¿Y quién no conoció a Renny, o no lloró con dolor su partida? Un hombre polifacético, acertado o no en sus convicciones humanas -pero trabajador, que gozaba de gran popularidad como comunicador de masas, que dominaba el inglés y otros idiomas. Una persona con semejantes atributos de tal naturaleza, que osara retar con proselitismo político y frontal al sistema de pactos, inmediatamente era clasificado por los organismos represivos de la Cuarta como un sujeto de alta peligrosidad.
Ojalá algún día, se devele el misterio que envolvió la muerte de Renny Ottolina y sus acompañantes en la Cessna 310, siniestrada un 16 de Marzo de 1978. Una experiencia muy triste y trágica a no olvidar, ni subestimar jamás.
julio.cesar.carrillo@hotmail.com