Antes, hay dos cosas que debemos diferenciar lo mejor posible: 1.- Los progresos económicos logrados a punta de empréstitos o de alzas súbitas en Ingresos no productivos, sino comerciales (caso del Ingreso petrolero), y 2.- el progreso a punta de incrementos de la producción con mano de obra nacional fabril.
Quede de claro que el primer tipo de progreso es insostenible y a la larga se traduce en regresión e inestabilidad económicas para toda la sociedad. Ante cualquier asomo de mora, los acreedores ejecutan sus garantías, presionan unilateralmente sobre gobernantes, moldean la distribución presupuestaria, se adueñan de las decisiones nacionales, y de resultas la dependencia se instala definitivamente en el país. Todos aprendemos acerca de la estabilidad y autonomía económica de nuestra época prepetrolera del siglo XIX.
Sobre esas bases, diremos que una sana economía va ajustando su oferta de mercancías al volumen de sus necesidades más urgentes, más populares o masivas. En principio, el circulante monetario debe ajustarse a los requerimientos que el mercado vaya exigiendo según su volumen de transacciones propias del quehacer de todos los días.
El Banco Central del país asume esa responsabilidad, inyecta, sustrae, represa, emite y acuña dineros y papeles financieros en función de los parámetros comerciales e industriales. Dejamos a un lado el comercio exterior que solo añade complejidades al mismo problema de fondo.
Bien, en medio de esa realidad monetaria, una sana Administración estatal adecua el circulante al aparataje fabril activo, con sus altibajos propios del comercio, pero, en el caso de devaluaciones monetarias, se confronta el riesgo de que entre el volumen el circulante y la oferta-demanda de bienes haya un divorcio, pero, además, en el caso de devaluaciones reiteradas, con inflación descontrolada, o controlada sólo paliativamente, se presencia entonces, un virtual estancamiento económico, habida cuenta de que, por ejemplo, con una moneda depreciada, los consumidores forzosamente tienen acotado y reducido su volumen de demanda. Esta contracción les indica a los fabricantes y comerciantes que deben ajustar sus planes e inventarios mercantiles hacia abajo, con todo lo cual la economía se estanca en el mejor de los casos, o entra en depresiones de difícil recuperación.
Los ajustes salariales inducidos por el Estado para compensar parcialmente la inflación (caso de los aumentos del Pro. de Mayo) , no hacen otra cosa que aumentar el volumen de demanda, pero como esa mejora se logra con mayor circulante, los efectos terminan siendo contraproducentes, porque a mayor volumen de circulante, mayores precios para una oferta constante.
Son leyes inviolables de la economía, que por supuesto son constantemente violadas por los piratas de la Economía metidos a estadistas y a asesores económicos complacientes, más con las coyunturas políticas que económicas, con lo cual, las devaluaciones monetarias que desemejaron la demanda terminan estrangulando la economía que dicen potenciar y favorecer.
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