A 35 años del fatal accidente

Para no olvidar a Aquiles Nazoa

Tenemos muchas razones para no olvidar Aquiles, y nada nos hace olvidar que se nos fue un 25 de abril, en 1976. Mañana se cumplirán 35 años. 35...

Nada nos hace olvidar la dramática trilogía de muertes de nuestros queridos poetas, porque a Andrés Eloy se lo llevó un accidente de carro, a Aquiles también y también a Alí. Malhaya suerte nuestra.

Tenemos razones fundamentales para no olvidarlo, y he acá solo algunas.

Aquiles nació el 17 de mayo de 1920. Nació en El Guarataro, por allá, por la avenida San Martín, en territorio alegre, solidario, humilde. Y así fue siempre Aquiles: como su territorio natal, y proletario en todo lo que desempeñó en la vida para ganarse el pan, y para ganarse la gloria y la querencia. Proletario cultivado a sí mismo en la lectura diaria, en el humor perenne y en su inclaudicable pensamiento y convicciones socialistas, cuando el vocablo era prohibido y poco manoseado.

En la mejor estirpe ciudadana, Aquiles aprendió en la calle lo que la escuela no le pudo dar. La vida fue su aula para aprender a escribir, para aprender francés, para recoger gotas de lluvia salada de los ojos de su madre y estrellas montado en la bicicleta de papá. Como bien dijo Domingo Miliani, Aquiles aprendió el valor de la sonrisa en la lucha cotidiana por sus ideales, y siempre fue, y se jactaba de ello, El Transeúnte sonreído, título de su primer libro de poemas.

Le gustaba la música. La de allá y la de acá, y no pudo imaginar cuántos temas del repertorio de los venezolanos estarían inspirados en su obra o contendrían su nombre homenajeado.

Tenemos razones para no olvidar a Aquiles cuando analizamos el periodismo que hizo, el ejercicio inspirador de comunicar comunicando, desde la palabra, desde el humor, desde el ejemplo. No se puede olvidar lo incisivo del verbo nazoano al atacar a la burguesía enseñoreada en su mal gusto aprendido para parecerse al otro, despreciando la exquisitez genuina del ser venezolano.

No se puede olvidar su lucha frontal contra toda forma de consumismo, viniera de donde viniera. A su crítica le ponía los mejores versos y le ponía barníz del petroleo que no llegaba al pueblo.

No se puede olvidar que Aquiles vivió en carne propia, en primera persona, participativo y protagónico, los rigores de la representativa democracia , sobre todo la de los artículos 60 al 71 de la constitucion de antes. Aquiles padeció la represión. Y de qué forma.

Otras razones

Aquiles Nazoa estuvo exiliado en Bolivia en los tiempos de la dictadura de Pérez Jiménez. Era 1957. Entonces ganó tiempo para hacernos conocer la poética de la hermana nación. Ya para entonces tenía publicados libros, obras que tampoco debemos olvidar. (Creo que todos acogeriamos con alegría las obras completas de Aquiles Nazoa editadas a precio popular).

No podemos olvidar a Aquiles, de vuelta a la casa, solidario como nadie con la causa de Cuba. Esa causa militante la hizo palabra y dio vuelta al país poniendo al alcance del sencillo pueblo la lucha incansable de la mayor Antilla. Fue comunista Aquiles, no por carné de partido, que lo tenía, sino por esencia de vida, por solidaridad pura, por ni tantico así, como dijo el de la boina con la estrella solitaria.

No se puede olvidar que Aquiles emprendió una batalla tremenda por la preservación de nuestros juegos, que la perinola, aún la hecha con latica de yukery, el trompo, las metras, el pisé y el papagayo forman parte de las cosas más sencillas que tanto defendió., y por las que se animó a llegar la televisión. No se puede olvidar a las muñecas de trapo de Aquiles, como tampoco a las de Reverón... Algo querían decirnos y ellas, esas muñecas siguen interpelándonos en el tiempo.

Volvemos a citar a Miliani cuando escribió la biografía breve del poeta ido: “Su temprana conciencia de clase proletaria, su formación marxista, hicieron de Aquiles Nazoa un signo dramático de dignidad intelectual y política irreductibles. Su vida áspera y difícil le aguzó la sensibilidad de poeta. Fue un empecinado defensor de la naturaleza y un combatiente infatigable contra la destrucción de la ciudad natal por la voracidad "modernizadora" de los contratistas. Llegó a conocer tanto de urbanismo como un profesional. Enemigo declarado de la sociedad de consumo, condenaba día a día la contaminación urbana producida por los gases letales del automóvil, señor absoluto de la ciudad capital. Por ironía, en una carretera hacia el interior del país, conductor reciente, fugitivo de la ciudad inhóspita, su vida quedó diseminada entre un montón de hierros amorfos”.

Mañana se cumplen 35 años de ese llanto inconsolable por esos hierros amorfos donde quedó la vida física del querido poeta.

Tenemos razones para no olvidar jamás a Aquiles Nazoa. La más grande de ellas, la gratitud por lo que hizo y por lo que nos dejó de ejemplo para seguir haciendo.

No está el loro frente a la casa donde nació, como él quería. Y es que se reia de la posibilidad de una placa frente a la puerta de su modesta vivienda natal.

Siempre hemos soñado con una estatua de Aquiles Nazoa, así como está la del Benny en una calle de Cienfuegos, para que todos puedan abrazarle y hacerse fotos con él, o como la de Lennon en el Vedado habanero o como la hermosísima de Tintán en México. Todas a ras del ser humano, sin odioso pedestal, que era lo que reprochaba Alí. Todas las que cito fueron hechas por el extraordinario escultor José Villa Soberón, de Cuba, a quien conté mi sueño. Siempre he soñado con una estatua de Aquiles en la avenida San Martín, en las escaleras que dan hacia El Guarataro, que el oeste es zona de arte, de belleza y de paz, también.

Hay muchas razones para no olvidar a Aquiles Nazoa. “Creo en poderes creadores del pueblo” resume su paso por el mundo. Transitemos esa vía. Es la correcta.

“Antes de aparecer el hombre sobre la tierra ya existía la música en la naturaleza. Música en sus formas larvarias eran el rugido del oleaje marino y el silbar de los vientos entre los poderosos árboles; era música el rumor de los ríos entre los peñascos y el caer de las torrenciales cascadas; música eran igualmente el bramar de los volcanes, y el trinar de los pájaros, el graznar de las aves mayores, el aullar y el gañir de las fieras y bestias. Siempre hubo música en la tierra, pero aquel mundo de sonidos dispersos no adquirió significación de hecho musical sino cuando el hombre lo recogió en su pecho como en una maravillosa caja de resonancia, y lo revirtió hacia el exterior en formas de ritmo y melodía, base de toda música”.


Tomado de:

La Cota Lil- Ultimas Noticias

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Lil Rodríguez

Periodista. Defensora de los valores culturales venezolanos y latinoamericanos.

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