Los primeros días de abril de 2002 se respiraba golpe en el ambiente.
El tufo a derrocamiento anticonstitucional era tan fuerte que quizás
solo los potentes filtros del aire acondicionado en Miraflores
impedían que el característico olor fuese captado por el Presidente
Chávez y su equipo. El momento evocaba lo ocurrido en otra época y
región, durante el fatídico festín de Baltazar, cuando en una pared,
como precursora de las vallas publicitarias, apareció la enigmática
leyenda “Mane, Tecel, Fares”, adelantándose a las campañas de intriga.
La inactividad, producto de la falta de experiencia, reforzada con la
presencia de enemigos infiltrados en las altas esferas, impidió que el
Ejecutivo Nacional actuase como era indispensable en esos casos.
Mediante una orden del ministro respectivo todos los medios
radioeléctricos del país han debido formar cadena con la televisora
del Estado mientras un equipo de periodistas, publicistas y técnicos
en la materia iniciaba la denuncia ininterrumpida de la conspiración
en marcha. La FAN, por su parte, debió brindarle seguridad a los
medios de comunicación, cumpliendo la doble función de evitar las
agresiones externas y el desacato a la orden de transmitir en cadena.
Quizás, sin embargo, al iniciarse abril ya era demasiado tarde y los
‘idus de marzo’ actuaban de manera irremisible, con un pelín de
impuntualidad, como corresponde a nuestra idiosincrasia.
Desde la provincia, en un rincón de la Isla de Margarita, quien les
narra estas peripecias estaba absolutamente seguro del golpe en
ciernes. No se trataba de informes secretos o confidenciales de altas
fuentes militares o partidistas, sino del simple sentido común,
mezclado con el olfato político de quien intuye el dramático desenlace
de la película.
Ante el asombro colectivo se produjeron sucesos reveladores tales
como los ‘pronunciamientos por goteo’ de militares activos. La
oposición golpista perdió la sensatez, y con ella el miedo, mientras
el gobierno reculaba o dejaba hacer, sin tomar las medidas enérgicas
indispensables.
Quizás para esta fecha en el 2002 se podía decir ‘Alea jacta est’: la
suerte está echada.
augusther@cantv.net